Desafíos de la educación superior

Por Óscar Lanza Rosales
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El pasado mes de noviembre me reuní en Mérida, Yucatán, México, con 15 de mis excompañeros y sus respectivas esposas del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) o el Tec como le llamamos cariñosamente sus exalumnos. Una reunión inolvidable, recordando los tiempos de estudiantes, un buen programa de convivencia, en una ciudad simpática, la cuna del romántico de la canción, Armando Manzanero, de quien los taxistas nos contaron varias anécdotas.
Aprovechando el convivio, y la valiosa experiencia que uno de mis colegas tiene sobre la educación superior en México, el talentoso e inquieto Eugenio Nájera, y por considerarlo de interés para Honduras por sus similitudes, me permito compartir con mis lectores, sus interesantes opiniones sobre ese tema, por la experiencia que tuvo por 14 años como consejero del Tec en la escuela de ingeniería, y actualmente consejero de la Universidad Metropolitana, la universidad privada más grande de Monterrey, y la Universidad de Monterrey que compite con el Tec.
Nájera cree que el modelo de enseñanza de la educación superior en México y algunos países de América Latina es obsoleto, porque el maestro sigue siendo el actor activo, con sus exposiciones, clases magistrales, y el alumno como receptor con una participación pasiva, cuando debería ser al revés. Él es admirador del modelo alemán, en que el alumno además de aprender la parte teórica trabaja o sea el modelo aprender haciendo, idóneo para el caso de ingeniería.
Pero el modelo alemán no se aplica en México, porque no hay una verdadera vinculación entre la academia y la industria, cada quien anda por su lado, cuando deberían trabajar de manera conjunta, y de ahí los pobres resultados como país. Por ejemplo, en investigación México anda muy atrasado, cuando solo invierte el 0.45% del Producto Interno Bruto, porcentaje pequeño comparado con Estados Unidos con 2.5%, Israel el 5% y Corea del Sur el 3%.
En patentes, México apenas registra mil al año, de las cuales solamente 400 son de ciudadanos mexicanos viviendo en México, el resto son de extranjeros. Mientras Estados Unidos registra 150 mil al año, de lo que se concluye que estamos lejos -según él- de la investigación y desarrollo necesario para un verdadero despegue tecnológico.
Otro indicador son las exportaciones, muy interesante su monto, 380 mil millones de dólares, pero de ese valor solamente un 27% representa valor agregado, en una economía de un trillón de dólares. De esas exportaciones: el 85 % son realizadas por empresas extranjeras que no hacen nada de investigación y desarrollo en México, sino que en sus países de origen. Solamente un 15% de las exportaciones son realizadas por empresas mexicanas. Otra debilidad que justifica la necesidad de juntar el esfuerzo académico tecnológico con la industria. Un reto de la educación superior principalmente de aportarle a la sociedad, a la industria, al sector tecnológico, los conocimientos suficientes para que cambie de manufactura a mentefactura que es el futuro.
Con esta información, Nájera llega a la conclusión que México no es país manufacturero con tecnología propia, sino que un simple país maquilero, con una gran capacidad de su gente para hacer las cosas muy bien, disciplinados, que aprenden con facilidad, pero que desafortunadamente estas empresas no aportan nada para el desarrollo del país.
Como consejero del ITESM, dice Nájera, que su contribución como tal, fue enfatizar en los maestros que tiene esta institución, la mayoría con doctorados, que sus investigaciones tuvieran una aplicación práctica y que no se quedaran en lo puramente teórico o académico, para que las empresas las aplicaran en sus procesos productivos, y fueran más competitivos. Cuando él llegó al Tec, esta institución tenía 2 patentes por año, pero después de 12 ó 13 años, ahora registra entre 30 y 40 patentes por año. Otra contribución importante fue involucrar a los maestros en consultorías a las industrias en la mejora de procesos tecnológicos, pero tratando que los maestros se beneficiaran económicamente del pago de honorarios por las mismas.
En mi siguiente artículo escribiré sobre la opinión de Eugenio Nájera, de cómo la educación superior puede tener mayor incidencia en el desarrollo tecnológico de México y de cualquier otro país, incluyendo a Honduras.