Entre amigos

Por Mario Hernán Ramírez
El recordado maestro y periodista, mi entrañable amigo don José María Espinoza, hombre de vasta cultura, la que había adquirido como un legítimo fanático de la lectura en sus diferentes órdenes, situación que lo ubicó como uno de los hombres más conspicuos del pasado siglo, tanto en el magisterio rural como en el periodismo urbano.
Don Chema, como cariñosamente le llamábamos sus amigos, cuando le informaba que había desaparecido físicamente algún amigo o conocido, con el folclor propio de su permanente buen humor, me respondía: “ralitos estamos quedando”, en señal de que íbamos quedando pocos de la generación de por aquel entonces.
Pues bien, sobre el particular, el economista Gustavo Uclés Sierra, doctor César Castellanos Figueroa y abogado Manuel Aguilar Palma, con natural sapiencia, a menudo me llaman para decirme que salen de sus viviendas rumbo a diferentes destinos de la ciudad con el propósito de conversar, platicar o por lo menos saludar a alguien de su afecto, oportunidad que les es negada, porque ya casi no encuentran rostros conocidos, ni en las calles ni en lugares sociales, donde antaño se formaban tertulias a granel; con la advertencia de que también se ha perdido el hábito de la buena conversación, es decir del diálogo ameno y constructivo.
A la Clínica de Atención al Adulto Mayor del Seguro Social, ubicada en el Barrio  Abajo, a inmediaciones del histórico parque La Concordia, asistimos las personas que hemos logrado traspasar los límites de los setenta, ochenta, noventa y más años de existencia, por lo que se ha convertido en el único punto de encuentro para saludar a uno que otro amigo o conocido de hace muchos años.
Allí, precisamente nos encontramos en fecha reciente con el ilustre doctor Horacio Ulises Barrios Solano -Premio Nacional de Ciencia 2010 y hombre de muy delicada estructura profesional, el que hace gala de singulares proverbios, adagios y personificación oral de los sujetos y cosas que a su brillante pensamiento llegan, cuando logra abordar a una equis o b persona, una plática o charla formal e informal, pero sí, rica en anécdotas, por lo que la misma se vuelve sumamente interesante y muy  fuera de lo común, pues como dice el abogado Aguilar Palma “ya casi nadie platica de nada”.
Traemos a relación lo anterior, porque todavía en nuestra mente vibran las imágenes de un Toribio Bustillo, Eliseo Pérez Cadalso, Jorge Fidel Durón, Gustavo Adolfo Alvarado, Manuel Carrasco Flores, Armando Calderón Cantor, Faustino Ramírez Rodríguez, Gabino Alonso h., y otros connotados ciudadanos de Tegucigalpa, cuya presencia al solo asomar provocaba una sonrisa de oreja a oreja, pues, adivinábamos de antemano que algo bueno, alegre y novedoso traía en su mente para compartirlo con el agraciado personaje que a su paso encontraban.
Recientemente, en una reunión social, tuvimos la oportunidad de cambiar breves palabras con la honorable señora María Teresa Arias de Pérez Cadalso, con la que comentábamos algo, precisamente del tema que nos ocupa; pero, en ese instante apareció por allí el connotado científico doctor  Enrique  Aguilar Paz Cerrato, al que ella me señaló, indicándome que aún quedaban personajes de ese linaje, de esa estirpe, de esa generación que se va extinguiendo poco a poco, porque ahora todo el mundo camina inmerso y ensimismado en sus asuntos personales, generalmente en busca del dinero apetecido para la convivencia familiar, porque la vida cada nuevo año se nos presenta más difícil de sortear, ya que para solo citar un ejemplo, en los años cuarenta del pasado siglo, los huevos de gallina se alcanzaban al precio de dos por cinco centavos y en la actualidad a cinco lempiras por unidad, lo que nos da la pauta del cambio radical que se ha operado en menos de un siglo.
Lo anterior es válido, cuando el protagonista de estas líneas, nuestro respetado amigo doctor Barrios Solano, en un lacónico mensaje electrónico dirigido a mi esposa, se expresó de la siguiente manera: “Licenciada de Ramírez: creo que es muy importante que usted emborrone algunas cuartillas en donde la luz del ícono de los medios de comunicación, ilumina mi rostro y tácitamente le da a mi persona un valor agregado. Saludo”.
Para el doctor Barrios Solano el ícono de los medios de comunicación fue consagrado así, cuando en cierta ceremonia de la APH, me impuso la orden del Búho de Minerva.

Horacio Ulises Barrios Solano y Mario Hernán Ramírez