Por Juan Ramón Martínez
Todos estamos contentos con la forma cómo se desarrolló el proceso electoral. La concurrencia del electorado en las urnas, en todo el país, con una participación masiva y exhibiendo una conducta ejemplar, llena de orgullo a cualquiera. Porque por ese medio, Honduras confirmó ante el mundo, la calidad cívica de su población, la capacidad de la institucionalidad democrática y el liderazgo que manejan los partidos políticos en estos procesos. No hubo ningún incidente. Y ni siquiera en el curso de las elecciones, ningún candidato resultó lesionado, por ataques de sus adversarios, como sí ocurre en otros países. Y aunque el país atraviesa un lento proceso de deterioro del bipartidismo, en que el Partido Liberal está sometido a un proceso de destrucción por parte de Libre que, durante dos elecciones, ha minado la capacidad del Partido Liberal para ser la contrapuesta ante los candidatos del Partido Nacional.
Aunque concurrieron diez partidos políticos, siete de ellos de escasa membresía, condenados a un enanismo de nacimiento que les ha impedido crecer de manera definitiva; tres de ellos son los principales de la contienda: El Partido Nacional, el Partido Libre (que ha concurrido aliado con el PINU, partido mosquito y con una figura mediática individual, con Salvador Nasralla como candidato) y el Partido Liberal. Libre es una escisión del liberalismo, el partido político más antiguo de Honduras. Con un caudillo, expresidente de la República y con un aire populista que lo acerca a Maduro de Venezuela, a los Castros de Cuba y a Morales y Correa de Bolivia y Ecuador, plantea un discurso reformista que, en una sociedad conservadora como la hondureña, crea mucha ansiedad y provoca intranquilidad en varios grupos del país: empresarios, trabajadores, campesinos y miembros de la clase media. El Partido Nacional, conservador y cercano a los restos del social cristianismo de América Latina, es el partido conservador que desde el gobierno ha enfrentado con energía los problemas de la inseguridad, la lucha contra el narcotráfico, reformado las cárceles e impulsado una corriente de capital de exterior que, aliado con el gobierno, han creado empresas mixtas dedicadas a la construcción de obras públicas de gran envergadura. Desafortunadamente, el Partido Nacional, se ha comprometido con la búsqueda de la reelección que, entre nosotros, tiene una mala reputación evidente. Porque se duda de la pureza de las burocracias y se sospecha que, en la repetición de los mismos gobiernos, en el curso del tiempo, se fortalecen las estructuras de la corrupción que tanto daño le hacen al país. Libre y su candidato, el mediático Salvador Nasralla, apostaron en forma clara a la oposición contra el gobierno y el candidato del Partido Nacional, en los temas de la reelección, la seguridad y la creación de empleo. Y lo hicieron, por medio de su candidato que en forma directa, atacó al gobierno en forma despiadada, sin que el gobierno haya podido defenderse, saliendo afectado por las envestidas de Salvador Nasralla. El Partido Liberal, con un candidato sin experiencia y sin voluntad de ponerse al servicio de las tradicionales estructuras del partido fundado por Policarpo Bonilla, no desarrolló una identidad definida; ni una propuesta opositora clara que le hubiera permitido contar con el respaldo de los desempleados, de los jóvenes y de los viejos liberales que todavía les duele la forma cómo el Partido Nacional les echó del poder, contando con el respaldo de los liberales encabezados por Manuel Zelaya Rosales, el líder más desestabilizador, que por tal razón, se ha convertido en una figura que provoca sobresaltos, miedos e inquietudes en la mayoría de la ciudadanía.
Concluidas las elecciones, sin que el Tribunal Supremo Electoral haya dado resultados provisionales totales, que muestren un ganador claro, la ciudadanía esta pasando por un clima de ansiedad que, puede hacer mucho daño al país y, especialmente, enturbiar la buena imagen que el país proyectó el pasado domingo, efectuando unas elecciones ejemplares que muestran los méritos cívicos de los electores y sus líderes.
Esperamos que el TSE, en los próximos días, proporcione los resultados finales para saber quién es el favorecido por el electorado. Hasta ahora, puntea en los resultados Libre y su candidato Salvador Nasralla, un antipolítico, en el que confían más de la mitad del electorado.
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