LAS VUELTAS Y LOS DESAIRES

LAS vueltas que da la vida. Cuando la “cosa aquella”, pese a que Honduras ya había superado el enredo político con elecciones concurridas –además observadas– que produjeron un nuevo gobierno, hubo varios desaires. Al recién electo presidente lo habían invitado a la Cumbre Iberoamericana. Sin embargo algunos gobernantes latinoamericanos amenazaron que si el hondureño llegaba ellos no asistirían. El promotor de la humillación fue el líder venezolano, secundado por los gobiernos satélites. Así que los españoles retiraron la invitación. Aquel gesto de menosprecio fue suficiente para que Honduras no concurriera. Sucedió otro incidente cuando el presidente azteca de aquel entonces y el hondureño se toparon en un pasillo –uno yendo y el otro viniendo– durante transcurría la Asamblea Anual de Naciones Unidas. El mexicano –con la cara empurrada y haciéndose el desentendido– se tiró lo más que pudo hacia el costado para no tener que darle la mano a su homólogo, mientras sus guardaespaldas formaban un cordón a su alrededor para que nadie se le acercara.
Finalmente, después de más de año y medio de gestiones diplomáticas suplicando a la severa comunidad internacional soltar al desamparado pueblo de su ostracismo, Honduras logró salir de aquella encrucijada. Hoy son otros los leprosos. No quieren ver a Nicolás en la Cumbre de las Américas. El gobierno peruano –anfitrión de la Cumbre– insiste que el mandamás venezolano no es bienvenido. Pese a que el jefe de la autocracia advierte que irá a la cita de presidentes americanos “llueva, truene o relampaguee”, arguyendo que tiene una invitación del presidente. La canciller peruana aclara que la tarjeta fue retirada y no desean verlo ni en pintura. Empero, la cancillería venezolana es necia de remate. En una nota alega que, “Perú carece de facultad para vetar la participación del presidente” al cónclave, por lo que anuncian que Nicolás acudirá “puntualmente a la ciudad de Lima en representación del pueblo bolivariano de Venezuela”. Avisa que así sea por aire, mar o tierra pero allí estará. A “exponer las verdades del régimen” para que entiendan los testarudos. La canciller peruana advierte que, “todo Estado tiene facultades y procedimientos administrativos para establecer medidas de distinto tipo cuando una persona no es bienvenida”.
La Constituyente, que cuenta con supuestos omnímodos poderes como para ordenar a cualquiera en Venezuela, apenas sacó una resolución sugiriéndole que mejor no fuera. Sin embargo, si Nicolás se tranca –este macho es mi mula– y decide ir a probar a la hora en punto cómo entra y qué hacen allá para pararlo, este espectáculo en Perú va a estar más entretenido que el montado por los peruanos de la MACCIH dizque por falta de apoyo de su jefe allá en la OEA. Así que el amable público debe estar atento para la función. Sobre todo porque no hay desprecio alguno que avergüence al venezolano. La Casa Blanca –respondiendo un tuit de Nicolás urgiendo restablecer el diálogo Caracas-Washington– rechazó la gentil oferta de iniciar un diálogo con su homólogo venezolano. Reiteró que Trump solo se reuniría con Nicolás cuando se restaure la democracia en Venezuela.