DERROCHE Y RACIONALIZACIÓN

DISTRIBUIDORES de productos del petróleo sugirieron una autorregulación en el gasto de combustibles, considerando la tendencia alcista en el mercado interno por impacto de las condiciones climáticas que se registran en Estados Unidos”. Quizás este sea uno de los pocos países del mundo donde los precios de las gasolinas suben, pero el consumo no amaina. No hay conciencia de ahorro de energía en los consumidores. Y tampoco hay política gubernamental orientada a reducir el consumo. ¿Cuántas veces hemos sugerido campañas orientadas a concientizar a la gente sobre la necesidad de ahorrar, de no malgastar lo que es escaso, de no dilapidar un recurso que se importa y que es carísimo para el país? Sin embargo todo llamado a que lancen campañas de austeridad, a modo de hacer reflexionar a la ciudadanía, cae en oídos sordos.
Racionamiento solo hay del agua potable. Casi durante todo el año. Y la sequía se agudiza sin que haya solución alguna a la vista. Pero algún plan para racionalizar el uso de la energía eléctrica y de los combustibles, no existe. Digamos de revisar los horarios de entrada y salida de los alumnos a las escuelas, o de los burócratas a sus trabajos, y de los trabajadores del sector privado, para desatorar los tremendos embudos que se forman a las horas pico. Son colas endemoniadas de vehículos que se forman por todos lados. El transporte urbano más enredado que la hiedra. En la desordenada ciudad capital, por ejemplo, los taxis andan a la pesca de pasajeros, quemando gasolina a lo loco. La aglomeración de vehículos que hacen en distintas intersecciones. Esos enclaves que han hecho, con permiso de la alcaldía, donde los vecinos de determinado sector enjaulan sus viviendas –en los denominados barrios seguros– poniendo trancas en medio de la calle y postas de vigilancia, cortando el acceso a otras partes de la ciudad. Por más que la municipalidad quiera despejar la circulación construyendo nuevas vías de alivio, puentes aéreos y las demás obras de infraestructura, lo que ganan allí con esas ampliaciones lo pierden con los cientos de sectores trancados a lo largo y ancho de la circunscripción municipal. Violentando el derecho de libre circulación de los demás, que ocupan las calles públicas para llegar a otras partes de la ciudad. Claro que hay derecho a los circuitos cerrados. Pero eso es cuando la zona residencial está diseñada de tal forma que la calle de ingreso y salida no conduce a ninguna otra zona, y solo sirve como acceso a las aisladas viviendas.
Pero cuando es una vía pública que conduce a otro lado, es totalmente arbitrario cerrarla para resguardar un grupo de particulares. Suficiente con este tema del derroche de energía eléctrica y combustible. Si cuando los precios llegaron a niveles infames de extorsión no hubo política de ahorro, más bien el gobierno se puso a subsidiar el alto consumo, menos para que la haya ahora. Lo triste es que mientras se incrementan los pagos de la factura petrolera los ingresos provenientes del café no mejoran debido a los bajos precios en el mercado internacional. El café registraría un precio promedio de 118 dólares este año, mientras que en el ciclo 2016/2017 el precio promedio por cada saco exportado fue de 139.86 dólares. Ni con toda la venta de café se compensa por la compra de combustible.