¿CONTINUARÁ EL “SUEÑO AMERICANO”?… Cuenta regresiva para 56 mil hondureños con TPS

Pesadilla o realidad, pero el final del “Sueño Americano” para miles de compatriotas, amparados en el Estatuto de Protección Temporal (TPS) desde 1999, parece llegar a su fin: Si no hay prórroga, viene la consecuente deportación, un drama que nadie quiere enfrentar después de casi 20 años con este beneficio.

Tal vez no, tal vez sí. Como dicen en Washington y como también se dice en Honduras: con Donald Trump, nunca se sabe.

Lo cierto es que la incertidumbre se apodera de los catrachos en la medida que se acerca el 5 de noviembre, cuando la Casa Blanca anuncie si prorroga o cancela el TPS a unos 56 mil hondureños, con ese beneficio desde 1999.

Los hondureños en esta situación tienen razón para estar preocupados. Resulta que el multimillonario presidente no se tocó el corazón para cancelar el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés) y con ello terminar con el sueño de unos 800 mil jóvenes (dreamers) que entraron ilegalmente siendo niños. A este grupo, se le conoce como “soñadores” y entre ellos hay miles de hondureños.

Tampoco dudó en recortar de 18 a seis meses la renovación para los haitianos bajo el argumento que su país se halla en estos momentos en mejores condiciones socioeconómicas que en el 2010, cuando les fue entregado después de la devastación del terremoto.

El turno ahora es para los hondureños a quienes el permiso vigente para vivir y trabajar se les vence el 5 de enero del 2018, pero la renovación debe anunciarse dos meses antes, esto es el próximo domingo 5 de noviembre. Sería la décima cuarta renovación desde la primera vez en 1999, que el gobierno americano otorgó este beneficio migratorio.

Después de los hondureños, más tarde, el 23 de noviembre será el turno para 50 mil haitianos y el 8 de enero del 2018 a unos 200 mil salvadoreños.

El programa de TPS fue concedido por primera vez en 1990 y actualmente, ocho países tienen este beneficio activo, que le permite un permiso de trabajo, evitar la deportación y poder viajar a sus países de origen.

Cerca de uno de cada cuatro de los 206,000 beneficiarios de TPS de estos tres países llegó a este país cuando tenía menos de 16 años y más de la mitad de los salvadoreños y hondureños llevan más de 20 años en este país.

Tras el azote del huracán “Mitch”, el gobierno de turno (1998-2002) gestionó con su similar de EE UU este beneficio migratorio, que fue el segundo en la región, ya que el primero se les dio a los refugiados nicaragüenses desplazados por la guerra, conocido como la Ley Nacara.

Huyendo del cataclismo aquel que dejó cientos de miles de muertos, rompió la infraestructura del país por los cuatro puntos cardinales e hizo añicos la económica y cambió la vida de los hondureños, muchos emigraron a buscar el “sueño americano”.

El TPS permitió la regularización de más de doscientos mil hondureños que llegaron a esa nación de América del Norte, antes del huracán Mitch.

Hasta postales de compasión le han enviado los hondureños al presidente Trump para que se apiade de los “tepesianos”.

FRANCISCO REYES: “HE PEDIDO A LA FAMILIA QUE ESTÉ LISTA”

Frente a esta realidad, algunos compatriotas, como Francisco Reyes, originario de Valle, ya están pensando qué hacer en caso que la respuesta sea negativa. La opción es regresarse a Honduras o huir de sus actuales residencias a otra ciudad y volver a la clandestinidad como cuando entraron.

“He pedido a la familia en Honduras que esté lista, porque yo no me quedo ilegal”, dice este compatriota en pláticas por teléfono con LA TRIBUNA, desde Dallas para poner en contexto la ansiedad que viven ante el esperado anuncio de la Casa Blanca.

“Yo pienso volverme a Honduras y esperar que mi hija, que nació aquí (Dallas) cumpla los 21 años para que me pueda legalizar. Esa es la esperanza”, recalca Reyes con un acento un poco diferente al hondureño.

Desde 1997 vive en la ciudad texana, una de las ciudades con muchos inmigrantes catrachos y asegura que todos sus paisanos están preocupados. “Muchos me han dicho que se quedarán ilegalmente, pero que no regresan a Honduras”.

El dilema para él, agrega, no es tanto venirse, sino, dejar a sus tres hijos: Uno 18, 14 y 11, que son americanos y el Estado no los dejaría venir. Además, su esposa que es hondureña y tiene TPS, tampoco se quiere venir.

Su regreso para Honduras, admite, significa dejar su vida misma, por la que ha luchado desde 1997 cuando llegó a esa ciudad apenas con 20 años. “Es duro, sinceramente, te lo digo, dan ganas de llorar toda esta situación”.

LUCINA HERNÁNDEZ: “NO ES FÁCIL VOLVER A HONDURAS

No menos difícil la están pasando Lucina Hernández en Virginia. No por ella, sino por su familia. Resulta que es residente desde hace muchos años pero sus hermanas, sobrinas, primas y amigas, hondureñas tienen TPS.

“Hay mucha preocupación, no se sabe nada, hasta el momento”, dice esta señora que trabaja en un restaurante cercano a Washington, DC. “No es fácil volver a Honduras de la noche a la mañana”, recalca.

Ella comenta que los casos van de familia en familia. Por ejemplo, su hermana mayor tiene TPS pero sus dos hijos menores nacieron ahí. Otra hermana logró sacar la residencia aprovechando que su hija cumplió los 21 años.

Otros paisanos, muchos de ellos de su misma generación que llegaron a finales de los años ochenta quedarían a la deriva. “Yo creo que al final, sino les dan el TPS ellos se van a quedar ilegales hasta que los echen por la fuerza”, admite.

Casos similares se repiten en Los Ángeles, Miami, Houston, San Francisco, New York, Louisiana, las Carolinas, y el resto de la Unión Americana donde viven los 56 mil hondureños enlistados con el TPS.

VIVEN LAS HORAS CRUCIALES

Mientras la angustia para los catrachos crece, las noticias desde la Casa Blanca en las últimas horas son pesimistas. “El gobierno basa su revisión en el huracán (Mitch). No tiene por qué ver la violencia y la pobreza de los países beneficiados”, afirmó Dava Lampa, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security , DHS) la oficina que deberá anunciar la decisión del gobierno federal.

Lo que quiere decir este funcionario es que cuando el gobierno de Bill Clinton concedió el primer TPS en 1999, lo hizo para ayudarle a Honduras a recuperarse de los daños del huracán Mitch. Desde entonces, el gobierno federal ha renovado 14 veces el TPS y 19 años después Donal Trump cree que debe revisarse porque los efectos del huracán ya pasaron.

Visto así, Trump podría cancelarlo si quiere, según Lampa. “Hay que tomar en cuenta que se trata además de un estatus de protección temporal”, recuerda.

EXPECTATIVA Y DIPLOMACIA

La explicación del portavoz estadounidense contrasta con el optimismo y los argumentos del gobierno hondureño, que desde junio pasado mantiene una ofensiva diplomática con todos los sectores en Washington buscando una renovación.

El propio Juan Orlando Hernández encabezó la petición formal de renovación en junio pasado durante la Cumbre de Miami, en la que estuvo presente el mismísimo John Kelly, secretario del DHS.

Para Hernández y su equipo en Washington, Estados Unidos debe mantener ese estatus y hasta mejorarlo en una residencia permanente, después de todo Honduras es un aliado clave de más de cien años y aunque no hay eventos naturales, como el Mitch existen otros flagelos: la pobreza, la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado que azotan la sociedad hondureña más trágicamente que los fenómenos naturales.

Por si esto fuera poco, los migrantes hondureños envían más de tres mil millones de dólares a Honduras anualmente, el verdadero motor de la economía hondureña, y algo catastrófico se produciría en caso que se diera un cese de las remesas.

En Estados Unidos viven más de un millón de hondureños ilegalmente, casi todos desde los años ochenta y noventa, pero el gobierno aboga en estos momentos solo por los 56 mil inscritos en el TPS.

Al pedido hondureño, se ha sumado en forma conjunta los gobiernos de El Salvador y Nicaragua en la misma situación de prórroga por 18 meses más, como años anteriores.

Desde el sábado, una comisión de alto nivel, compuesta por congresistas y la ministra de Relaciones Exteriores, María Dolores Agüero, se encuentra en Washington para abogar hasta el último momento por la renovación.

El embajador de Honduras en Washington, Marlon Tábora, en una de las tantas reuniones sobre el TPS.

DECISIÓN SOBERANA, PERO SE HACE LA FUERZA

Con todo, hay mucha reserva sobre el desenlace hasta en las mismas autoridades hondureñas. “Nosotros hemos hecho nuestro trabajo, pidiendo una prórroga, hablando con senadores, congresistas, sociedad civil, grupos de influencia, pero sabemos que es una voluntad soberana del gobierno de Estado Unidos”, admite el embajador de Honduras en Washington, Marlon Tábora.

Este funcionario asegura que han sostenido más de cien encuentros con diversos sectores en la capital federal incluyendo a todos los presidentes de los comités de relaciones exteriores y apropiaciones del Congreso y Senado e influyentes senadores y congresistas como Tim Kaine, Bernie Sanders y Joe Kennedy,

incluso, personalmente les hizo entrega de la carta del gobierno de Honduras con la petición de la prórroga a las mismísimas autoridades de la DHS. “Seguimos trabajando hasta el último momento. Estuve con los Dreamers hondureños (hondureños que llegaron niños y tienen un permiso especial llamado DACA) la semana pasada y con los líderes hondureños aquí”, dijo el funcionario.

Al respecto, el dirigente de la Organización “Francisco Morazán” en Miami, Francisco Portillo, afirmó que en las últimas semanas se han reunido con unos 400 líderes de los diferentes países con TPS para impulsar con senadores y congresistas estadounidenses la petición de prórroga.

“Estamos muy optimistas, muchos senadores nos han dicho que están con la causa de los “tepecianos”, pero debemos esperar el anuncio”, agregó.

Por su parte, Jorge Rivera, quien dirige otra organización en Dallas, admitió que la comunidad hondureña ha sido pasiva en reclamo de este beneficio. “Nosotros debemos luchar no solo por el TPS, sino también por una residencia permanente”, agregó. (Eris Gallegos)

Senadores demócratas abogaron por renovación
Bob Menéndez (Nueva Jersey), Charles Schumer (Nueva York), Catherine Cortez-Masto (Nevada) y Richard Durbin (Illinois).
Bob Menéndez (Nueva Jersey), Charles Schumer (Nueva York), Catherine Cortez-Masto (Nevada) y Richard Durbin (Illinois).

Un grupo de 26 senadores demócratas urgió en julio pasado a la Administración Trump a que deje intacto el “Estatus de Protección Temporal” (TPS) que protege de la deportación a poco más de 320,000 inmigrantes de diez países, cuyos plazos vencen a finales de este año y en 2018.

En una carta enviada hoy a los secretarios de Estado y de Seguridad Nacional, Rex Tillerson, y John Kelly, respectivamente, los senadores pidieron que la Administración tome en cuenta las condiciones sobre el terreno en El Salvador, Haití, Honduras, Nepal, Nicaragua, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Siria, y el Yemen, y cómo la anulación del TPS afectaría la recuperación en esos países o la propia estabilidad económica de los beneficiarios.

En la misiva, los senadores delinearon las enormes contribuciones que los beneficiarios de TPS hacen tanto a la economía de EE UU, por concepto del pago de impuestos, como a las economías de sus países mediante las remesas.

La carta está firmada, entre otros, por los senadores de estados con altas concentraciones de beneficiarios del TPS, incluyendo, de Nueva Jersey; Charles Schumer, de Nueva York; Catherine Cortez-Masto, de Nevada, y Richard Durbin, de Illinois.

¿Héroe o villano?
John Kelly

El general (r) John Francis Kelly tiene la oportunidad de convertirse en héroe o villano para los hondureños puesto que será el encargado oficializar la renovación y la cancelación del TPS para los hondureños en su condición de Secretario de Seguridad Nacional (Homeland Security). Kelly mantuvo buenas relaciones con el Presidente Juan Orlando Hernández durante estuvo al frente del Comando Sur en Panamá. Incluso hizo varias visitas de cortesía. Dado que además es el Jefe de Gabinete de la Casa Blanca su influencia puede ser decisiva para influir a favor de los hondureños ante el presidente Donald Trump.

MIGRANTE HONDUREÑA:
“No es fácil agarrar una maleta y regresarse a Honduras”
Iris Acosta

Iris Acosta ha pasado las mil y una experiencias desde que llegó a Estados Unidos en 1992 proveniente de Tegucigalpa, Honduras. Su caso se parece, aunque de diferente manera, al de miles de hondureños que llegaron ilegalmente en busca del llamado “Sueño Americano”.

En uno de sus primeros trabajos como niñera y doméstica de una familia en Los Ángeles, los jefes la mandaron a dormir al garaje con una colchoneta luego que los niños le contagiaron varicela.

“Ahí me pusieron, con el carro, a pasar la fiebre”, recuerda Iris. “Me pagaban 95 dólares a la semana para trabajar de lunes a sábado, desde las 6 de la mañana hasta que terminara de acostar a los niños”.

En esos años estaba indocumentada, pero en 1999 se acogió al Estatus Temporal de Protección o TPS que ofreció el gobierno estadounidense a los hondureños y nicaragüenses a raíz de los destrozos causados por el huracán Mitch, el más dañino en tocar el hemisferio occidental desde 1780.

Tras el huracán, siete mil personas murieron y doce mil quedaron heridas, se perdieron 35,000 viviendas y virtualmente todos los sectores económicos del país se paralizaron.

Después del TPS, Iris ha tenido dos trabajos de largo tiempo, uno en el Hospital de Niños y otro en el hotel Wen Westwood, donde aún permanece como recamarera. “No me gusta cambiar mucho de trabajo”, dice. “Sobre todo teniendo un buen seguro médico, que me ayudó cuando tuve cáncer hace unos años”.

Sus dos hijos se quedaron en Honduras y allí los sacó adelante. Una es estilista y el otro estudia para sicólogo. Ahora mismo estaba en trámites para comprar una casa de dos habitaciones cuando el agente inmobiliario descubrió que estaba con TPS.

“Me dijo que esperáramos hasta enero, que es cuando se vence el permiso”, dijo. “Ahorita eso me mató la ilusión, porque no sabemos si nos van a renovar”.

A los 51 años y habiendo vivido en este país desde los 27, Iris no ve un futuro en Honduras, especialmente tomando en cuenta que ese país está registrado como el más violento del hemisferio occidental.

“Solo fui a Honduras una vez, en el 2008 cuando a mi mamá le dio un infarto”, dijo Iris. “No es fácil agarrar una maleta de la noche a la mañana y regresarnos a Honduras, allá no hay futuro para mí”.