Principios liberales

Por Armando Cerrato

A Luís Zelaya Medrano, presidente del Concejo Central Ejecutivo del Partido Liberal de Honduras y candidato fracasado a la Presidencia de la República por ese ente político, al parecer no le ha caído el veinte de que el partido, para sobrevivir debe mantenerse fiel a los principios que desde su fundación rigen su ser: sumar, unir, vencer.
El fracaso electoral de Zelaya se debe precisamente a la ignorancia de estos principios y al menosprecio de este nobel político por los tradicionalistas y vanguardistas denominados líderes de la vieja guardia colorada que heridos en su amor propio le dieron la espalda como repudio a su actitud descalificante.
Así Gabriela Núñez de Reyes, que en las elecciones internas había obtenido cerca de 250 mil sufragios, decidió apartarse de la campaña presidencial de la cual era coordinadora porque se le negó una diputación y aunque ella no llamó a sus prosélitos a no votar, los mismos entendieron que no debían hacerlo como castigo al menosprecio que se hacía de su líder.
Carlos Montoya, expresidente del Congreso Nacional y exrepresentante diplomático de Honduras en gobiernos liberales anteriores y quien aún mantiene algún liderazgo partidario se fue con sus 15 mil votos para la Alianza contra la dictadura criticando fuertemente la política discriminatoria de Zelaya Medrano.
Tras la derrota, Zelaya Medrano confesó paladinamente ser el único responsable de la misma, al tiempo que alabó la labor titánica de la Alianza a la que no quiso sumarse por negársele ser el cabecilla de la misma, que según él es la que realmente ganó la elección pasada y por ello lucha ahora frente al gobierno del impuesto inconstitucionalmente Juan Orlando Hernández Alvarado.
Sin embargo, Zelaya Medrano no aprendió la lección elemental y lejos de ser fiel a los principios liberales actúa a la inversa: resta, desune y pierde.
Así las cosas, hoy se tiene un pleito con el exvicepresidente y excandidato a la Presidencia de la República Elvin Santos quien se proclamó con la anuencia de varios compañeros diputados jefe de bancada en el actual Congreso Nacional, donde otros de sus correligionarios diputados no le reconocen como tal y se mantienen fieles a Zelaya quien con alguna madera de dictador trata de dar líneas doctrinarias que en nada abonan a la grandeza y estabilidad del partido y hasta podría decirse muy atrevidamente que podría desaparecer en una próxima contienda electoral sino suma y une a sus cientos de miles de militantes en todo el país, tarea en la que además debe convencer a miles de liberales que resentidos han emigrado a otros entes políticos de reciente creación y de principios más o menos parecidos, aunque muy inclinados hacia una izquierda en decadencia en el mundo entero.
En su afán por demarcarse de las viejas estructuras liberales, Luis Zelaya se ha inventado los Concejos Móviles y se mueve por todo el país en busca del apoyo de los verdaderos líderes de base liberales como son los alcaldes y presidentes de concejos departamentales y locales que por el momento parecen ser más afines a Elvin Santos que a Luís Zelaya.
Algo que quedó demostrado en la pasada elección cuando el Partido Liberal de Honduras ganó muchas alcaldías por miles de votos de diferencia, sufragios que, sin embargo, no fueron otorgados al candidato presidencial liberal.
Luís Zelaya es un académico al que, de repente picó el gusano político liberal, saltando de la rectoría de una universidad privada a líder de un partido dividido por otro liberal resentido, al que su propio partido que le había llevado al poder ayudó a defenestrar 6 meses antes de cumplir su mandato por intentar perpetuarse en el poder y adoptar posturas doctrinarias del socialismo del siglo XXI, promovido por el extinto expresidente venezolano Hugo Chávez Frías.
Hoy por hoy, José Manuel Zelaya Rosales, el defenestrado presidente liberal, lidera el partido más nuevo en la palestra nacional: Libertad y Refundación (Libre), que en dos apariciones electorales ha demostrado una fuerza inusitada, que ha llevado a su líder a afirmar el haber perdido los procesos electorales mediante fraudes escandalosos, realizados por el gobierno de turno que se ha preocupado por la construcción de un tinglado jurídico político en su propio y total beneficio y que, cuenta con respaldo internacional quizá por las posiciones indiscutiblemente izquierdistas de la oposición mayoritaria a la que parece se ligará próximamente el Partido Liberal si este sigue en manos de Luís Zelaya quien al parecer ha llegado para destruirlo y no para sostenerlo y reconstruirlo.
El verdadero problema liberal se da por ahora por el no surgimiento de un líder de arraigo y tradición que sume, y una para vencer y que abandone políticas neoliberales y adopte la doctrina del liberalismo social y que el partido vuelva por sus fueros y al alcanzar el poder trabaje por una Honduras donde la pobreza pase a un segundo plano, la riqueza sea mejor distribuida, haya empleo, educación, salud, desarrollo cultural y estructural que encaminen el país por mejores derroteros como lo soñaron Policarpo Bonilla, Céleo Arias, José Ángel Zúñiga Huete, Ramón Rosa, Ramón Villeda Morales, Modesto Rodas Alvarado.
Licenciado en Periodismo