Ingobernabilidad

Por: Benjamín Santos

En el marco del actual proceso electoral, un amigo me pidió que dictara una charla sobre el tema gobernabilidad democrática o sea la democracia como factor de gobernabilidad. No pude atender su invitación por problemas de carácter familiar, pero me quedé pensando si realmente hubiera podido decir algo que interesara a los oyentes. Porque en el lenguaje clásico de la ciencia política se ha hablado más de inestabilidad que de ingobernabilidad. Fuera de este contexto político quienes más utilizan la palabra son los alcohólicos anónimos cuando confiesan que su vida se había vuelto ingobernable, es decir que en su comportamiento diario podía más  la inclinación al alcohol que su propia voluntad.

Quizá convenga establecer la diferencia entre ambos conceptos. La estabilidad de un sistema político depende del comportamiento de las fuerzas políticas como actores dentro del sistema. En la relación mando obediencia que son los factores de la dinámica política, hay fuerzas que se rebelan contra el sistema y en vez de canalizar su insatisfacción por los medios normales de la oposición democrática acuden a medios que desestabilizan y atentan contra el sistema. Todas las guerras civiles que hemos padecido en Honduras han ocurrido, porque ha habido fuerzas políticas que se han convertido en factores de inestabilidad en contra del sistema.Cuando una fuerza política se convierte en factor de inestabilidad generalmente no lo hace sin motivo. Las causas más relevantes han sido el continuismo de la fuerza en el poder o la protesta por fraude, pero como el sistema no tenía medios para canalizar la protesta por la vía democrática, se acudía a la fuerza,  que es la negación de la política. Hay un autor francés que afirma que cuando la fuerza entra por una puerta, la política sale por la otra.

En la ingobernabilidad entra en juego un actor que normalmente no aparece directamente en las situaciones de inestabilidad: el pueblo. Las causas en este caso no son únicamente de carácter político, sino sobre todo de naturaleza social. Hay insatisfacción popular por la falta de medios para atender sus necesidades básicas o por un sistema políticamente represivo que la impide desenvolverse con libertad. Cuando el pueblo total o parcialmente le niega obediencia a las instancias gubernamentales y manifiesta en forma masiva su insatisfacción se está frente a un caso de ingobernabilidad.

¿Qué papel juega la democracia como factor de estabilidad y gobernabilidad? Desde su origen en la antigua Atenas, la democracia ha sido el poder del pueblo o como dijo Lincoln, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Podríamos decir que en la democracia no debería haber inestabilidad ni ingobernabilidad, porque si el pueblo fuera el centro de las preocupaciones y de las decisiones todos los sistemas funcionarían muy bien. Las fuerzas políticas serán correas de transmisión de las inquietudes populares más que solamente factores de lucha por el poder que actúan casi de espaladas a las necesidades del pueblo. Hay que diferenciar el pueblo de otros conceptos similares. Población es un concepto demográfico que comprende a todos los habitantes, pero pueblo puede tener un sentido político que comprende solo a quienes están legalmente autorizados para participar en las decisiones políticas, los mayores de 18 años. Pero también tiene un sentido étnico como cuando decimos los pueblos indígenas. Aquí lo tomamos en su sentido político.

Quedamos claros en que las reyertas entre las fuerzas políticas que afectan la estabilidad del sistema si no involucran masivamente al pueblo como actor principal, que permanece nada más como espectador del show, no afecta la gobernabilidad mientras la relación mando-obediencia no se altere de manera significativa. Aclaramos que la palabra mando en este caso se refiere a la autoridad del Estado y su ejercicio en el marco del estado de derecho y no al mando vertical de la autoridad que por su naturaleza se exige en las Fuerzas Armadas para garantizar una obediencia sin excepciones. Algunas personas temen que de estas elecciones surjan circunstancias que alteren la estabilidad política. Creo que el TSE ha atendido los reclamos sobre la posibilidad de un fraude electoral y ha desvanecido las dudas. Fuera de los reclamos normales, no habrá nada  extraordinario.

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