En su silla de ruedas zapatero busca clientes (Video)

Desde muy joven, Lucio Hernández (51) se dedicó a la albañilería, pero hace dos años su vida cambió, ya que un borracho le desgració la vida.

El día del incidente, el constructor caminaba cerca del mercado La Isla, en el centro de Tegucigalpa, rumbo a su lugar de trabajo, a tempranas horas de la mañana.

De repente, un “loco del volante” perdió el control del vehículo y estrelló a Hernández sobre un muro, provocándole daños severos en sus piernas y demás partes de su cuerpo.

“Todo sucedió muy rápido, cuando desperté estaba en el hospital y perdí mis piernas… Los doctores actuaron rápido, si no, yo me hubiera muerto; me pusieron 38 pintas de sangre”, relató el entrevistado.

Con sus piernas amputadas, aún tendría que enfrentar situaciones difíciles, como la muerte de su hijo mayor, quien era su mayor apoyo.

ESPOSA LO ABANDONÓ

El albañil contó que el muchacho falleció en manos de delincuentes, dos de sus hijos están a su cargo y la menor vive con la madre, quien lo abandonó poco tiempo después del accidente.

“Después de mi accidente, la madre de mis hijos me dejó y ella se quedó con la casa y todo lo que habíamos logrado juntos; ahora yo tengo que alquilar, no pago mucho, pero mi trabajo tampoco me deja las grandes ganancias para todos mis gastos”, explicó.

Tras sufrir el accidente, Hernández se vio obligado a dedicarse a un oficio para poder sobrevivir y educar a sus hijos. Fue así que empezó a aprender el trabajo de zapatero y ahora es muy conocido en la zona del bulevar Juan Pablo II, donde ofrece sus servicios todos los días.

Desde muy temprano, y en su silla de ruedas, este abnegado padre de familia llega al bulevar, a la espera de clientes que le soliciten una reparación o la fabricación de un par de zapatos de cualquier estilo.

Hernández explicó que, “no todos los días me llega trabajo, pero sí voy todos los días al bulevar, tengo muchas cosas por lograr, como ver graduados a mis hijos y volver a caminar con prótesis”.

“Sé que Dios tiene un propósito en mi vida y lo voy a lograr, voy a luchar por eso”.

Una de las mayores preocupaciones de este hondureño es que la madre de sus hijos venda la casa que tienen y que sus hijos pierdan lo que les corresponde.

Con un gesto de aflicción, comentó que “quiero una ayuda legal para que eso esté a nombre de mis hijos y que no lo pueda vender, pero también ocupo ayuda para lograr mis prótesis y poder trabajar mejor”.

Todos aquellos capitalinos que necesiten de los servicios de un buen zapatero, pueden buscar a Lucio Hernández, en el bulevar Juan Pablo II, quien repara y fabrica calzado, pese a sus limitaciones físicas. (DS)

PIDE AYUDA AL PRESIDENTE
LUCIO SUEÑA CON TENER SU TALLER
Con ilusión, el zapatero Lucio Hernández confesó que, “me gustaría que me ayudaran para tener mi taller y que yo pueda ver a mis hijos realizados”.

“Primera Dama, señor Presidente Juan Orlando Hernández, yo quiero trabajar, mis hijos me necesitan, yo no puedo abandonarlos, quiero verlos en la universidad y que sean grandes profesionales”, manifestó Hernández.

La actitud y la perseverancia de este hondureño han sido para él, herramientas muy importantes, ya que no se ha hundido en la tristeza ni la decepción.

Su rutina inicia desde muy temprano, él vive en las cercanías del mirador del estadio Nacional y desde ahí, usando su silla de ruedas como medio de transporte, se traslada hasta el bulevar Juan Pablo II para esperar que le llegue trabajo o algún pedido.

Al mediodía se va para el mercado a comprar los diferentes materiales que necesita o para ir donde algún amigo que le preste maquinaria para hacer su oficio. Aunque Hernández labora como zapatero, no cuenta con todo el equipo necesario porque carece de dinero para comprar máquinas y más herramientas.

“Es un poco cansado, pero ya mi cuerpo ha tomado el ritmo, aunque en algunos días se me hace un poco difícil”, comentó el zapatero luchador.

AMOR POR SUS HIJOS LO MOTIVA A LUCHAR
El ver a sus cuatro hijos convertidos en profesionales universitarios motiva al zapatero Lucio Hernández a no dejarse vencer por la pobreza y a ofrecer sus servicios en las calles.