La cultura: término ausente del discurso presidencial y del quehacer gubernamental

Por Jubal Valerio Hernández

¿Escuchó usted, amable lector, el discurso de inauguración del segundo mandato gubernamental del ciudadano Juan Orlando Hernández Alvarado? Es verdaderamente increíble -aunque para muchos no lo ha sido- que en el discurso de referencia no se haya mencionado una tan sola vez la palabra cultura. Fue la gran ausente de la alocución presidencial del 27 de enero recién pasado.
Ahora bien ¿se trataría solamente de un olvido involuntario? ¿Será que en el quehacer gubernamental la cultura figura como un componente esencial? Infortunadamente no es así.
Sabía usted que Honduras es el único país del Istmo Centroamericano, incluido Panamá, en el que se ha clausurado el Ministerio de Cultura? En su lugar, se creó, o más bien se redujo el referido ministerio a una Dirección Ejecutiva (¿?) de Cultura, la que desde el inicio del primer ejercicio gubernamental del hoy repitente jefe de Estado, no ha sido más que un apéndice de una Dirección de Deportes, que absorbe la mayor parte del presupuesto asignado a ambas dependencias.
Como siempre, el deporte, o más bien el fútbol, es capaz de generar más votos a la hora de las elecciones presidenciales. No tengo nada en contra del deporte, todo lo contrario, ni tampoco en contra de los mega parques que últimamente se han estado poniendo a disposición de los pobladores de las ciudades más importantes del país, para su sano entretenimiento.
Pero es que cuando hablamos de cultura, nos estamos refiriendo al factor determinante en el desarrollo de un país. Así lo han entendido, en su momento histórico, estadistas de la talla de don José Figueres Ferrer, quien cuando era cuestionado por algunos de sus coterráneos porque no ponía el énfasis en el desarrollo agropecuario del país, les contestó: “Tractores sí, pero violines también”! Y mire usted, en qué lugar se encuentra Costa Rica ahora, en cuanto a índices de desarrollo humano se refiere.
¿Y en Honduras cuándo? ¿Se entenderá alguna vez por los gobernantes de turno, cuál es el verdadero rol de la cultura en el desarrollo de nuestro país? ¿Cuándo dejarán de verla como una actividad marginal y a las dependencias gubernamentales relacionadas, como un reducto para colocar a personas sin ninguna preparación ni capacidad, solo para cumplir con compromisos políticos, familiares o de amiguismo?
Si algún diálogo se producirá, después de resolver la crisis política en que estamos sumergidos, tendrá que escucharse a los representantes de los diversos sectores de la comunidad cultural del país, en cuyo nombre escribo y hablo, pues ellos tienen mucho que decir y reclamar al respecto.
Tómesenos la palabra!