Zacarías Enchute pasó volando por la calle llevándose de encuentro a la gente, luego se sentó en las gradas de su casa y comenzó a decir: “zumba marumba pocumba, tripa seca moronca, catonga”. Hey vos -le dije- que te pasa, que estás diciendo? “Los viste me preguntó, venían detrás de mi y con esa oración se fueron”, “muchacho -gritó la mamá desde la ventana- no te quiero afuera y vos sabes por qué”, Zacarías Enchute me dijo: “no los dejes pasar te lo voy a agradecer”, acto seguido subió las gradas como un soplo y cerró la puerta.
Zacarías era un muchacho robusto, simpático, alegre con todo el vecindario hasta que se metió al mundo de las drogas, comenzó fumando marihuana, decía que la yerba lo mantenía alegre, con fuerza, sin miedo a nada, lo único era que le daba una hambre perra sus ojos parecían brazas, comenzó a adelgazar, para él era urgente tener sus carrucos, comenzó a hablar brutadas y a ponerse de mal genio. Luego pasó a consumir anfetaminas y otras drogas hasta llegar a la cocaína y el crack. La mamá una señora adinerada, lo puso en tratamiento, se curaba y volvía a la droga, ahora ya se le zafó un tornillo pero sigue obedeciéndole a la mamá. Anda con delirio de persecución, no le hace daño a nadie, cree que lo andan siguiendo unos hombrecitos y que cuando dice “zumba marumba, pocumba, tripa seca moronga catonga”, los hombrecitos huyen aterrorizados.
Qué pena -dicen los vecinos- como se están perdiendo los jóvenes por las malditas drogas, ahora en los colegios la distribuyen todos los días, es por eso que tenemos muchachos tarados, agresivos o se hacen maricas, se les da vuelta el calcetín porque pierden la virilidad masculina, meten retroceso para atrás. A veces todo comienza con el primer cigarrillo, por si no lo sabían déjenme decirles que cuando un fuma su primer cigarrillo, la nicotina se va a la sangre y desde ese momento el fumar se convierte en una adicción, poco a poco el joven o la cipota que fuman se vuelven adictos de tal manera que ya no pueden vivir sin el cigarrillo en el pico. Cuando menos lo esperan comienza una tosecita que se convierte en tos de perro, los nervios que antes estaban tranquilos se revuelven, viene la ansiedad, las palpitaciones fuertes en el corazón, es cuando aparece “el amigo” y recomienda fumar marihuana porque “el cigarrillo es malo”. Cuando la marihuana ya no hace efecto hay que buscar una droga fuerte.
En las pandillas nunca falta la droga, los sicarios hacen uso de ella para que los sentimientos y la compasión desaparezcan de sus corazones, aunque maten, roben creyendo que nunca les pasará nada, no saben a que hora el ángel de la muerte cobrará venganza, ese jamás falla, hace cumplir la ley del karma con los drogos y asesinos. Ahora los pleitos en escuelas y colegios no se producen porque les copiaron la tarea, por un lápiz, por un sacapuntas o un borrador, ahora es por efecto de las drogas, como si en el aire flotara un decreto de muerte sobre los jóvenes.
Vivía en una casa de dos plantas en una colonia de la capital, detrás había un callejón frecuentado por jóvenes estudiantes que fumaban marihuana, les acompañaban dos cipotas muy bonitas que también le entraban a la marihuana, lo malo que lo desvelaban a uno, jamás les dije nada pero estaba pensando como alejarlos del callejón. Por último ya no esperaban que llegara la noche, en pleno día se drogaban. Una vez los escuché alarmados, llevaban cargando a una de las cipotas bonitas, pálida, con los ojos volteados, quien sabe qué había ingerido, iba intoxicada.
Eso nos lo detuvo para seguir drogándose y fue por eso que se me encendió el foco, conseguí aceite quemado de automóvil, un galón, antes de que llegaran los estudiantes puse aceite en las piedras y en los lugares donde se sentaban, como el callejón era oscuro se llevaron la gran sorpresa de llenarse de aceite, de manera que ya no podían sentarse a disfrutar de las drogas, finalmente optaron por no llegar al callejón porque siempre estaba lleno de aceite y se fueron a otro lugar. Supe que la joven intoxicada se volvió loca, a todos los aplazaron en sus colegios y en cabecilla principal se volvió ladrón de radios de automóvil hasta que cayó en manos de las autoridades.
Para colmo de males había una abogada que vivía en la esquina que siempre llegaba borracha a su casa, se sentaba a ver televisión a todo volumen, se fondeaba y los que padecíamos éramos los vecinos, toda la noche encendido el tele o el equipo de sonido, hasta que un día un grupo de vecinos le pidieron que usara con bajo volumen sus aparatos, a la doña le encantaba el guaro que es la peor de todas las drogas. Así es la cosa, jamás permitan que sus hijos usen drogas porque tarde o temprano los llevarán al mamo, se morirán, los matará no en último caso irán a parar al manicero.