Por: Mario E. Fumero Desde hace más de cuatro años, Honduras ha sufrido una de las acciones más terrible de corrupción en su historia, debido al escándalo producido por el desfalco millonario de la Seguridad Social, emprendida por el entonces director Mario Zelaya, y personas allegadas a él, y a la política del país, dejando dicha institución en bancarrota, pues se robaron descaradamente los millones que aportaban los empleados y los patronos, para poder tener una asistencia de salud y jubilación digna. Han pasado los años, y todavía el caso del Seguro Social sigue latente, y no se recupera de esta catástrofe económica. A estas alturas una empleada nuestra que tuvo un accidente, acudió a la emergencia a dicha institución. Presentaba una fractura de mano que requería operación, pero no se le podía operar, porque en el Seguro Social no tenían los insumos necesarios para dicha operación, y la paciente, después de haber cotizado por muchos años, tenía que comprar lo requerido para la operación. Y es que a estas alturas, el Seguro no se ha recuperado económicamente, y el culpable principal de dicha situación todavía no ha sido condenado y vive protegido en un batallón. Se dio el caso de un paciente nuestro que tenía la pierna inflamada, y teniendo Seguro Social, optó por ir al hospital público, porque allí le atendían mejor, y al menos, habían algunas medicinas, ya que en el Seguro no le dieron atención. Es triste que veamos estas barbaridades y no hagamos nada para remediarlo. Robarle la salud al pueblo es un atentado contra la vida, ya sea en el Seguro Social, o en los hospitales públicos. Las dos prioridades más importantes para un gobierno justo, es potenciar la salud y la educación, porque ambas cosas son la columna vertebral de una sociedad próspera. Robarle recursos a la salud y a la educación es un atentado contra la humanidad, y debe ser castigado severamente. También es un atentado, por no llamarle genocidio, el hacer corrupción con las necesidades humanas, principalmente con la vida y salud de los enfermos, al ofrecerle medicamentos falsos. Todos sabemos que la corrupción en nuestro país llevó a que algunas empresas de maletín negociaran con el Estado la venta de medicamentos que no contenían el supuesto componente activo que necesitaban los enfermos para recuperar la salud, porque eran cápsulas llenas de harina, y como consecuencia de ello, varios pacientes murieron, porque en lugar de un antibiótico o un antihipertensivo, lo que tomaban eran pastillas de harina, con la cual ciertos corruptos hacían un gran negocio, tanto en el Seguro Social, como los hospitales públicos. ¿Cuántos morirían debido a ello? ¿No es esta acción un acto de genocidio? Pero como en Honduras todo es posible, los culpables de tal acción fueron absueltos, actualmente se ha tirado al olvido tan atroz escándalo de los medicamentos falsos. Lo menos que pueden esperar los patronos, y los empleados, es que la aportación que se dan, se use correctamente para dar una atención digna a sus agremiados en situaciones difíciles, y que puedan encontrar lo necesario, para enfrentar una emergencia. Es tiempo de resolver las deficiencias de este centro hospitalario. Es tiempo de conseguir devolverle al Seguro todo lo que le robaron, y que todavía no se ha recuperado. No es justo que los afiliados a este régimen tengan que comprar las medicinas, porque los fondos de esta institución han sido malversados ante el silencio e injusticia de un sistema que no actúa de acuerdo a las leyes del país, protegiendo a los de cuello blanco que hicieron piñata de estos recursos. mariofumero@hotmail.com www.contralaapostasia.com]]>
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