Una niña trans de nueve años plasmó su género en una cédula en Ecuador

Quito.- Le gusta la princesa Rapunzel porque «es femenina, valiente y busca lo que quiere», expresa a Efe Amada, una niña trans que con 9 años se ha convertido en toda una pionera en Ecuador al lograr que el Registro Civil acepte el nombre que va con su identidad de género.

El pasado 27 de noviembre, la menor, acompañada por sus padres, acudió a las oficinas de la entidad en el norte de Quito y recibió el tan ansiado documento tras serle denegado en un primer momento y presentar una acción de protección, todo un precedente para los niños transgénero en el país andino, donde la legislación permite ese paso desde hace una década.

«Me sentí bien y feliz. Sentí que ya no me tenía que preocupar porque mi madre tuviera que dar explicaciones», asegura Amada sobre ese día que probablemente recordará toda su vida.

Coqueta y con una trenza de raíz de medio lado, coronada por un lazo de color rosa y una tímida sonrisa que deja entrever mientras sujeta el micrófono, la menor precisa que esas explicaciones que debía dar su mamá a veces la «ponían triste», porque se «sentía como que era algo que no entendían las personas».

Aunque sus seres queridos la llaman por su primer nombre, que prefieren guardar en el anonimato para proteger a la menor de la maledicencia, aún muy extendida en el país contra la comunidad LGTBI, Amada tuvo claro desde muy pequeña lo que era e incluso revela que les ha contado a algunas amigas que es transgénero.

«Yo les expliqué que era como un niño y me dijeron que bueno, igual te aceptamos como nuestra amiga porque aún sigues siendo mujer para nosotras», aclaró la niña que acude en ocasiones a extraescolares de animadora.

Sus padres, que fundaron hace un año la Fundación Amor y Fortaleza, que en la actualidad aglutina una decena de casos de menores transgénero de entre los 6 y 17 años, fueron al colegio donde estudia la menor a dar una charla explicativa a los docentes.

Intuyeron el tema cuando a los pocos años de edad se llevó una Barbie a las vacaciones, a los 3 años pidió un vestido de princesa por su cumpleaños y a los 5 en plena etapa preescolar sufría de mucha frustración y ansiedad.

Buscaron ayuda psicológica, pasaron por varios especialistas que les advertían que su hija terminaría en un psiquiátrico, que sufría un trastorno obsesivo compulsivo y debía medicarse o someterse a «correcciones», hasta que gracias a un canal televisivo conocieron a Doménica Menessini que les dijo: «ustedes tienen una hija».

«Lo que más cerca te imaginas es que tienes una persona gay en casa, nunca habíamos conocido estos casos en Ecuador», indicó el padre de Amada, Mauricio Caviedes, de 42 años.

«Había muchos miedos, en la casa estaba como niña y tenía que ir al colegio como niño y decidimos que eso solo iba a durar ese año», reconoció la madre, Lorena Bonilla, de 43, que conoció a su marido en el sector hostelero-turístico, trabajo que creen les ha abierto la mente y permitido contactar con personas de diferente condición.

Bonilla expresa extrañeza de que le digan que han hecho historia en Ecuador porque dice: «no fue así cómo nosotros lo planeamos en ningún momento»

«Como padres, pensamos qué herramientas podemos darles para el futuro, esa era la pregunta que nos hacíamos», refirió a Efe la madre y cuenta que fue hace dos años en una visita al médico cuando la pequeña les pidió el cambio de cédula.

Caviedes precisó que la jurisprudencia indica que el primer requisito para poder realizar el cambio de género es la mayoría de edad y luego contar con dos testigos, lo que considera una «afectación de los derechos de identidad».

Afortunadamente la familia logró que un bufete de jóvenes abogados formados en el extranjero aceptara el reto de defender la causa de la niña trans y a principios de este año presentaron al Registro Civil la solicitud que fue denegada, ante lo que interpusieron una acción de protección en agosto.

En octubre un juez especializado en familia y niñez les dio la razón y un mes después Amada recibió el documento de identidad con sus dos nombres de niña y apellidos, que luce con orgullo.

«Es la primera batalla pero no todo ha sido de color de rosa», afirma uno de los progenitores, también padres de otro niño, que siempre ha comprendido a la pequeña.

«Yo no pensé es mi hermana o es mi hermano. No por ser mujer o hombre va a dejar de serlo. Seguimos compartiendo y jugando», declara tímido Sebastián, el hermano de 12 años de Amada.

De ella, destaca «su personalidad siempre valiente, siempre energética», pero sobre todo, «que casi siempre está feliz». EFE