Esta tierra debe ser salvada

MEDARDO MEJÍA
ALEJANDRO CASTRO DÍAZ
Tuvo una publicación propia que se llamó “Revista Tegucigalpa” en la que enjuiciaba semanalmente lo más saliente de la capital del país. Los muchachos querían la “Revista Tegucigalpa” porque era su revista. Castro les publicaba cuando le llevaban, toda vez que fuera pasadero.
Además, era el jefe de redacción de “El Cronista” cuando lo gobernaba Calderón (don Manuel). Era el jefe de ese periódico, lo que le valió que al fin los politiqueros que solo se aprovechaban de los hombres, haciendo una excepción, lo compensarán haciéndolo diputado. Pero no le duró aquella prebenda. Luego estuvo muriendo, gastado por dentro y por fuera, decepcionado, considerando que este mundo es el infierno, y que la muerte a lo peor es otro infierno.
La Asociación de Prensa  Hondureña (APH) tiene un premio que lo da cada año a cualquier emborronador, creyendo que con eso endulza la amargura de aquel prisionero de la angustia.
El caso de Alejandro Castro hace creer que aquí hace falta una revolución  libertadora, porque el rencor de este hombre y el suicidio de otros, acusa que esta tierra, negra de pesimismo, debe ser salvada.
El Heraldo, Teg. Febrero 24, 2002