Un premio a la honradez

Por: Miguel Osmundo Mejía Erazo
*Profesor y periodista

La honradez es una gran virtud, son pocos pero sí hay, hombres o mujeres que han ocupado un alto cargo público o en la empresa privada que pueden demostrar en su totalidad la honradez, como humanos más de alguna falta por acción u omisión hemos cometido en el recorrer de nuestra vida. Según el diccionario, honradez significa la calidad de probo, el proceder recto del probo, la honra que se alcanza por el conocimiento y actuar  hace que se formen una buena opinión de nosotros y la fama adquirida por la virtud y el mérito. No es tan fácil encontrar un funcionario químicamente puro porque la honradez no solo consiste en no tocar un centavo, la honradez está vinculada con nuestra forma de tratar a los demás, si como funcionarios somos mentirosos o tenemos preferencias o no damos oportunidad a personas con capacidad por pertenecer a otro partido político, allí estamos fallando a nuestra honradez y es que no todos tienen esa vocación de servir desinteresadamente a los demás, la mayoría de los políticos más bien tratan de servirse de los demás aún de los que consideran sus amigos.

En todos los gobiernos se pasa de un escándalo a otro, no es tan fácil identificar a los lobos vestidos con piel de ovejas, no podemos leer tanta mente corrupta ocupando altas posiciones, porque detrás de un bonito traje y corbata se esconden muchas actitudes aún desconocidas, el hombre transparente no da lugar a un ápice de duda. La honradez es parte de nuestra formación moral familiar y sobre todo cristiana donde el Señor nos dice: “Procurando hacer las cosas honradamente, no solo delante del Señor sino también delante de los hombres”. (II Corintios 8:21) También la Biblia nos enseña que, “mejor es lo poco del justo que las riquezas de muchos pecadores”, al referirse a los amigos de lo ajeno a los que se hacen ricos de la noche a la mañana. Cuando un partido político gana las elecciones, los que han invertido dinero exigen a sus líderes aquellos cargos donde puedan recuperar y multiplicar su inversión como cualquier otro negocio, esa es nuestra política mis queridos amigos.

Uno de los últimos presidentes más honrados de Honduras fue el doctor Juan Manuel Gálvez, quien en realidad salió de Casa Presidencial sin haberse lucrado, es más, algunas veces se le vio tomando café con pan en el mercado Colón de Comayagüela sin guardaespaldas y vestido con su clásico sombrero y traje sencillo, no como los últimos mandatarios que no se han conformado con los millones de la partida confidencial que les permite vivir el resto de sus vidas sin problemas, sino que han saqueado las arcas del Estado y aparte de esto tienen derecho a una curul en el elefante blanco llamado Parlamento Centroamericano que solamente dinero saca a los míseros presupuestos de los países del área, con excepción de Costa Rica que fueron más inteligentes que nosotros y hay que reconocerlo son los que están mejor en Centroamérica.

Se hace necesaria una campaña formal para la consecución de actitudes hacia el bien común, la clase de Moral y Cívica debe seguir en los hogares, en las escuelas y colegios y en nuestra adultez seguir los pasos del gran Maestro que nos dejó su legado a la humanidad. Se debe premiar la honradez de muchos hombres y mujeres que han dejado una huella intachable en su vida pública y privada, practiquemos la honradez siempre en todos nuestros actos y tendremos paz con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con Dios que todo lo ve y es el único que puede juzgarnos con verdadera rectitud no como la justicia retorcida y amañada de los hombres. En esta nuestra Honduras con tanta corrupción y difícil situación que estamos viviendo, al entrar a un nuevo año con nuevo gobierno y como está en moda la creación de premios y distinciones, sería bueno que dentro del engranaje administrativo del Estado, aunque sea usando una lupa, se busquen y premien los buenos hombres y mujeres acreedores del premio a la honradez.

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