Cuerpo del hombre, cuerpo de la nación: Duelistas en el siglo XIX

Por: Emilson Blanco Morazán
El duelo tras una apariencia de violencia desenfrenada, esconde las ansias de orden de una sociedad moderna inquieta ante la disolución de las antiguas fronteras sociales. Para América Latina la independencia abrió un largo proceso de reacomodo del orden social, y el cuerpo del masculino sirvió de vehículo para este fin.
George Mosse explica para Europa el nacimiento de lo que entendemos por hombre moderno (virilidad, atributos morales, destreza física, etc.) según la emergencia de una sociedad burguesa a finales del siglo XVIII que cooptó remanentes aristocráticos como honor, bravura, amor platónico y compasión bajo formas modernas.
La aristocracia europea perdió el monopolio del honor y el duelo como derechos de sangre (para la nobleza masculina) a manos de la burguesía, produciéndose un cambio importante que consistió en trasformar el duelo en materia de virtud y justicia (1) en consonancia con la búsqueda de orden, tan preciado para la nueva sociedad burguesa europea, y para lo que nos interesa, aplicable (con características propias) también para la Latinoamérica de las reformas liberales en el siglo XIX.
El duelo pasó de ser un “Juicio de Dios” (2) a un medio secular y civilizatorio, así lo expresaba en 1890 el Código de Duelo Nacional Mexicano, según el coronel de caballería Antonio Tovar: “La lucha es obra de la naturaleza, el duelo de la civilización; (…) Debe el duelo ser, combate de valientes, y lo son los hombres de honor.” (3)
El duelo fue una práctica común incluso hasta la primera década del siglo XX, nos interesa como práctica imbuida en ideales que solo puede ser expresada a través del cuerpo. La destreza requerida no era poca cosa cuando se disputaba el honor y la vida, más aun cuando la espada era el arma más digna para batirse. El duelo en siglo XIX representa la encrucijada de una sociedad que se aferra a los ideales tradicionales ante el empuje de la modernidad.
Los reformadores liberales hondureños del siglo XIX se vieron a sí mismos como los instauradores de la paz tras la larga inestabilidad política postindependentista y el duelo por largo tiempo sirvió al “orden y progreso” como auxiliar de la justicia humana.
En Honduras esta práctica no fue rara, en Tegucigalpa tenemos informes, para 1889 dos jóvenes “se dirigían al Guanacaste a batirse, prodigándose los mayores denuestos” (4) y se conoce tan tardíamente, cuando en 1927 se reta a duelo al General Gregorio Ferrera. (5)
A principios del siglo XX en Guatemala, el escritor hondureño Froylán Turcios presenció un duelo originado por una discusión que escaló a la violencia entre dos periodistas de diarios guatemaltecos. Fueron los actores el conde brasileño Soromenho (compañero de trabajo de Turcios en Diario de Centroamérica) y Pedro Milla (diario La República):
“El guatemalteco -hijo del célebre novelista Salomé Gil-, demostró gran valor y pleno conocimiento del arma, pero muy gordo y de pequeña estatura, presentábase desventajosamente ante su enemigo, alto, vigoroso y ágil (…) Sucedió lo que era lógico: que el lance fue un desastre para Milla quien recibió un sablazo en la cara.” (6)
Aquí se destacan dos situaciones, primero, que la referencia al cuerpo es evidente. El honor y el “gran valor” debía asistirse de un cuerpo apto. Segundo, si la “democratización” del honor y el duelo se produjo gracias a una sociedad más flexible que la vieja sociedad colonial, la honra e hidalguía de carácter hispánico aún se observa. Después de todo no cualquier era digno de batirse, sino aquel de comprobada honra.
La honra parecía una obsesión para esta sociedad finisecular. Así por ejemplo aquel hombre que profería calumnias era un ser doblemente ruin, ya que buscaba poner en duda la honra del prójimo, pero además “si los ladrones y asesinos suelen forjarse un plan, combatirte cuerpo a cuerpo, corren peligros eminentes, vencen y huyen de la justicia. Este otro [el calumniador] no necesita ni de astucia ni de valor (…) es por consiguiente más cobarde, más infame.” (7) La honra aquí era un atributo encarnado, la preparación física era necesaria.
En el caso de Europa y México la esgrima tenía el papel de equiparar el desarrollo del cuerpo con el carácter “civilizatorio” del duelo, y según lo visto anteriormente se podría plantear lo mismo para Honduras. (Aunque en los diarios capitalinos hondureños (8) se nos presenta un cuadro más inocente, según el cual el parque Central de Tegucigalpa servía de arena de práctica para los jóvenes que se entretenían “jugando a la esgrima, armados de palos”) (9).
En Honduras, a finales del siglo XIX, la institucionalización de actividades físicas para los jóvenes como un Club de Armas en Tegucigalpa (10), la creación de una clase de Esgrima en el Instituto Nacional (11) y los “juegos atléticos” en Escuela Militar (12) nos llevan a plantear este proceso como racionalización de la violencia, que pretendía convertir en juego o deporte lo que anteriormente fue una práctica elitista y violenta (el duelo) y por otra parte intentaba tecnificar la fuerza y violencia para ajustarla al control del Estado.
Maestría en Historia social y cultural. UNAH. Email:[email protected]
(1)Mosse, G. (1996). The image of man: the creation of modern masculinity. New York: Oxford University Press. Págs. 18-20
(2)Se suponía que Dios tomaba bando a favor del combatiente que tenían la razón o causa justa.
(3)Tovar, A. (1891). Código Nacional del Duelo Mexicano. México: Imprenta, Lit. y Encuadernación de Ireneo Paz. Pág. IX
(4)La Nación. (1889, Enero 14). Partes de Policía.
(5)La Tribuna. (1927, Abril 11). Se reta a duelo al General Gregorio Ferrera I (74) pág. 2
(6)Turcios, F. (1980). Memorias. Tegucigalpa: Editorial Universitaria. Págs. 113, 114
(7)Diario de Honduras. (1900, Abril 14). La Calumnia. Diario de Honduras, III (789), Pág. 2.
(8) Se destaca favorablemente en una pequeña nota cómo Inglaterra superó esta práctica.
El Cronista. (1899, febrero 11). El duelo, I (38), pág. 2. Paradójicamente en un periódico que dirigía Juan Ramón Molina, conocido por su duelo con Jorge Pinel, véase; Amaya, J. A. (2013). El que esté libre de pecado… prostitución femenina y control social en Honduras durante la época liberal (1876-1950). Tegucigalpa: Guaymuras. Pág. 70
(9)El Cronista. (1899, abril 12) I (82), Pág.3
(10)Diario de Honduras. (1900, febrero 20) III (725), Pag.3
(11) El Cronista (1899, mayo 1) I (96), Pag.3
(12) La Prensa (1910, junio 20) Escuela Militar. IV (ilegible), Pág. 2
Fuentes Citadas:
Amaya, J. A. (2013). El que esté libre de pecado… prostitución femenina y control social en Honduras durante la época liberal (1876-1950).
Mosse, G. (1996). The image of man: the creation of modern masculinity. New York: Oxford University Press.
Tovar, A. (1891). Código Nacional del Duelo Mexicano. México: Imprenta, Lit. Y Encuadernación de Ireneo Paz.
Turcios, F. (1980). Memorias. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
La Nación (1889, Enero 14). Partes de Policía.
El Cronista (1899, febrero 11). El duelo, I (38)
El Cronista (1899, abril 12) I (82)
El Cronista (1899, mayo 1) I (96)
Diario de Honduras (1900, Febrero 20) III (725)
Diario de Honduras (1900, abril 14). La Calumnia. Diario de Honduras, III (789)
La Prensa (1910, junio 20) Escuela Militar IV (ilegible)
La Tribuna (1927, abril 11). Se reta a duelo al General Gregorio Ferrera I (74)