DIJIMOS en un artículo anterior que la reelección del alcalde capitalino casi se da como un hecho consumado. Ha cambiado la fisonomía de la hacinada ciudad apegado al dicho que, “obras son amores y no buenas razones”. Sin embargo, aún cuando nada tenga que ver esto que vamos a sugerirle con el tema político, el alcalde debe apurar algunas de esas empresas constructoras que realizan obras en la capital. Ejemplo. En ese remiendo que hacen al final de la avenida Los Próceres, donde inicia el anillo periférico y la intersección que conduce a Valle de Ángeles, llevan meses de excavar, de taladrar, de mover tierra, y no terminan. Son colas interminables de vehículos aglomerados en los accidentados desvíos. Comienzan en tres ringleras y en la medida que avanzan se van amontonando hasta que se estrujan –metiéndose uno a la brava enfrente del otro– en el estrecho espacio que les queda. Los buses y los taxis prácticamente embisten a los más cautelosos choferes de los carros particulares.
Dicho lo anterior, la campaña presidencial deslució por la vaciedad de propuestas. Los aspirantes –salvo algunas honrosas excepciones– prefirieron quejarse, atacarse, enfrentarse, ofender y dar función con sus insustanciales discursos, obviando la discusión seria de los problemas nacionales. Sin embargo tampoco hubo debate municipal. Uno que otro presentó su plan de gobierno –en SPS– pero aquí en la capital, aparte de lo que se sabe que está haciendo el actual alcalde, no hubo mucho planteamiento de los contendientes abordando los problemas de la ciudad. ¿Qué hacer con los bestiales racionamientos de agua potable que atormentan a los capitalinos a lo largo de casi todo el año? Mucho del congestionamiento que se sufre es por el desorden vehicular que nadie ha podido arreglar. Esto es un hormiguero. Si bien ayudan esas vías de alivio que ha habilitado la alcaldía y las demás que se construyen, el apiñamiento de vehículos, las colas kilométricas tienen que ver con la endemoniada anarquía en la circulación. Con solo aplicar la Ley de Tránsito sería posible corregir muchos de esos resabios de choferes manudos, agresivos, irrespetuosos, imprudentes que agarran las calles como potrero. ¿Quién de los candidatos expuso sobre estos y los otros problemas estructurales? Digamos, sobre los inexistentes parqueos públicos, más ahora que dispusieron pintar franjas de colores en todas las aceras prohibiendo el estacionamiento donde antes era permitido.
¿Qué hacer con esas zonas enjauladas que trancan el acceso a otras partes de la ciudad? ¿Alguno ha pensado en rescindir los improvisados permisos que se han dado para que vecinos de cualquier sector cierren sus colonias –bajo el esquema de los tales “barrios seguros”– atravesando trancas, colocando rejas y postas privadas en medio de la calle pública para impedir el acceso a otros vehículos? Ese esquema de los circuitos cerrados se usa en otros lugares del mundo para complejos residenciales que no tienen calles públicas, que pasen por ese sector, que puedan ser utilizadas para comunicarse con otras partes de la ciudad. Pero cerrar zonas completas por donde el tráfico agarra como atajo para llegar a otro lado, lo que ha hecho es provocar mayor embotellamiento vehicular. Aparte que es una flagrante violación al derecho de circulación de la colectividad. Lo anterior son apenas algunos de los temas. Pero bien. Todavía, en el período del “silencio electoral” quedan unas horas para escuchar y ver de parte de los aspirantes a la alcaldía, la naturaleza de sus propuestas. Saber en base a qué ideas que tengan es que piden el voto. (¿O será que algunos calcularon colarse de regidores solo para continuar vegetando?).
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