Comandos insurreccionales se toman Tegucigalpa

Por: Nery Alexis Gaitán

Como preludio al día de los inocentes, miles de seguidores de Manuel Zelaya paralizaron la ciudad de Tegucigalpa el pasado 27 de diciembre. En ese día el aguerrido “Comandante Vaquero” juramentó los diez mil comandos insurreccionales que bogarán por una verdadera democracia en Honduras.
En un espectacular mitin político jamás visto, los comandos insurreccionales quedaron formados y juramentados, con la misión de “fortalecer la democracia y derrotar la dictadura impuesta por JOH”. Para tal ocasión se escuchó un encendido mensaje del coordinador general, arengando a sus seguidores a luchar por una verdadera democracia donde pudieran convocar a una asamblea nacional constituyente para redactar una nueva Carta Magna donde él, como presidente de la República, podrá reelegirse indefinidamente para tener la oportunidad de erradicar la pobreza de una vez y para siempre en nuestro país. Como casi lo hace durante su honrado gobierno, que fue interrumpido por los enemigos del pueblo.

Su destacada hija, baluarte de la lucha contra los ricos y a favor de los pobres, la “Pichu”, no quiso quedarse atrás e inspirada por las “patrióticas” palabras de su valeroso padre, pronunció un discurso desde el fondo de su corazón, conmoviendo hasta las lágrimas a todos los que la escucharon. Habló de su lucha sin cuartel por defender la causa de los necesitados, de su exilio en República Dominicana, y de sus penurias por todo el mundo, igual que su valiente padre, defendiendo a los más pobres de Honduras.

Estos discursos, tanto del padre como de la hija, fueron extraordinarias piezas de oratoria, que Demóstenes, el gran orador griego, tuviera en gran estima. El impacto de su mensaje liberador fue tanto que impactó hasta lo más profundo del alma a los cientos de miles que se congregaron en la colonia Kennedy. Y más allá todavía, ya que fue transmitido por radio y televisión, lo que ocasionó un hecho sin precedentes en la historia nacional.
Al momento de los discursos se paralizó el tráfico en Tegucigalpa. La población en general se desatendió de sus deberes cotidianos. Se cerraron ferreterías, farmacias, restaurantes, centros comerciales, casas de tolerancia, las gasolineras dejaron de vender combustibles…; en síntesis, la vida se detuvo en la ciudad y solo transitaban, ufanándose victoriosas, las fervorosas palabras de “Mel” y la “Pichu”, reproducidas en toda serie de aparatos electrónicos.

Arengados por estos discursos, llenos de tolerancia política y de llamados a la paz, los pobladores salieron a las calles celebrando el nacimiento de los comandos insurreccionales y se formó en toda la ciudad un “carnaval patriótico”, tal como lo denominaron los dirigentes de Libre. Pasadas las horas, todo volvió a la normalidad y la ciudad recobró su sensatez.

Queridos lectores, nos fue inevitable pasar por alto la inocentada orquestada por Manuel Zelaya, que siempre queriendo generar violencia y caos, se le ha metido entre ceja y ceja la formación de comandos insurreccionales para protestar por todo lo que se le ocurra. Y de paso llamar a una “gran movilización nacional” el próximo 27 de enero.

“Mel”, que se encuentra de capa caída en todo aspecto, ha perdido toda credibilidad y por lo consiguiente su poder de convocatoria en los últimos tiempos ha sido casi nulo. No pasa de un centenar las personas que acuden a sus constantes llamados de movilización popular. Su rotundo fracaso en la colonia Kennedy al juramentar los comandos insurreccionales fue evidente. Menos de un centenar de personas, entre las que se contaban los obcecados de siempre más personas de la tercera edad usando bastones, hablan de su fracaso político.

Su discurso desgastado y aburridor, pasó sin pena ni gloria. Lo mismo las cuatro palabras pronunciadas por su hija, vacías y nada creíbles. La pantomima de la juramentación fue entre cuatro gatos. ¡Señores de Libre, ya no engañan a nadie!