“He tenido muchos trabajos en mi vida y ahora me dedico a la madera, con esto podré regalarles una sonrisa a mis hijos”, aseguró Julio Domínguez (59), un artesano que elabora muebles en miniatura.
Este habilidoso hondureño, junto a su esposa Lorena Guzmán (32), se dedica a fabricar juegos de sala, comedor, camas y barcos dentro de botellas. Todos estos productos pueden ser usados por los niños, para jugar, o sirven para adornar la casa.
Domínguez es maestro de artes marciales. Relató que después de recorrer el mundo, entre viajes, fiestas y lujos, lamenta no poder darles a sus hijos Gustavo (4) y Naomi (2) lo necesario para que puedan disfrutar de una feliz Navidad.
Pero su vida, después de las artes marciales, no ha sido la mejor, y ha tenido que trabajar de muchas cosas para poder sobrevivir, ya que las drogas y el alcohol le cobraron caro los éxitos que logró en su juventud.
“Mi vida no ha sido fácil, yo he luchado y voy a seguir adelante por mis pequeños, mi familia es mi todo, con estas artesanías logro sacar para comer y espero que este año les pueda comprar sus estrenos”, manifestó Domínguez.
SU SUEÑO: TENER CASA
El padre de familia, quien enfrenta problemas de salud, desde muy temprano se ubica a un costado del mirador del estadio Nacional, contiguo al puente elevado de El Prado, para ofrecer sus artesanías.
Los productos que vende son elaborados con desechos de madera, telas y esponjas, materiales que junto a su esposa logra recolectar para elaborar los adornos.
El mayor sueño de Domínguez es poder tener una vivienda digna en la que su familia disfrute de servicios públicos, como energía eléctrica y agua potable, y que las paredes del inmueble no sean de láminas o cartón, para no tener que soportar las bajas temperaturas.
El artesano y su familia, por varios años tuvieron que vivir como nómadas, ya que maleantes intentaron acabar con su vida y se apoderaron de su casa. Para sobrevivir, padres e hijos empezaron a trabajar en circos, como payasos e ilusionistas.
La vida de este hondureño se vio afectada por la delincuencia que impera en algunos barrios capitalinos, “intentaron matarme y de milagro me salvé; ahora, mi edad y mi enfermedad me han obligado a hacer una casita en una hondonada”, relató Domínguez.
Cada juego de estas artesanías se vende por 150 lempiras, los capitalinos que deseen apoyar a esta esta familia, al comprarle sus productos, pueden pasar por el mirador del estadio Nacional y ahí pueden escoger lo que más les guste.
“Ayúdennos, son buenos productos y con la venta yo puedo alimentar a mi familia y a algunos de mis alumnos de karate, aquí estoy, los estoy esperando”, concluyó Domínguez. (DS)
RECICLAJE RECOLECTAN RESTOS DE MADERA |
Lorena Guzmán, esposa del artesano Julio Domínguez, es una parte fundamental para la elaboración de los pequeños muebles, ya que junto a Domínguez, se encarga de la tapicería y afinar pequeños detalles de los muebles que a diario se van elaborando. “Yo le ayudo a buscar la madera en los talleres cercanos, para que él pueda ir construyendo las mesitas, camas, sillas y yo las voy forrando. El trabajo no es fácil y no todos los días se venden, pero tenemos dos hijos por los que luchamos”, aseguró Guzmán. Guzmán no solo trabaja como ama de casa para poder llevar los alimentos a su casa, sino hombro a hombro con su esposo, en la fabricación de artesanías, pero le preocupa que sus hijos no puedan estrenar ropa en esta Navidad. Guzmán lamentó que “ellos no entienden muchas cosas y quieren cosas que las ven en otros niños, pero no están al alcance de nuestra bolsa. Los invitamos a que vengan y nos compren, no lo hagan por nosotros, sino por los niños”. |