Arqueología literaria: últimos hallazgos en la literatura hondureña del siglo XIX y XX

La arqueología literaria en Honduras es poco utilizable. Son pocos los investigadores e historiadores hondureños que cultivan ese campo. Yo, sin dejar atrás mi verdadero vicio que es la poesía, vengo investigando nuestra literatura desde la publicación de la primera edición del Diccionario de Escritores Hondureños, desde 1987. Y es esa la búsqueda infinita de la perfección de esa obra, la que me sigue impulsando a llenar los espacios vacíos que mis propias investigaciones no han alcanzado todavía.

En este día de mi solemne incorporación a la Academia Hondureña de la Lengua, quisiera dar a conocer, algunos recientes hallazgos que he logrado ubicar en nuestra literatura del siglo XIX y del XX.

CASO 1

Leyendo en soledad algunos periódicos de mi colección editados en Comayagua, noté que en uno de ellos aparecía un poema firmado por Eugenio Berlioz Zepeda, nombre tal, que nunca había escuchado en las memorias poéticas de Comayagua. Comencé por investigar localmente y las pistas me llevaron rápidamente a algunos resultados. Mis voluntarios informantes lograron saber su antigua profesión, la casa en que vivó en Comayagua y el nombre de sus padres, pero hasta allí culminó todo. Busqué el amparo de las oficinas municipales del RNP de la Paz, pero su nombre nunca apareció. Eso sucedía en el año de 1995. Un día de cierto año después, estando yo en el viejo recinto del Archivo Nacional de Honduras, pasando entre los estantes de tanta noticia vencida, se deslizó sobre mi cabeza, un pequeño diario y cayó a unos pies de donde yo me encontraba. Levanté el pequeño folleto y leí su nombre: El Anillo de Hierro, editado en 1921 en Tela, por Arturo Oquelí, viejo luchador de estribillos y galeras. Allí por casualidad leí los datos de la muerte de Eugenio Berlioz Zepeda, ocurrida en La Ceiba, en ese año. Yo creo en la providencia y ese detalle y pasaje que he contado, me convenció de la misma. De ese tiempo a esta parte, consulté con mi amigo Eric Shwimmer, genealogista norteamericano, sobre su ayuda por encontrar el año de nacimiento del poeta buscado. Le di el nombre de su madre y a los días, correo por medio, me brindó el dato que yo esperaba por más de 20 años esperaba. Eugenio Berlioz Zepeda, nació en Comayagua el 12 de noviembre de 1894, hijo natural de la señora Paula Zepeda. Misterio resuelto. En su adultez, Berlioz Zepeda tomó el apellido de su padre, de señas conocido en Comayagua. Por ser inscrito como hijo natural, resultó imposible encontrarlo por el apellido paterno. Hoy su nombre se ha incorporado, con pelos y señales, en la cantera inagotable de las letras comayagüenses.

CASO 2

Estoy construyendo un libro sobre poetas hondureños ya desaparecidos y que no dejaron obra publicada en vida, más bien dispersa en periódicos y revistas de su época. El libro en el que me encuentro trabajando todavía se llama “Poetas en el limbo”. En el mismo, biografío a tres poetas: Céleo Dávila, Alejandro Cabrera Reyes y Juan Ordóñez López. Adosada a la contracción de su obra, está la construcción de sus vidas. A Cabrera Reyes, la mayoría de los antólogos hondureños, le dan el año de 1900 como su fecha de nacimiento. Como soy desconfiado de sombras y relámpagos, acudí a una pupila mía que vive en Talanga, ciudad donde se sitúa el nacimiento del poeta. Ella acudió el RNP de esa ciudad y a los pocos días me mandaba la siguiente información. Alejandro Cabrera Reyes nació en Talanga el 26 de febrero de 1896. Entonces la verdad documentada derrotó al mito de 1900, como año de su nacimiento.

Caso particular fue el estudio de la vida de Céleo Dávila, poeta, abogado, ministro y diplomático de regio abolengo liberal. A Dávila, los historiadores le otorgaban el año de 1899 como fecha de nacimiento. Investigaciones hechas por mi persona arrojaron después de muchos años, la verdadera fecha. Dávila nació en Trujillo el 7 de diciembre de 1889, hijo natural de doña Clemencia Rivera. Con los años, don Céleo adoptaría el apellido paterno, cosa que se ha venido repitiendo en la genealogía hondureña a través del tiempo. Fue bautizado con el nombre de Santiago Céleo Rivera.

CASO 3

Pero quizás el logro más grande de estas investigaciones de la literatura nacional del siglo XIX, es haber encontrado la verdadera fecha de nacimiento del poeta, Martín Paz, llamado “El Acuarelista del trópico”. A Paz, mulato de origen, nacido en Trujillo, se le ha venido otorgando el año de 1901 como su fecha de nacimiento. Más equivocados no podíamos estar, pues nuestras investigaciones recientes nos dan el año de 1896, como su verdadero año de nacimiento. Soto fue hijo natural de la señora Guillermina Soto, quien lo bautizó con el nombre de Martín Isaac Soto.

CASO 4

Otro caso emblemático fue encontrar la verdadera fecha de nacimiento de doña Paca Navas de Miralda. Embriagados de olvido y charlatanería, nosotros los historiadores de nuestra literatura, le dábamos 1900 como su fecha de nacimiento. Yo mismo comienzo mi titánica obra “Cronología de la Literatura Hondureña del Siglo XX”, con ese dato. Una vez me levanté de madrugada, repitiendo casi paranoico “Paca Navas de Miralda nace en 1900”. Eran las compulsiones de una nueva obra en ciernes. Poco tiempo después y editado el libro, cayó en mis manos una obra literaria feminista de nuestra recordada dama Eva Thais: En es libro y en el capítulo concerniente a doña Paca, doña Eva le coloca como años de nacimiento, 1883. En mis últimas investigaciones, he encontrado irrefutablemente, la verdadera fecha. San Esteban, Olancho, 23 de marzo de 1886. Contrajo matrimonio con el polemista Adolfo Miralda, también olanchano, en Juticalpa en 1906, a la temprana edad de 20 años.

Caso 5

Es penosa y hasta catastrófica la ignorancia, incluida la mía, sobre la fecha de nacimiento del nuestro héroe musical, Aguato C (Constantino) Coello. Todos le dábamos el año de 1884, pero la verdad justiciera nos arroja el 1m de septiembre de 1882. Debemos entonces, rectificar este dato.

CASO 6

Al bardo comayagüense, Ramón Ortega, su madre, Margarita Ortega Arriola, lo inscribió como hijo natural suyo, el 28 de febrero de 1886, borrando sumariamente la errada fecha del 18 de abril de 1885. Ahora don Ramón, será un año más joven que ayer.

CASO 7

En 1893 y no en 1895, nace el primogénito del matrimonio comayagüense, el malogrado bardo José Santiago Castro, quien fuera hermano de los también poetas José y Jesús Castro Blanco.

CASOS DEL SIGLO XX

CASO 1

Cierto día, mi padre, el historiador y maestro, José Dolores González Vallecillo, me regaló varios libros de cultura general y variada. Entre esos libros venían dos poemarios firmados con el nombre de Gumersindo Gómez Paniaga, ilustrados además, con sendas dedicatorias. Para mí ese nombre era desconocido, lo que a la vez, representaba un gran reto para mi vocación de “diccionálogo”, cariñoso apodo acuñado por el recordado maestro, don Óscar Acosta (QDDG). Buscando un indicio sobre el Poeta Gómez Paniega, repasé lo libros de “pe a pa”, pero no encontré datos de su vida y nacimiento, pero sí unos poemas dedicados a Langue, poblado donde presumiblemente nació. Para ello y aprovechando un viaje a Nacaome, me desplacé para Langue, famosos pueblo sureño, donde pacientemente y ayudado por dedicadas empleadas del RNT, encontramos el dato deseado. Gumersindo Gómez Paniagua, fue inscrito como hijo natural, por eso no llevaba el apellido paterno que él uso en su adultez (otro caso de los padres reivindicados). El poeta
Gómez Paniega nació en Langue, pueblo de sus canciones, el 8 de enero de 1908.

Caso 2

Cuando leí el prólogo que Marcos Carías le hizo al libro de cuentos “Páginas Rojas” del escritor nacional Álvaro J. (José) Cerrato, supuse que fueron contemporáneos. Esa fue la primera pista para tratar de dar con el año de nacimiento del segundo. Después supe que una enfermera, Gertalina Cerrato Gattorno, era una de sus hijas. Al conseguir por fin su teléfono y al preguntarle por la fecha de nacimiento de su padre, me respondió solemnemente que no sabía. La razón era que ella como hija, había convivido poco con su padre, ya que este abandonó su hogar y se dedicó a la ingesta alcohólica, muriendo atropellado en una calle de Comayagüela, en 1972, según hace constar Pedro Escoto López, en una gacetilla de el periódico humorista “EL Alfiler” de esa fecha. Sin embargo me dio otra pista. Su padre era mayor 10 años que su madre, Rosa Herminia Gattorno, que según investigué después, nació en Choluteca en 1913. Así que si este dato era verdadero, don Álvaro debió haber nacido en 1903, de allí mi coincidencia de contemporaneidad con Marcos Carías Reyes. Con esos datos pude conformarme con aproximarme a su fecha de nacimiento, pero no estaba conforme. Conseguí tiempo después, el nombre y apellidos de los padres de don Álvaro y me fui al RNP y di con todos sus hermanos, menos con él. Cuando supe el verdadero dato, Álvaro José Cerrato, fue inscrito con el segundo apellido de la madre, Flores y no Bustillo como se inscribieron el los registros, sus hermanos. Álvaro José Cerrato, nació el la aldea El Tránsito, de Nacaome, el 20 de febrero de 1905. En este mismo caso, Julio Escoto en un artículo sobre las novelas perdidas en Honduras, menciona el caso de la novela “La que quiso ser madre”, escrita por don Álvaro. Indagando siempre con el entorno familiar del malogrado escritor sobre esta novela, encontré que una nieta del mismo, la conservaba, lo que pude constatar en el 2015. Al tener noticia de ese hecho, el mismo Julio Escoto, me contestó que eso hechos” se daban cada 100 años”.

CASO 3

En 1947, se publicaba en Honduras, una extraña novela: “Bajo el cielo de Palestina”. Su autor: Miguel Farach ¿Pero quién era este atrevido novelista? Conociendo de primera mano que vivió en Choluteca, llamé a mi amigo y colaborador Edgardo Alegría quien me dio una gran pista. Me dio el teléfono de una de sus hijas y después de una larga y amistosa plática con ella, esto fue el resultado:

Miguel Farach, nació en Palestina, el 29 de septiembre de 1912 y murió en Choluteca el 4 de diciembre de 2007. Llegó a Honduras, en compañía de su hermano Basilio, en 1926, cuando apenas contaba con 14 años. Después de vivir en Tegucigalpa, viajó al sur para probar suerte en los negocios y se radicó en Choluteca donde contrajo nupcias con doña Emilia Simón, con la cual procreó 7 hijos. En 1939, fue miembro activo de la Sociedad Unión Juventud Árabe. En 1947, publicó su única novela, donde a pesar de vivir en Honduras, la trama se desarrolla en una idealizada Palestina. Según sus familiares, don Miguel, escribió dos libros más: “El fin del mundo” y “Nosotros los huerfanitos”. Con ello, considerado nosotros, hemos rescatado su memoria, antes desconocida.

APRECIASIONES FINALES

En este corto artículo, hemos incluido varios de los más importantes hallazgos sobre la vida de los personajes de nuestra literatura tanto del siglo XIX y XX y cuya publicación contribuirá sin duda en la preclara difusión correcta de sus vidas.