Por Marcio Enrique Sierra Mejía
El machismo en Honduras es considerado como factor de riesgo de victimización a mujeres y hombres, pero no tenemos claridad en cuanto a su efecto y direccionalidad. Ni siquiera contamos con una escala de machismo que nos posibilite describir los niveles de machismo; estudiar la relación del machismo con victimización, daño a la convivencia y variables demográficas; y menos la posibilidad de contrastar modelos de violencia y machismo.
Muy poco se ha hecho desde la perspectiva científica para elaborar un instrumento de medición (cuestionario violencia) para analizar el daño sufrido y cometido de pareja y para formular la escala de machismo partiendo de premisas histórico-estructurales que pudiésemos aplicar a una muestra incidental de mujeres y hombres.
Necesitamos realizar un esfuerzo compartido entre organismos de la sociedad civil y de la institucionalidad gubernativa con el propósito de construir la escala de machismo, precisar su consistencia interna y su estructura unidimensional. Debemos tener conocimiento de las diferencias significativas de medias entre ambos sexos. ¿Qué muestran las mujeres respecto al machismo y qué los hombres? ¿Qué tan reactiva fue la violencia en ambos sexos? ¿Qué podemos predecir del machismo y sus efectos en la convivencia para mujeres respecto a hombres? ¿Qué tipo de escala podemos construir que incluya propiedades psicométricas apropiadas a Honduras?
En general, el machismo es definido como una ideología que defiende y justifica la superioridad y el dominio del hombre sobre la mujer; exalta las cualidades masculinas, como agresividad, independencia y dominancia, mientras estigmatiza las cualidades femeninas, como debilidad, dependencia y sumisión (José Moral de la Rubia, Sandra Ramos Basurto, México, 2017).
En Honduras, el machismo está asociado con la cultura hondureña. Existe en nuestro contexto cultural normas consuetudinarias que dan al hombre la autoridad en la familia y el rol de proveedor, dejando a la mujer subordinada al hombre y dedicada al cuidado y la crianza de su descendencia. Se conocen testimonios en varias zonas territoriales del país que, cuando se transgreden esas normas, ocurren acciones de discriminación y violencia hacia las personas involucradas, mismas que, reflejan la motivación ideológica de mantener el orden cultural machista que trasciende hasta en el ámbito judicial.
Podemos apreciar que actualmente existe en nuestra sociedad civil una creciente crítica y resistencia hacia la ideología machista, especialmente entre las mujeres; no obstante, la persistencia de actitudes y formas sutiles o implícitas del machismo aún dominan y están presentes en el ámbito público y privado de nuestro país. Como por ejemplo se ven patrones dominantes en los ámbitos familiares en los que la mujer le toca no solo trabajar para ayudar al sostén familiar, sino que también, dedicarse al cuidado del hogar; mientras que los hombres no realizan ninguna tarea doméstica, privando un rol por sexo no necesariamente justo para el desarrollo familiar integral.
El sexismo impera en la sociedad hondureña desde hace mucho y este patrón cultural es discriminativo basado en el sexo o género porque se promueven estereotipos de roles sociales que establecen diferencias sexuales llenas de prejuicios que afectan a las mujeres. El sexismo es una actitud negativa hacia las mujeres, no solo las desvaloriza, también exalta los rasgos masculinos y acentúa la creencia de superioridad del hombre sobre la mujer. El caballerismo que caracteriza a segmentos de hombres hondureños no necesariamente significa la superación del machismo, muchas veces se utiliza como táctica para seducir a la mujer y lograr sexo con ella; no necesariamente significa un rasgo independiente del machismo. Pareciera también que al macho hondureño le satisface que las mujeres empoderen una ideología de sacrificio y abnegación de la mujer a la familia. Percibimos a las mujeres como símbolo moral y espiritual superior al hombre en proporción directa a su comportamiento, conforme con la expectativa de un sexismo indulgente, que implica una visión idealizada de lo femenino dentro de la cultura machista (Diaz-Guerrero, 2007).
Es así como en Honduras, el machismo y el sexismo son patrones culturales poco positivos para mejorar el estado actual de las mujeres en lo que concierne a su emancipación. En nuestro caso, el hombre sigue teniendo “por derecho” la potestad de condenar a su pareja cuando se desvía de su rol de sumisión y servicio esperado. La gran mayoría de mujeres hondureñas desde niñas, son instrumentalizadas en base a ideales femeninos de abnegación, aceptación del castigo o maltrato, debido a la imposición de una cultura que la promueve. Al extremo que, los hombres pueden no cumplir responsablemente con su rol de proveedor económico y la mujer debe callar y respetarlo.