De todo un poco en política

Por Jaime Martínez Guzmán

1. Los comandos insurreccionales
El expresidente Manuel Zelaya Rosales ha manifestado que está organizando 10 mil comandos insurreccionales, de hecho, con el ilusorio fin de hacer caer al gobierno del Presidente Hernández Alvarado. Mi amigo, Antonio Molina me comenta que el dictador Chávez de Venezuela (QEPD), estaría pensando cambiarle el sobrenombre de Comandante Vaquero que le dio al expresidente, a comandante insurrecto y que el plan de insurrección de este es un mero “bluf”, como en el juego de póker, para engañar sobre su fortaleza y tener cartas de negociación política. Sin embargo, de concretarse la amenaza de toma de carreteras que anuncia, la consecuente violencia derivada de ello y lo mediático de esos actos, de hecho que será en perjuicio de la economía de los hondureños, influyendo negativamente en la inversión nacional e internacional, fuente de riqueza y de empleo.
Hace algunos días, don Manuel Zelaya, convocó a la juramentación de los indicados comandos insurreccionales, acto que se llevó a cabo en la colonia Kennedy de esta ciudad. Se esperaba una multitudinaria manifestación, sin embargo, fue notoria la insuficiente asistencia y también la ausencia de otros líderes partidarios. Parece que va en descenso el entusiasmo de humildes incautos que antes creyeron en la senda de la violencia, lo mismo que de altos y pensantes dirigentes que no están dispuestos a participar en un proyecto destinado al fracaso, al desprestigio partidario, a poner en riesgo su seguridad personal y a perjudicar al país.

Es seguro que el pueblo repudiará las acciones que se pretenden con los indicados comandos. Sin embargo, no faltarán elementos fanatizados e ideologizados que, pensarán que ha llegado la hora de la “revolución”. No faltarán al llamado a la insurrección elementos de la delincuencia, tal como ocurrió en los días postelectorales y provocar vandalismo y violencia. Estos al ser capturados y judicializados, se les defiende como presos políticos. Si una facción política tiene derecho a la insurrección, máxime con elementos delictivos, el gobierno no solo tiene el derecho, también el deber de defender la institucionalidad.

2. Vendados los ojos para no ver
La crítica sana y constructiva es saludable. De ella requiere el gobierno, máxime cuando los pensares críticos son propositivos, señalando las acciones gubernamentales que consideren inapropiadas e indicando de seguido, las formas que consideren son las correctas.

Sin embargo, conocemos los casos de analistas y políticos de la oposición al gobierno del Presidente Hernández Alvarado que, permanecen omnubilados en su conciencia y como vendados de los ojos, para no ver los logros evidentes de su administración. Se manifiestan ofuscados por su intolerancia y sectarismo, con ataques insultantes, hasta personales, achacando a este gobierno males ancestrales que precisamente hoy se atacan con conducencia e inteligencia.

Les provoca roncha el dinamismo diario del Presidente, su valentía en la lucha contra el crimen organizado, su liderazgo en el entorno centroamericano, sus relaciones cordiales en el ámbito internacional y el posicionamiento positivo de Honduras en ese ámbito, el éxito de los programas sociales, del desarrollo turístico, de la infraestructura vial, del ritmo de crecimiento económico reconocido por la CEPAL, de la disminución de los índices de la violencia, etc. Evidentemente, se está avanzando progresivamente. Y como dice el Presidente Hernández: “falta todavía bastante que hacer”.

3. El diálogo en la representación de las Naciones Unidas
Con el auspicio de las Naciones Unidas, coordinado por su representante en Honduras, el doctor Igor Garafulic y solicitado por sectores políticos de la oposición y del gobierno, se llevó a cabo un diálogo político, con el objeto de encontrar puntos de coincidencia en diversos temas controversiales de dicho campo. Con paciencia franciscana, el señor Garafulic, durante varios meses, se esmeró en el logro de consensos en los aspectos que por fin se acordaron discutir. Los delegados del gobierno y del Partido Nacional fueron anuentes de dialogar sobre todos los temas propuestos por la oposición, incluso sobre el supuesto fraude electoral que alegan, sin embargo, no fueron capaces ahí, tal como en otros ámbitos, de aportar para ello ni la más mínima prueba.

Se organizaron mesas temáticas con la asesoría de expertos internacionales proporcionados por la ONU, en las cuales se lograron 169 acuerdos en los tres “Pilares del Consenso para la Reconciliación”: Protección de los derechos humanos, institucionalidad democrática y estado de derecho, lo mismo que sobre reformas político-electorales.

Sorpresivamente, cuando ya estaban por suscribirse los importantes 169 acuerdos y ser remitirlos al Congreso Nacional, los representantes del ingeniero Salvador Nasralla y del Partido Liberal, en una actitud prácticamente de chantaje decidieron no firmar los acuerdos, declarando que el diálogo fracasaba, en tanto no se aprobara una amnistía para los que ellos consideran como “presos políticos”, y son aquellos que cometieron actos vandálicos, saqueos e incendio de propiedades privadas y gubernamentales. Una amnistía para la delincuencia común sería un funesto precedente. Los acuerdos que no fueron suscritos por los delegados de la oposición ya obran en el Congreso Nacional, remitidos por los delegados del Partido Nacional y del gobierno. Serán insumos importantes para las reformas constitucionales y electorales que el país requiere en su institucionalidad.

(*) Exsecretario de Educación