PIEDRA ANGULAR DE LA NEGOCIACIÓN

LÁSTIMA que el tema de los inmigrantes hondureños en los Estados Unidos no merezca atención nacional. Menos de la incumbencia de ninguno de los políticos que atizan la controversia. No que aquí no haya discusión. Nada más que gran parte de ella solo es atinente a los intereses políticos de los grupos. La suerte de estos atribulados compatriotas que hoy pasan por la peor de las incertidumbres –pese a los masivos recursos que aportan al país con sus remesas familiares– no figura en la agenda de ninguno. Nadie menciona sus apuros en ninguna de las entrevistas o de las intervenciones públicas que ofrecen. Tampoco figuran dentro de las preocupaciones manifestadas por las redes sociales. Los mensajes por Twitter que cuelgan en sus cuentas personales aluden a la erupción volcánica de los resultados electorales. No hay, en todo el pataleo, nada que remotamente represente una frase de solidaridad a estos compatriotas indocumentados residentes en el exterior.
Durante la campaña electoral los medios de comunicación cubrieron los apuros de los inscritos en el TPS. Las nuevas autoridades norteamericanas les advirtieron que “era hora de comenzar a empacar sus maletas”, ya que el beneficio que amparaba su estadía en los Estados Unidos era de carácter temporal. Una vez agotado el impacto del siniestro o de la calamidad que los indujo a salir de sus países de origen, era hora de regresar. Aquí en esta columna editorial quisimos aportar argumentos adicionales al gobierno hondureño, para que sustentara mejor sus gestiones. La temporalidad nunca se refirió a la duración de la adversidad doméstica, sino que lo provisional era mientras allá en los Estados Unidos daban una solución definitiva a los cientos de miles de inmigrantes, aprobando una reforma migratoria. Eso nunca ocurrió, ninguna razón imputable a las víctimas, sino más bien al embrollo político en Washington. Finalmente en forma excepcional dieron una última prórroga de 6 meses. Más por el funcionario competente para tomar la decisión –justificando que el caso de los hondureños continuaría en estudio– que por voluntad de altos personeros de la Casa Blanca que se oponían. Ahora en Washington demócratas y republicanos negocian un acuerdo presupuestario que permitiría evitar el cierre del gobierno. Así escribió Trump en su cuenta de Twitter: “Hoy me reúno con ‘Chuck (Schumer) y Nancy’ para mantener el gobierno abierto y operativo. El problema es que ellos quieren inmigrantes ilegales inundando nuestro país sin control, son débiles en (materia de) criminalidad y quieren SUBIR los impuestos sustancialmente. ¡No veo un acuerdo!”.
“La inmigración, un asunto en el que republicanos y demócratas difieren radicalmente, se ha vuelto una piedra angular de toda la negociación”. “Los demócratas insisten en que solo apoyarían el nuevo presupuesto en caso de que se encuentre una solución definitiva a los 690,000 jóvenes indocumentados conocidos como “dreamers” o “soñadores” que estaban protegidos por el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia)”. “Trump ha vinculado cualquier solución para los “soñadores” a una ampliación de la partida presupuestaria destinada a combatir la inmigración ilegal y a financiar su gran promesa electoral: un muro fronterizo entre México y Estados Unidos”. Como decíamos arriba. Por ser asunto crucial al destino de cientos de miles de hondureños, el tema debería interesar a los políticos aquí. Aunque quizás solo lo sea para efecto de las notas internacionales que publican los periódicos y como comentario de esta columna de opinión. Disculpen por el titular del artículo. No tiene nada que ver con las negociaciones políticas del patio doméstico, pese a que para muchos en eso consista el principal motivo de desvelo.