Descubierta una estrella que no debería existir

En el halo de la galaxia, esa especie de esfera gigantesca gobernada por la materia oscura que rodea el disco luminoso que alberga a la Tierra, se encuentran algunas de las estrellas más antiguas que se conocen. Con más del doble de antigüedad que el Sol (aparecieron unos 500.000 años después del Big Bang), esas estrellas llevan existiendo prácticamente desde el nacimiento del universo. Como los fósiles que ayudan a reconstruir la historia de la vida en nuestro planeta, en ellas se pueden hallar muchas claves sobre la evolución del cosmos.
Un equipo del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) ha publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters el descubrimiento de uno de estos astros. Bautizada como J0023+0307, se encuentra a 9.450 años luz de distancia y pertenece a una segunda generación de estrellas del universo.
La primera, surgida de la acumulación de las masas de hidrógeno al inicio de la historia cósmica, fue formada por estrellas gigantescas y de vida muy corta. De este tipo sería la nacida 180 millones de años después del gran estallido que puso fin a la Edad Oscura del universo. La nueva estrella nació casi 9.000 millones de años antes que el Sol
Se cree que ninguno de aquellos objetos ha sobrevivido hasta nuestros días. Hundidos bajo el peso de su propia gravedad y el veloz agotamiento de su combustible, estallaron en forma de supernovas. Pero aquello, como sabemos, solo fue el principio. En esos estallidos, los átomos ligeros se fundieron para formar otros más pesados y así salieron despedidos al medio interestelar para convertirse en ladrillos con los que se formaron nuevas estrellas.
De esa nueva generación es J0023+0307. Los científicos del IAC buscan “estrellas pobres en metales porque son las más antiguas de la Vía Láctea y contienen información sobre cómo era el universo al principio”, explica David Aguado, líder del proyecto.
Estas estrellas tienen ya masas más bajas, similares a la del Sol, y cuentan con más elementos pesados, como el carbono, que normalmente sirve como aglutinante estelar. En este caso, los autores del estudio se vieron sorprendidos por la escasa cantidad de ese elemento encontrada en la estrella recién descubierta. “Por eso decimos que esta estrella no debería existir”, apunta Carlos Allende Prieto, coautor del trabajo. Pero existe, y eso demuestra que los modelos que reconstruyen la evolución del universo son mejorables.
Aguado considera improbable que en torno a esa estrella extraña y antiquísima orbiten planetas. Los materiales pesados como el hierro o los elementos radiactivos que podemos encontrar en nuestro sistema solar, necesarios para formar planetas rocosos como la Tierra, requieren de sucesivos estallidos de supernovas que los generen fusionando elementos más ligeros. J0023+0307 tiene además otras diferencias con estrellas más jóvenes como el Sol.
Según explica Aguado, se formaron fuera de una galaxia, en solitario, aunque luego se pudieron empezar a relacionar con otros astros en cúmulos globulares. Después, muchos de esos cúmulos formaron protogalaxias y galaxias en las que estas estrellas quedaron integradas.
El equipo del IAC quiere continuar ahora su investigación sobre estas estrellas del halo galáctico para reconstruir la historia cósmica. Próximamente, pretenden iniciar un proyecto con el Very Large Telescope (VLT) que tiene el Observatorio Europeo Austral (ESO) en el desierto de Atacama, en Chile.
Allí contarán con un telescopio del tamaño adecuado y las herramientas necesarias para analizar los elementos químicos que componen la estrella. “El Gran Telescopio de Canarias tiene el tamaño adecuado, pero, aunque va a contar con uno pronto, no tiene aún un espectrógrafo de alta resolución”, explica Aguado. “Por eso, para no perder la carrera científica, vamos a hacer esa investigación en el ESO, del que España forma parte”, añade.
Como los buscadores de fósiles, los astrónomos siguen rellenando espacios vacíos de la genealogía cósmica, que es, como la antropológica, una manera de saber un poco más quienes somos. Y en el horizonte, la esperanza de encontrar una de aquellas estrellas primigenias, que nos lleven un poquito más cerca del conocimiento de todo y que, como J0023+0307, no deberían existir.