LA ENSALADA

VEAMOS cómo nos sale esta ensalada y si el amable público la digiere: El espinoso tema de la reelección es tema que en todos lados levanta roncha. Nicolás va por la reelección. La Asamblea Nacional Constituyente venezolana adelantó las elecciones generales, previstas para fin de año, para antes del mes de abril, aprovechando la coyuntura que la oposición está fragmentada. No solo en la elección de un candidato que represente todo el movimiento opositor, sino que unos quieren participar y otros rechazan hacerlo justificando que “no existen condiciones electorales libres y transparentes”. La comunidad internacional, incluyendo al Departamento de Estado norteamericano, ha criticado la convocatoria, pero esas son pajas “imperialistas” que a Nicolás no le conciernen. Si allá la autocracia manda al carajo al imperio qué no decir con la “injerencista” OEA. Lo anterior es lo que responde la autocracia a las sanciones impuestas por EE UU y la Unión Europea: “Si el mundo quiere aplicar sanciones, nosotros aplicaremos elecciones (…). Poderes imperiales y poderes fácticos han desatado una campaña sistemática y de odio contra Venezuela”.
A propósito, la oposición venezolana se retiró del diálogo. Otro diálogo que fracasa. Este era facilitado por los expresidentes Rodríguez Zapatero de España y Leonel Fernández de República Dominicana. ¿Y no es que se ocupan mediadores exógenos para que los diálogos funcionen? Esa es la impresión que hay acá. Como la supeditación es tal que nada camina si no es con chaperones extranjeros, allí salieron a la luz pública los nombres de los expresidentes que andan buscando –todos buenas personas aunque varios cuestionados en sus propios países– para proporcionar la credibilidad y la confiabilidad que los hondureños, faltos de orgullo patrio y con su autoestima por los suelos, no encuentran internamente. (Pero, para no desentonar de la ola de sometimiento, hay que condescender que traigan alguien ajeno. Y bueno que lo hagan para tranquilidad de los incrédulos). En el reciente proceso electoral mandaron dos expresidentes y un embajador jefe de Gabinete de la OEA a mediar entre las partes y no atinaron hacer una gestión exitosa de buenos oficios para que los extremos se sometieran a un compromiso. Se quedaron con los acuerdos firmados y rotos y salieron de huida dejándonos en el enredo. Dicho sea de paso, el boliviano que mandaron se regresó a su país a oponerse a la reelección de Evo. El prócer indígena que lleva 12 años gobernando, va a repetir. Quiere permanecer en el poder hasta el 2025, pese a que perdió un referéndum popular que le prohibió otro período. Pero consiguió que la Corte Suprema le diera vuelta al mandato del soberano.
Tanto en Venezuela hay oposición que corea “fuera Maduro” como en Bolivia hay opositores que le gritan “fuera Evo”, pero ellos están atornillados a sus pupitres. Así que esa frase que se escucha aquí por todos lados la tomaron los pupilos de lo que los opositores –“imperialistas, reaccionarios, basura ultraderechista”– le gritan allá a sus mentores. Pero hay otros que quieren volver. Lula en Brasil encabeza las encuestas. Pero una corte brasileña de apelaciones acaba de confirmarle la condena por supuestos actos de corrupción pidiendo aumentar la pena hasta más de 12 años de cárcel. Con semejante mazazo quedaría inhabilitado. El otro que regresó a Ecuador, ya peleado con el actual mandatario del que fue su promotor, a fundar otro partido y a oponerse al referendo propuesto por el gobierno para impedir la elección indefinida, fue el anterior expresidente que ya cambió de parecer y ahora quiere reelegirse. En su recorrido por La Maná al sur de Quito, fue recibido con huevos por una multitud que le gritaba, “Fuera Correa, fuera”; sacándole en cara supuestos escándalos de corrupción de su administración vinculados a la empresa brasileña Odebrecht. Por suerte quienes lo acompañaban en el camión descapotado iban preparados y respondieron también lanzando huevos contra la muchedumbre. De este relato, ¿cuál cree usted, acucioso lector, que sea la moraleja?