Literatura femenina, una mirada en memoria a Clementina Suárez

Es una perfecta coyuntura literaria la que nos ofrece la Fundación “Clementina Suárez”, al conmemorar el 27° aniversario de la pérdida física de la más alta exponente de la lira femenina en Honduras, Clementina Suárez (1902-1991). El tributo es permanente por cuanto queda expuesta al público la muestra de sus más famosas pinturas (retratos que muchos pintores le hicieron como única modelo) en la Galería que lleva su nombre.

La semana que termina ha sido acompañada de actos solemnes en remembranza genuina a la inolvidable Clementina, esa mujer leyenda, la mujer bandera de nuestro país; es inagotable la deuda nuestra con ella, porque debería sempiternamente permanecer en nuestros corazones y en nuestro cerebro. Su poesía fue su vida. Amó a su país apasionadamente aunque no fuera profeta en su tierra y haya conquistado sus triunfos lejos de ella. Regresó para quedarse y ofrendar su vida, en cuyos versos decía: Yo iré a la muerte pero con el labio fresco, /con voz firme y clara responderé a la llamada. /Yo sé que están contados los minutos de mi vida /y que jamás el destino su sentencia retrasa/…

Los hondureños de escuela y de academia universitaria, no hemos profundizado en su obra, en su historia personal, aunque ella es la heroína del género lírico en el enrejado laberinto de la literatura nacional. Empero, Clementina Suárez tiene un sitial único construido en los avatares del destino que le tocó forjarse; haber creado su propio mundo real e imaginario y haber realizado su fantástico sueño, le ha valido la denominación de “Mujer nueva” al estilo de Gertrudes Stein e Isadora Duncan, según su biógrafa Janeth N. Gold.

Clementina posa junto a la Primera Dama doña. Alejandrina Bermúdez de Villeda y junto al Presidente de la República Dr. Ramón Villeda Morales.

Clementina fue original, única en su género y en su estirpe. “De casa rica vino Clementina Suárez. De casa feudal con amplias salas y amplios corredores, asentada en fértil valle [Juticalpa]. De casa de latifundistas y ganaderos, que en la América Hispana han dirigido la sociedad y han sido dueños de la cultura. A Clementina Suárez no le gustó el señorío, el hábito severo, el gesto desdeñoso, el tratamiento de “ama”. Escapó del fértil valle natal. Quería cantar libremente y lo consiguió…” (Medardo Mejía, 1982),

Su camino fue el camino de la pionera. En Honduras, fue la primera mujer que publicó un libro Corazón Sangrante, 1930. Continuó creciendo su obra orgánicamente, con autenticidad y madurez: Templos de Fuego, Iniciales y De Mis Sábados el último en México, 1931. Engranajes en Costa Rica, 1935. Veleros en Cuba, 1937. Le siguen De la Desilusión a la Esperanza (1944); en San Salvador publica Creciendo con la Hierba (1957); en seguida Canto a la encontrada patria y su héroe; por último una Selección de Poemas: Con mis versos saludo a las generaciones futuras,1988.

Clementina Suárez fue laureada con el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” en 1970 y en 1975 la Universidad Nacional de la República de Argentina la honró con el Doctorado Honoris Causa. Más de 110 retratos elaborados por los más afamados pintores de Honduras y de América hablan de la matriarca de la poesía hondureña. La mayoría de estos fueron donados por ella misma al Club Rotario Tegucigalpa Sur y ahora engalanan la Galería de la Fundación “Clementina Suárez”.

La Universidad Nacional le ha rendido tributo con sendas antologías sobre su obra poética en 1969, 1982 y 2012. En este último año, el período académico fue bautizado con su ilustre nombre.

El escritor argentino Eduardo St. Parra, expresó: “Es una leyenda en estado de acto. Lírica por vocación, cantó desde siempre contra la injusticia humana. Nadie pudo escabullirse de la definición de su presencia….” (1975).

El escritor Medardo Mejía (quien fue su compañero de estudios primarios en la escuela de Juticalpa) y el Rector de la UNAH Abg. Cecilio Zelaya Lozano en el Paraninfo de la UNAH

Clementina Suárez es un referente invaluable, un modelo para mujeres con aspiraciones creativas. Su aporte cultural consistía en espacios llenos de arte y poesía, de energía y esperanza. Ella disfrutaba de ser mujer, vivió su propia realidad y abrió la puerta para que otras generaciones de mujeres pudieran ver por sí mismas lo que es y puede ser el ser mujer y ser creativa.

Justo, hace 20 años salió a la luz pública Honduras: Mujer y Poesía. Antología de Poesía escrita por mujeres, 1865-1998”, de Ediciones Guardabarranco. Esta obra resume en tres grandes segmentos la expresión lírica que han producido las escritoras seleccionadas. Se da cuenta del grupo de las precursoras, féminas que marcaron su historia en las reminiscencias del siglo XIX, entre ellas, Teresa Morejón de Bográn, Lucila Estrada de Pérez, Josefa Carrasco. El segundo grupo lo completan voces femeninas que crearon un hito en la literatura nacional, cuya pionera fue Clementina Suárez a partir de 1930. Agregamos los nombres de Ángela Ochoa Velásquez, Victoria Bertrand. Ángela Valle, Eva Thais y Litza Quintana, las últimas tres forman, lo que doy en llamar, la trilogía del 50. Se decía que con excepción de Clementina Suárez, carecían de una obra coherente y unitaria, sin embargo, había un remanente de agrado. En el caso de Ángela Valle, don Andrés Morris decía: “lo sentimental aparece mezclado con la vida de las gentes humildes, en toda su sencilla riqueza de oficios y aficiones. El estilo se convierte a veces en una simple afirmación con un gran valor expresivo” (1969).

Clementina recibe el Premio Nacional de Literatura del Jefe de Estado Gral. Oswaldo López Arellano. Al fondo, el Abg. Mario Rivera Presidente del Congreso Nacional.

El tercer grupo es el contemporáneo, este se nutre con la poesía joven. Las poetas nacen entre 1940 y 1970. Comienzan a escribir con la influencia de Clementina Suárez y Roberto Sosa. Sobresalen escritoras como María Eugenia Ramos, Amanda Castro, Alejandra Flores, Blanca Guifarro, Lety Elvir y otras, que aún en la actualidad continúan publicando poesía con buena calidad, logrando preseas dentro y fuera del país.

Lo expuesto en líneas anteriores nos muestra que la poesía escrita por mujeres en Honduras sigue en pie, labrando surcos, combatiendo obstáculos, creando espacios, elevando las voces al unísono, creyendo en la expresión de: “Que alguien escriba singularmente bien, no deja de ser un hecho misterioso, se trate de mujer o de hombre” como lo pregonara la poeta guatemalteca Alaíde Foppa.

Tegucigalpa, 16 de diciembre, 2018.