OBSERVADORES EUROPEOS

LA presidenta de la Misión de Observadores de la Unión Europea, en una charla a los periodistas, entremezclando puntos de vista con agradables risotadas, propias de su forma amena de exponer, abordó las preguntas que le hicieron sobre la reelección y la murmuración de un aspirante político. La socióloga portuguesa, no titubeó al poner puntos sobre las íes en lo que respecta a las normas de la observación internacional. Explicó los conceptos de objetividad e imparcialidad a los que deben ceñirse, contrario a la actitud metiche de la portavoz de una pasada delegación del viejo continente. La señora aquella vino a aleccionar –a la indiada nativa como en añoranza de épocas pasadas de la conquista– de cómo democratizar el país a su antojado gusto. Cambiando, digamos, la cultura, las costumbres, las prácticas, en fin, la idiosincrasia de la gente del país anfitrión y permutándolas por las europeas.

O sea, una imprudente intromisión en los asuntos internos y soberanos que deberían ser atinentes solo a los hondureños. Quizás la docena de reformas a la legislación electoral exigida –a cambio de contar con el privilegio de su presencia– nos acercaría más a la imagen que allá esperan de estos pintorescos paisajes. Con todo y las crisis políticas e institucionales recurrentes que padecen varias de esas naciones nos quieren más ajustados a los moldes europeos que a los latinoamericanos. (Bien puede ser que intuyen, a juzgar por algunos dirigentes locales que van a quejarse cada vez que se reúnen con estas delegaciones extranjeras que nos visitan, que al país le encanta que lo manoseen). Sin embargo, esta otra delegación que vino a observar el proceso electoral, como que entiende perfectamente el respeto que debe guardarse al país anfitrión. Esto fue lo que explicó la portuguesa: “No estamos aquí para reglamentar ni para legitimar a nadie en ningún partido. Estamos aquí solo para observar. Yo creo que en ese respecto fui muy clara pero puedo repetirlo. Bueno, la posición que he dicho es que no nos cabe a nosotros y a nosotras, hacer una evaluación de estas, pero si reflexionamos qué sería importante que se pudiera reglamentar desde un punto de vista constitucional”. (Hasta aquí sobre la primera inquietud). “Sobre los comentarios del candidato presidencial (mencionó su nombre). Si no estamos aquí para interferir, si no estamos aquí para tomar partido, ni para legitimar, seguro que no estamos aquí para hacer campaña, y como podrán entender en un país libre todos los candidatos son libres de decir lo que quieran, cuando quieran y como quieran”.

“Y yo no voy a entrar en diálogo –seguramente el término diálogo lo utiliza como equivalente de discusión– con ninguno de los candidatos, pero perdonen, ese no es nuestro papel aquí”. “Lo que puedo decir sobre la financiación de la delegación, ya lo he dicho en mi presentación inicial, que solo dependemos de los ciudadanos europeos; no tenemos ninguna otra forma de financiación. Y tampoco dependemos de las organizaciones europeas como la Comisión Europea, o indicaciones de sus estados miembros”. “Por lo tanto lo que vamos a producir como resultado de esta misión de observación, respondemos nosotros y nosotras con total responsabilidad”. “Pero no me pidan que empiece yo a hacer campaña, que no voy a ponerme a dialogar con ningún candidato, por favor. Eso lo hice en mi país cuando fui candidata presidencial, pero aquí no, aquí estoy de observadora”. Como dirían en mi pueblo, más claro no canta un gallo.