Sin ninguna duda el desarrollo nacional depende del sector agrícola, pues nuestro recurso humano y natural tiene vocación a la producción en el campo; aun reconociendo esta irrefutable afirmación, hemos tolerado gobiernos de todos los colores, que han vendido el espejismo y pesadilla que nuestro desarrollo depende de: las ZEDES, turismo, agroindustria, producción de energía… El apoyo y ejecución de estas “fantasías” ha permitido la ejecución de políticas y prebendas a una argolla supuestamente ¡salvadoras e impulsadoras del desarrollo nacional!; antes bien, se ha favorecido la corrupción y atraso, al desentenderse del sector agrícola.
Aun reconociendo la anterior, no existe un plan agrícola, que debe de ser desarrollado y continuado por todas las administraciones del sector, ¡todo lo contrario!, la situación de subdesarrollo, pobreza y miseria en el campo es una evidencia del desinterés y falta de programación y seguimiento a las políticas agrícolas, a tal grado que existe una ineptitud y desconfianza en la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), que supuestamente planifica, ejecuta, supervisa y apoya el desarrollo agrícola nacional.
Recordamos que el ministro de la SAG, Jorge Lobo, al inicio del gobierno de JOH, renunció efímeramente a sus 36 días de nombramiento, alegando que “no tolero recibir órdenes de varios allegados al Presidente… y no puedo dejar abandonado mi camino político en Olancho…”, y en los últimos días se repite la historia, con la renuncia movediza se Santiago, quien desempeñó su cargo por 94 días, “zafándose” sin explicación responsable y justificada.
No existe certeza de lo que originó sus renuncias, lo único verdadero es que ambas reflejan “influencias oscuras”, falta de seriedad, responsabilidad y transparencia frente al pueblo y los productores nacionales. Las preguntas y reflexiones serían: ¿Qué tentáculos oscuros manejan el sector agrícola? ¡Que ni las decisiones presidenciales perduran y tienen validez! Y, ¿qué destino les espera a los agricultores, cuando no existe una planificación agrícola, seguimiento, ambiente y realidad, que está lleno de irresponsabilidad y desconfianza?
Recuerdo las palabras y reflexión de un amigo que mencionó en una reunión: el mejor ministro de Agricultura es ¡un buen invierno!
Óscar R. Matute Betancourt
Comalí, San Marcos de Colón