Las personas que se casan con un buen amigo son más felices

Partiendo de la base que no existe una fórmula exacta de la felicidad, es cierto que muchas amistades duran más que algunos matrimonios. Para el escritor Antonio Gala, «el amor perfecto es una amistad con momentos eróticos». Lo que llevaría a preguntarse si es mejor casarse con un buen amigo o con buen amante.

Un reciente estudio publicado en Journal of Hapiness Studies parece haber dado con la respuesta. Para descubrirlo, los investigadores Shawn Grover y John F. Helliwell de la Escuela de Economía de Vancouver en Canadá, estudiaron los datos de dos grandes encuestas hechas en Reino Unido: la Encuesta de Hogares Británica (BHPS), con datos de 30.000 personas entre 1991 y 2009, y la Encuesta Anual de Población, con información de otras 328.000 personas entre 2011 y 2013.

Los datos desvelaron que casi la mitad de los encuestados en pareja se habían casado con la persona a la que consideraban su mejor amigo. Además, estas personas decían tener mayor satisfacción en su vida frente a otras que no tenían como pareja a un amigo. «La amistad es un mecanismo que podría ayudar a explicar una relación causal entre el matrimonio y la satisfacción con la vida» dijeron, y afirmaron que esta sensación de bienestar en las personas casadas se duplica cuando los cónyuges se consideran mejores amigos.

Las personas casadas se estresan menos

Una posible explicación para esa felicidad de la que, según la investigación de Grover y Helliwell, gozan las parejas casadas podría ser porque tienen niveles más bajos de cortisol, la hormona que se libera ante situaciones de estrés, de acuerdo a un estudio de la International Society of Psychoneuroendocrinology.

La sexóloga Ana García explica que los niveles más bajos de estrés tienen que ver con la estabilidad: «Uno de los grandes motivos por los que la satisfacción es mayor en personas que conviven o se casan, es que dar cualquiera de esos dos pasos supone un compromiso entre ambos, lo que conlleva la estabilidad en la pareja». Y agregó que «sentir dicha estabilidad en tu relación, es una fuente de tranquilidad, de confianza y seguridad, y esto provoca mayor satisfacción».

Además, casarse con una persona con la que tenemos la misma confianza que con un amigo, aporta un plus de serenidad. Si bien parece que la amistad es un componente claro en la satisfacción conyugal, también cabe preguntarse es si este efecto positivo tiene fecha de vencimiento.

Grover y Helliwell comprobaron que el efecto permanecía en el tiempo: «Es poco probable que los beneficios del matrimonio sean de corta duración», dijeron, y agregaron que incluso después de años «las personas casadas están aún más satisfechos». De hecho, los participantes del estudio que seguían juntos después de años se sentían más satisfechos con la vida que las personas solteras o divorciadas.

Sin embargo, no hay una única fórmula para ser feliz en pareja, tal como explica García: “No todas tienen como objetivo convivir o casarse. Hay personas que son más felices viviendo separados y compartiendo momentos cuando juntos sólo cuando tienen ganas”.

Amor pasional o amistad

Según explica la sexóloga, Marina Agis, tampoco se trata de que tengamos que enamorarnos de nuestro mejor amigo para conseguir ese nivel de satisfacción en la vida, sino de conseguir cultivar una verdadera amistad con la persona que hemos elegido como pareja.

«Si tu pareja ya era tu amigo anteriormente, bien, ya tenés un paso dado, pero tu pareja puede convertirse en tu amigo una vez que ya hayan comenzado la relación». De hecho, explica que una de las claves de la satisfacción con la pareja es precisamente «disfrutar del proceso de formar ese vínculo».

Que exista una amistad tampoco quiere decir que en la relación no haya un alto contenido erótico, aclaran los especialistas. Lo que diferencia a una pareja de amigos de una pareja de amantes es justamente el deseo, y el deseo conlleva implicarse de manera emocional y sexual.

Aprender a ser amigos

Las amistades tienen un condimento esencial: confianza e incondicionalidad. Afecto puro y desinteresado que se fortalece con el trato. Algo que puede aplicarse a una relación sana y satisfactoria de pareja.

En cuanto a cómo se puede cultivar esa amistad, el sexólogo Santiago Frago explica que «exige dualidad recíproca: no somos amigos de quien no quiere serlo», quiere decir que el primer punto a tener claro es que ambos queremos tener ese tipo de vínculo.

Hay un aspecto clave de la amistad sana que coincide con una relación de pareja sólida: «hay que dedicarse». Por eso, el experto concluye que si «tenemos claro que un proyecto académico, profesional y personal requiere dedicación y persistencia; de esta necesaria dedicación no puede excluirse tu vida en pareja».