Para el pequeño parisino Hannibal Mejbri, todo comenzó a los nueve años. “Demasiado pronto” lamenta su padre. Eran llamadas de teléfono por la noche, “consejeros” al borde de las canchas atraídos por una joven promesa, al punto de haber sido fichado en agosto por el campeón francés, Mónaco.
“Al principio, estás orgulloso, pero felizmente fuimos prudentes. Es un ambiente muy complicado. Lo que me chocó fue este fenómeno de gente malintencionada que están alrededor del fútbol, Muchos padres se creen sus promesas”, asegura su padre, Lotfi Mejbri, preguntado por la AFP.
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