Por: Francisco Zepeda Andino
Cnel. ® FAH
El importante Diario El Tiempo, de Bogotá, en su edición del 6 de mayo, publica un artículo sobre el libro “Democracia feroz”, del politólogo colombiano Gustavo Duncan, titulado “¿Por qué los colombianos no controlan a su clase política?, y hemos “ajustado” ese encabezamiento a nuestro país.
Se aprecia en su lectura, que las similitudes existentes con la realidad nacional son notables. Aun cuando hay importantes diferencias culturales, socio-políticas e idiosincráticas entre Honduras y Colombia, con un ligero cambio de palabras, parecería que el autor está escribiendo sobre nosotros.
Dice el doctor Duncan y citamos: “La abundancia y la intensidad de las relaciones clientelistas y de la financiación de terceros con el ánimo de obtener prerrogativas fuera de la ley, podrían hacer parecer que la democracia colombiana es solo ilusión. Sin embargo, las elecciones distan de ser cerradas o de categorizarse como no libres. La competencia es real e intensa la mayor parte del tiempo y para la mayor parte de los habitantes del país (…). Eso no quita que algunos candidatos puedan encontrarse en condiciones desventajosas, por sus escasos recursos, por su pobre acceso a medios y, sobre todo, por no disponer de clientelas que les garanticen votos cautivos, pero, en general, los resultados de las elecciones son inciertos.
Tampoco puede hablarse de que en Colombia el problema sea la ausencia de una sociedad civil, entendida como el conjunto de organizaciones independientes que median entre la sociedad y el Estado, y una prensa libre. Las ONG han sido eficaces en denunciar a los miembros de la Fuerza Pública y políticos involucrados en violaciones de los derechos humanos. Muchos han terminado tras las rejas por sus denuncias (…).
Por su parte, la prensa ha podido cumplir con un enorme grado de libertad, si se considera toda la violencia experimentada durante las últimas décadas. Es cierto que en el nivel subnacional los periodistas son recurrentemente amenazados y tienen poca independencia de los propietarios de los medios, pero esas falencias se compensan con la presencia de un fuerte gremio de periodistas a nivel nacional que han generado una prensa pluralista y relativamente independiente de otras instancias de poder (…).
El soborno, la apropiación de dineros públicos, el clientelismo a través de compra de votos y distribución de los bienes públicos, y en ocasiones el fraude en las elecciones y la injerencia de organizaciones criminales, son fenómenos que pueden ocurrir en muchas democracias, incluso en Europa occidental y Estados Unidos. La gran diferencia entre ambos tipos de democracia se presenta cuando la sociedad no está en capacidad de controlar los comportamientos visibles de la clase política, contrario a la noción de ética de lo público”. Fin de la cita.
Nuestra aseveración inicial sobre cómo lo escrito por el doctor Duncan, (con las diferencias ya expresadas), parecería salido de algún politólogo hondureño, salta a la vista. Relaciones clientelistas, financiación de terceros a un político para obtener ventajas fuera de la ley, condiciones desventajosas de candidatos por sus escasos recursos económicos, limitación del acceso a medios de comunicación, “y, sobre todo, por no disponer de clientelas que les garanticen votos cautivos…”, según lo afirma el doctor Duncan, son fenómenos vigentes en Honduras.
Igual a Colombia, en nuestro país hay una sociedad civil activista, mediando y vigilando el accionar estatal. En el caso hondureño, las ONG han concentrado más su trabajo en denunciar actos de corrupción o violaciones de derechos humanos. Aun cuando se argumente lo contrario por razones político-partidistas o ideológicas, en Honduras hay libertad de expresión. No sabemos en cuántas naciones, medios de comunicación hablados o de televisión pueden acusar abierta y públicamente al presidente de la República de “asesino”, “corrupto” u otros epítetos, sin temor a represalias legales, pero creemos que no son muchos.
El asesinato de comunicadores sociales, en varios casos, no ha sido comprobado que haya tenido relación exclusiva a su labor periodística de denuncia. Tal como sucede en Colombia, como lo afirma el autor del libro, en Honduras también se dan casos de periodistas amenazados por organizaciones fuera de la ley, de narcotráfico, corrupción, extorsión o crimen organizado. La independencia del periodista, alejada o no del control de los dueños de los medios, asimismo, ha sido reiteradamente argumentada como razón del pretendido sometimiento a determinadas corrientes políticas, económicas o sociales.
Refiriéndose a su escrito, el doctor Duncan dice: “Este libro busca responder por qué la sociedad colombiana tiene tan poca capacidad de controlar a su clase política”. ¿Es lo anterior también una realidad para Honduras? Continuará.
Comentarios
LA TRIBUNA Online con su nueva plataforma de comentarios te ofrece la mejor interactividad, y una manera más fácil de fomentar la conversación entre sus usuarios. Para comentar únicamente necesitas tu correo electrónico y el nombre con el que quisieras realizar tu comentario, o si prefieres utiliza tu red social favorita. Nota: Los comentarios publicados en www.latribuna.hn no reflejan en ningún momento la opinión de DIARIO LA TRIBUNA.