El fin de una época

Por Abog. Octavio Pineda Espinoza(*)

El fin de semana pasada me tocó, como secretario general del Partido Liberal, presentarle mis respetos al último líder histórico del Partido Liberal, don Jaime Rosenthal, él es parte de una generación de hondureños que le dieron mucho al país y al partido, junto con el doctor Reina (Q.D.D.G.) y Rafael Pineda Ponce (Q.D.D.G.), son los últimos líderes históricos e ideológicos del partido, que representan esa noble tradición de servir a la institución antes que servirse de ella, quedan los vivos, los acomodados, los serviles, los quedabién, los que se visten de nobleza y grandeza, sin haberle dado al partido lo que merece, su esfuerzo, su entrega, su lucha.

Se cierran con don Jaime, con Pineda Ponce, con Reina, luchas que definieron a nuestro partido en los mejores términos, no necesariamente esos personajes eran iguales o representaron los mismos ideales o luchas, unos, los que vinieron de las clases altas y otros, los que representaban a las clases bajas, supieron entender al glorioso Partido Liberal, antes que la gente y los medios se inventarán los lados oscuros y claros, esos personajes nos enseñaron que solo había un lado, el del Partido Liberal, el que representaba a las clases desposeídas de la nación, igual lo siguen haciendo, con algunas diferencias e inconsistencias, un par de vivos o una tríada de ilusos que quieren cambiarlo sin conocerlo, hay cosas que aprender, pero quienes conocemos al PL, creemos en el cambio, en la renovación y en un liderazgo firme en la creencia que los principios están antes que los acuerdos, y el compromiso con la nación antes que los amigasmos.

En mi viaje a San Pedro sentí dos cosas, se marca el fin de una época gloriosa del partido en la que, a pesar de las diferencias, se construyeron enormes victorias electorales y, se inicia una nueva, marcada por un liderazgo renovado, firme, seguro de la historia del partido, pero seguro del camino a seguir para adelante, es al final, una nueva etapa, marcada por cambios internos y externos que nos harán un partido distinto para el siglo 21, un partido que hará la diferencia entre el chamberismo irreverente y poco ideológico de la izquierda y de la derecha y los que queremos cambiar positivamente al país, a la clase política, a los partidos, entre los que ofrecen más de lo mismo y los que realmente ofrecemos una opción nueva.

Para que algo nuevo viva, algo viejo tiene que morir!, esa es la decisión de quienes manejan las decisiones importantes en el Partido Liberal, eso no significa, que no respetamos la tradición, que no entendemos la contradicción, que no respetamos la controversia que es propia de nuestro partido pero que creemos, como deben hacerlo todos los verdaderos y buenos liberales, que hay una autoridad máxima, escogida legítimamente, que hay que respetar que tiene la obligación primigenia de escuchar a todo el mundo, esa es al menos mi actitud, la de alguien que conoce y quiere al partido, la del que sabe que toda gloria y todo éxito nace y muere con el apoyo popular, aunque existan algunos equivocados y soberbios, que creen, que su pensamiento y su accionar es lo mejor para el partido o quizás para sus mezquinos intereses, no es mi actitud, nunca la fue, nunca la ha sido, nunca la será.

Independiente de cualquier cosa que hagan los supuestos líderes del Partido Liberal, hay una cosa cierta, se acabaron esos grandes referentes, esos líderes históricos, paradigmáticos, importantes, los que concitaban la voluntad de las grandes masas porque tenían liderazgos auténticos, quedan los mediáticos, los farsantes, los inútiles, los que no le han construido al partido victorias, los que negocian en su nombre para su propio beneficio, los tránsfugas, los irreverentes y malcriados, sin respeto por la historia y la tradición, los fáciles para hablar y destruir y difíciles para aceptar y reconocer, los que no entienden que el partido somos todos, los que se dicen blancos a pesar que son oscuros, los que se llaman sin memoria, los nuevos, los inmaculados, aunque todos sepamos sus orígenes y desmanes.

Sentí con firmeza que el entierro de don Jaime es el entierro de una época y, aunque don Jaime y mi padre, Rafael Pineda Ponce eran representantes de diferentes orígenes e historias, con sus diferencias, que entiendo el porqué las tuvieron, fueron lo suficientemente inteligentes para construir un partido victorioso; me queda el recuerdo de un Central Ejecutivo dirigido por esas dos figuras, yo era apenas el secretario de Asuntos Internacionales, eran miembros de ese Central Ejecutivo don Jaime, mi padre, el farsante liberal “Mel” Zelaya y otros, esas dos personas que mencioné al inicio entendían al partido, con sus enormes diferencias encontraron acuerdos que nos abrazaran a todos y nos entendieran a todos, es mi esfuerzo, que en este Central Ejecutivo, yo, modestamente, pueda representar ambos espíritus, pero eso, al final, es una decisión de la gente.

Que descansen en paz esos grandes líderes, Carlos Roberto Reina, Rafael Pineda Ponce y Jaime Rosenthal Oliva.

(*) Secretario Gral. del Partido Liberal, catedrático universitario