La cultura como factor esencial para el desarrollo de Honduras

Jubal Valerio*

Pablo Zelaya Sierra es el creador de las Artes Plásticas, que constituye el más importante referente del arte en la Honduras del siglo XX. Su vida se extinguió prematuramente cuando habiendo regresado de Europa de perfeccionar sus dotes artísticas, en la flor de su existencia y con todo el impulso de su grandiosa creatividad, buscaba crear en nuestro país un movimiento pictórico moderno, con las técnicas más depuradas y criterios estéticos definidos, de los cuales carecía nuestra patria en ese entonces. Siempre será un alto honor, doy gracias al Supremo Creador por haber permitido que tal distinción recayera en mi persona en la edición de los premios nacionales de Ciencia, Arte y Literatura del año 2017, que hoy comparto con la doctora Gilma Agurcia Valencia y el escritor y periodista Mario Hernán Ramírez.

Este servidor de ustedes comenzó a incursionar desde niño en el arte musical, porque así lo decidieron mis padres, los educadores Octasiano Valerio y Adriana Hernández de Valerio, contando con la ayuda de valiosos maestros de la enseñanza de la música en nuestro país: doña Teresita Nájera de Sagastume, egresada del Conservatorio Nacional de Música de Guatemala y el maestro de generaciones, don Toribio Bustillo, ambos de grata recordación.

Después continuaríamos estudios musicales, con énfasis en la interpretación del piano, con los maestros Joaquín Castella Mandos, de origen catalán, el maestro Augusto Pinzón y el pianista y maestro de origen húngaro, Tibor Yusti, egresado de la Academia Franz Liszt de Budapest, finalizando con mi gran maestra la pianista hondureña Orfilia Coello Ramos, recientemente fallecida y a quien dedico con emocionado sentimiento este preciado galardón.

Pero mi mayor empeño en el campo del arte musical y del arte en general, ha estado puesto en la promoción del mismo, desde mis 17 años de edad, cuando empecé mis estudios de Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de nuestra Universidad Nacional Autónoma de Honduras en 1958.

No haré en esta ocasión, un recuento de las actividades y proyectos artísticos en que me he visto involucrado desde ese entonces, porque implicaría pasar revista a sesenta años de mi vida en esos avatares.

Considero más oportuno, hacer algunas breves consideraciones y reflexiones sobre la cultura, de la cual el arte, tanto como la ciencia y la literatura, constituyen segmentos de gran importancia.

La cultura es el factor más importante en el que se apoya el desarrollo de una nación. Así ha quedado demostrado en todos los países cuyos gobernantes han tenido la sabiduría de considerarlo así. Desafortunadamente, no es este el caso de nuestro país, pues los gobiernos que se han sucedido desde que se creara el Ministerio de Cultura en 1975, bajo los auspicios de la Unesco, no le han otorgado a la cultura, -con una o dos excepciones- la importancia que merece, al grado de que hoy en día Honduras carece de una auténtica política cultural.

Mientras en el resto de Centroamérica, los gobiernos del istmo han conservado y potenciado sus ministerios de Cultura, en Honduras la Secretaría de Estado en los Despachos de Cultura, Arte y Deportes, como así se le había venido llamando últimamente, ha sido cerrada, habiendo quedado reducida a una dirección ejecutiva, que en la práctica ha funcionado como un apéndice de una Dirección de Deportes.

La comunidad cultural de nuestro país, sus escritores, poetas, pintores, escultores, arquitectos, teatristas, autores, compositores, cineastas, intérpretes, ejecutantes y gestores culturales, clamamos por la restitución de la institucionalidad encargada de administrar los servicios de apoyo a la cultura, pues esta no la hace un organismo burocrático, la cultura la hacen únicamente los creadores.

La comunidad de los creadores, clama por una política cultural que sea el resultado de una amplia consulta y profundo debate de sus lineamientos esenciales con los protagonistas de la misma y que el ente encargado de impulsar dicha política cultural, esté dirigido por personas poseedoras de un alto nivel intelectual y capacidad gerencial, verdaderos gestores culturales, que sean capaces de concitar el apoyo y la colaboración de todos los sectores de nuestra nacionalidad, de los gobiernos amigos y de la cooperación internacional en general.

Hace falta impulsar las industrias culturales, que además de estimular a los creadores, pueden potenciar la economía del país, tales como las editoriales, las productoras de obras cinematográficas, disqueras, etc., estimulando la inversión nacional y extranjera en tales rubros, como lo está haciendo ahora mismo, verbigracia, la República Dominicana, cuyos atractivos turísticos no son superiores a los de Honduras, para propiciar, además, la creación de fuentes de trabajo.

La cultura lo es todo. La ciencia, el arte, la literatura, la forma de gobierno, las leyes que rigen el país, el respeto irrestricto de los derechos humanos, los modos y formas de producción, las tradiciones y leyendas que dan vida y sustento a nuestra identidad cultural, el manejo impecable de las arcas del Estado, la participación, de la población, sin exclusiones de ninguna naturaleza, en la solución de los problemas nacionales, todo es cultura y, sin ella, no podremos llegar a constituir una nación unida, próspera y democrática.

Todavía se está a tiempo de rectificar. Por eso, en nombre propio, en el de mis colegas galardonados y de toda la comunidad cultural de Honduras, traslado este vehemente reclamo a las más altas autoridades de nuestro país, para que procedan en consonancia y consecuencia con el mismo.

Muchas gracias.

Tegucigalpa, M.D.C., 15 de mayo de 2018.


*Palabras del abogado y promotor cultural Jubal Valerio Hernández, con ocasión de recibir el Premio Nacional de Arte “Pablo Zelaya Sierra” correspondiente al año 2017.