Costos y beneficios en lo social

Por Carlos Eduardo Reina Flores

Si una persona toma las posesiones de otra, es un delito; pero si el gobierno hace lo mismo, es justicia social. Voltaire, el filósofo francés, describe al gobierno de esta manera: “En general, el gobierno consiste en tomar la mayor cantidad de dinero posible de un partido de ciudadanos para dárselos al otro”. Estas transacciones por el gobierno se producen a través de impuestos. Se generan muchos beneficios pero también hay costos que no son tan obvios.

La inflación -el incremento de precios que induce a la escasez- se presenta en forma disimulada. Se siente pero no se palpa del todo de donde viene o que la produce. Crecimiento se asocia como una medida de progreso. Sin embargo, el crecimiento de unos no necesariamente es beneficio de otros. Los impuestos se aplican de distintas maneras. Por ejemplo el de venta -es factor agregado al precio– que encarece el producto. Mientras, lo que se tributa hay que restarlo del ingreso salarial. Una cosa es el ingreso bruto y otra el neto después de contribuir al fisco. El efecto es que la población tiene menos para satisfacer sus necesidades. La devaluación monetaria -equivalente a la baja del valor de los artículos domésticos, aumenta el precio de lo importado y de paso sube el costo de la deuda externa– es otro efecto que sutilmente va rasurando el ingreso familiar. Y finalmente el gasto público -lo que cuestan los servicios sociales– puede tener efecto inflacionario que acabe cancelando el pretendido beneficio.

La recaudación de impuestos crea bastantes beneficios. Por ejemplo, como obsequios de lo básico a las personas con más necesidades. Las obras públicas favorecen a la población, sin embargo a costo de lo que cuesta la burocracia. Obra social no es exclusiva de la función pública. Hay instituciones no gubernamentales que asisten la necesidad de los sectores vulnerables. Las iglesias, entre otras, con los fondos recaudados de donaciones. La Cruz Roja es una muestra que siempre hay buena voluntad dispuesta a asistir al prójimo. El Museo Chiminike, con mínimos recursos, abre fronteras en la mente de los niños mostrándoles -con exhibiciones interactivas- que pueden soñar en grande. La Fundación Teletón, con donaciones del público, llena parte del vacío en el campo de la rehabilitación. Lo social no es algo privativo a la función pública, todos con un poco de desprendimiento tenemos la capacidad de dar lo que otros pueden necesitar.