Vida y obra de Augusto Roa Bastos

Por: Dagoberto Espinoza Murra
Con el auspicio de la Rectoría de la Universidad Pedagógica Nacional (UPNFM), y de la Dirección de la Academia Hondureña de la Lengua, se llevó a cabo un importante acto cultural en el Paraninfo Ramón Oquelí el jueves 15 de marzo recién pasado, para presentar la edición conmemorativa de la novela del escritor paraguayo. Ya antes, según refiere el poeta Rolando Kattán, se había hecho lo mismo con el Quijote de la Mancha; con 100 Años de Soledad y ahora con Yo El Supremo, cuando se cumplen 100 años del natalicio de Augusto Roa Bastos.
Como primer punto del programa escuchamos las palabras de bienvenida de la señora vicerrectora académica,  profesora Celfa Bueso.
El poeta y escritor Rolando Kattán, actuando como maestro de ceremonia, presentó los datos biográficos del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos.
Como punto central escuchamos la conferencia magistral del honorable director de la Academia Hondureña de la Lengua, don Juan Ramón Martínez, quien se refirió a la novela Yo El Supremo considerándola como una obra valiosa por su referencia histórica a una de las dictaduras más largas y oprobiosas de América Latina.
Aunque el tema de la dictadura no es nuevo,  dijo el conferenciante, mencionó el señor presidente de Miguel Ángel Asturias; el Otoño del Patriarca, de Gabriel García Márquez y La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa. Sin embargo, por su estilo y la vida de eterno proscrito de su patria, Yo El Supremo, de Roa Bastos, ocupa un lugar destacado.
El autor de estas líneas fue invitado a disertar sobre la vida y obra del insigne escritor paraguayo.
Comencé expresando que la primera página de una novela es crucial para captar la atención del lector, por lo que leí  el pasquín que apareció en la puerta de la Catedral y que su secretario privado mostrara al dictador. Momentos después Juan Ramón Martínez, con voz vibrante le dio lectura a ese documento apócrifo, cuya autoría no era del dictador como se dejaba entrever, sino de sus adversarios.
Continué entonces con mi trabajo de la siguiente manera:
Cien años se cumplieron de la fecha natalicia de Augusto Roa Bastos, quien vio la luz en Asunción el 13 de junio de 1917. En 1947 se vio envuelto en los acontecimientos políticos que desembocaron en la guerra civil de su país. Vivió en Buenos Aires, Argentina, hasta 1976. Retornó al Paraguay por breves períodos, bajo vigilancia policial. En su última estadía -abril de 1982- fue expulsado por el gobierno dictatorial del general Alfredo Stroessner.
En Buenos Aires publicó sus obras principales: Hijo del Hombre (1960), El Trueno entre las Hojas (1953), El Baldío (1966), Los Pies sobre el Agua (1967), Yo El Supremo (1974).
En 1976 fijó su residencia en Francia, donde enseñó la lengua guaraní y dirigió un taller literario en la universidad de Toulouse. Adoptó la nacionalidad española. En 1989 recibió el Premio Cervantes. Falleció el 2005.
Roa Bastos, poeta, cuentista, guionista y novelista, es sin duda el escritor paraguayo más destacado de su país y uno de los grandes narradores de la literatura hispanoamericana. Exilado político por más de 40 años. Su fama internacional  alcanzó su nivel más prominente en la publicación de “Yo El Supremo”, novela histórica que protagoniza Gaspar Rodríguez de Francia, obra que lo estableció definitivamente en la vanguardia del continente y por la que pasó a integrar al llamado “Boom” latinoamericano.
¿Quién era Rodríguez de Francia? Abogado y político paraguayo, había nacido en Asunción el 6 de enero de 1776. Iniciado en los estudios teológicos, abandonó esa carrera para seguir la de leyes en la ciudad de Córdoba, Argentina. Conspiró contra el régimen español, participó activamente en el movimiento sedicioso del 14 de mayo de 1811 y con Fulgencio Yegros fue vocal de la junta de gobierno (1811-13).  Se hizo designar  dictador por 5 años y luego perpetuo hasta el día de su muerte, acaecida el 20 de septiembre de 1840.
Aunque se constituyó en defensor de los derechos territoriales del estado, mantuvo al país en absoluto aislamiento; suprimió las libertades públicas y castigó cruelmente a sus adversarios.
Hizo fusilar a los próceres Yegros e Iturbe. Mientras sus excompañeros eran ejecutados frente a la Casa de Gobierno, él impávido, se paseaba por los corredores de la segunda planta sin dar muestras de ninguna compasión; conducta observable en los psicópatas que adolecen de embotamiento afectivo y anestesia sentimental. Gobernó casi sin ministros, sin tribunales de Justicia, ni órgano legislativo, rodeado de una aureola de misterio. Conducta frecuente en los dictadores que, al sentirse rechazados por su pueblo desconfían hasta de sus amigos, razón por la cual centralizan en el Ejecutivo todos los poderes del estado.
Yo El supremo no es en realidad una novela biográfica. El doctor Francia -quien no era médico sino profesional del derecho-  diseñó con mano dura, en el siglo XIX las peculiaridades políticas del Paraguay. Algunos escritores califican esa época: “Formas de encierro carcelario y negación cultural. Dichas peculiaridades perviven a pesar de los esfuerzos de algunas minorías políticas e intelectuales que para sobrevivir, han elegido el exilio.” El destierro es la ocupación casi exclusiva de los paraguayos, expresó Roa Bastos en su cuento La Flecha y la Manzana.