La dama de hierro

Rafael Jerez Moreno
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Mayo siempre nos trae nostálgicos recuerdos compartidos con un ser humano que es, indiscutiblemente, el pilar de cada una de las familias, no solo de las hondureñas sino, alrededor del globo terráqueo. ¿De quién más podría estar hablando? No hay nadie más, solo tu mamá.

Es un tanto complicado, describir mediante palabras, lo que realmente significa una madre, o inclusive un padre al que la vida y sus circunstancias lo colocaron en el enorme reto de ser padre y madre. Era muy pequeño, mis responsabilidades eran estudiar para mis asignaturas en la escuela y por las tardes jugar en la academia de fútbol, algunas veces jugaba bien, otras mal, pero en la grada de animación siempre estaba ella, nunca me dejó de apoyar. Conduzco cada día hacia la universidad, con el monótono tráfico de la capital, giro mi vista hacia el bordillo y ahí van los pequeños caminando hacia el colegio, tomando la mano de ella. Es semana de exámenes, nos quejamos de la dificultad de una asignatura, escucho una voz cerca de mí: “debo ir a trabajar, luego a recoger a los niños y finalmente estudiar”, a reflexionar. Llegó el día de la graduación, finalmente ha concluido la carrera, le ha dejado amigos, compañeros, un par de enemigos, le entregan el diploma, y allá está ella, con sus ojos brillantes, la que siempre estuvo ahí.

El 20 de junio de 2013, día de graduación de la secundaria, viví una composición de sentimientos, de los que sentimos cuando sabemos que el momento que se viene te va a marcar, para bien o para mal. Finamente llamaron mi nombre, había logrado el objetivo, muchas lágrimas salían de mis ojos, y nunca voy a olivdar cuando vi a mi madre subir al escenario y en medio del llanto le dije “lo logré mamá”, inolvidable. El 6 de noviembre de 2017, luego de muchas noches de desvelo, obtuve el primer lugar en la premiación de excelencia académica de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras; cuando me enteré que lo había logrado, solo pensé en ella, en lo orgullosa que se iba a poner.

Una inolvidable anécdota con ella. Debido a mis ideas políticas, he recibido decenas de mensajes de respaldo y acompañamiento, así como detractores y “enemigos”. Hace un par de meses, en medio de la crisis postelectoral, decidí acompañar a la ciudadanía, en la libre manifestación de nuestra indignación, debido a los hechos por todos conocidos. Asistí con ella. Y fue realmente indescriptible, participar en la defensa de los derechos fundamentales de los hondureños, expresar libremente mis ideas, marchar con mi bandera de Honduras a su lado. No hay palabras.

Como les dije, historias sobran. En mi caso, he tenido la fortuna de tener una madre que sin duda alguna hace muchos años llegó al nivel de superheroína. Ha sacrificado su tiempo, su esfuerzo, prácticamente su vida para que mis hermanas y yo lo tengamos absolutamente todo, pero sin duda alguna, lo más valioso que hemos tenido, ha sido su presencia.

El único mensaje que podría enviarle a todas, las distinguidas damas de hierro sería, que alienten a sus hijos en cualesquiera que sean sus metas, porque ese es el detalle más importante en el camino que un joven emprende en busca de sus sueños.

Mamá, no habrá nunca, manera suficiente de agradecerte todo lo que has hecho por mi, siempre serás el amor y apoyo más grande que he tenido, y tendré, en esta vida. Cada uno de las metas que en esta vida pueda cumplir, llevarán –debido a las formalidades– mi nombre, pero tendrán en su autoría, el tuyo. Siempre lucharé para que estés orgullosa de mí. Nada, nada en este mundo vale si no estás. Te amo, mamá.