Hasta pronto Napoleón Martínez Juárez

Por Armando Cerrato

La historia del periodismo gráfico hondureño registrará en sus anales como fecha fatídica el jueves 16 de noviembre del 2017, cuando la parca implacable cumplió su asedio y paralizó el corazón de mi buen amigo, compañero de 1,000 batallas periodísticas y quizá el mejor reportero gráfico de Honduras: Napoleón Martínez Juárez.

Le conocí en noviembre de 1970, poco después de haber sido reclutados para iniciar labores periodísticas en el ya desaparecido Diario Tiempo que vio la luz del día un 7 de diciembre.

Desde esa fecha hasta 1972 fuimos inseparables en labores reporteriles, yo produciendo textos y Napoleón ilustrándolos con unas gráficas excepcionales en las que captaba no solo los mejores momentos sino los más espectaculares gestos del lenguaje corporal de los personajes involucrados en los hechos informativos.

Eran fotografías impresionantes que hablaban por sí mismas, tanto así que los pies de grabado no necesitaban explicar más que la identificación personal y el orden en que aparecían los sujetos protagonistas.

Napoleón cubría noticias generales, deportes y actividades sociales. Y no solo tomaba fotos sino también las procesaba en un laboratorio del periódico siempre bajo la presión de la hora del cierre que para la oficina de Tegucigalpa, responsable además de varias regiones del país, era a la 1:00 de la tarde porque el material que procesábamos debía enviarse en una bolsa especial y por camión o transporte urbano terrestre hacia San Pedro Sula, sede del diario.

Para esa época ya Napoleón había hecho periodismo gráfico por muchos años para Diario La Prensa, también de San Pedro Sula. En nuestra relación profesional jamás demostró egoísmo alguno y compartió sus vastos conocimientos con el que hoy esto escribe.

Recuerdo que en mi afán por aprender a tomar fotos le solicité una vez que permitiese auxiliarle en el Estadio Nacional, con una sonrisa me dotó con una cámara de cajón de esas que procesan un negativo de 4×4, muy antigua, difícil de enfocar, pero que una vez localizado el objetivo brindan una imagen con enorme nitidez. Me mandó a un lado del campo donde era muy poco probable que se produjeran goles y él se fue a cubrir la otra portería; pero para sorpresa de ambos los tantos se produjeron en el lado que me tocaba a mí como responsable de tomar fotografías. Al terminar el partido, Napoleón muy preocupado, agarró mi cámara, se fue a revelar el rollo a ver si había tomado algo. Para su sorpresa y la mía había captado en toda su magnificencia el momento culminante de un partido de fútbol.

A partir de ese momento, cuando Napoleón necesitaba algún auxilio me daba una cámara más profesional, indicaciones sobre su manejo, sobre las cualidades y calidades de la película, y una relación de la luz en el lugar. Fue así como en varias oportunidades salvé la edición del periódico en su parte gráfica y con la anuencia del jefe gráfico que era Napoleón, se me acreditaron varias exposiciones.

En lo personal, el trato con Napoleón era de absoluto respeto, pese a que su formación intelectual era elemental, su sabiduría popular la considero imponderable y recibí muchos buenos consejos que aportaron mucho bagaje a mi actividad profesional y mi ser personal.

Napoleón me acompañó en la cobertura de grandes desastres naturales como el terremoto que destruyó Managua, Nicaragua; el huracán Fifí en Honduras; el envenenamiento colectivo de soldados hondureños tras la fumigación de alimentos en el interior del país; accidentes de aviación, y cientos de reportajes sobre otros sucesos.

Trabajamos juntos por última vez muy estrechamente en el Diario el Nuevo Día y de allí él pasó a la Editorial Hablemos Claro, donde ilustró con su trabajo revistas de información en general, deportivas, gastronómicas, sociales y financieras. Murió con las botas puestas, sirviendo a las órdenes del colega y buen amigo, gran empresario de medios de comunicación y fenomenal periodista: Rodrigo Wong Arévalo. A manera de réquiem y colocando siempre vivas del recuerdo en su tumba le digo a mi amigo Napoleón Martínez Juárez: ¡hasta pronto! Que Dios te reciba en su seno y que descanses en paz.

Licenciado en Periodismo