“Cipote” trabajador suplica ayuda para aliviar quemaduras

DANLí, El Paraíso. La pobreza y las desgracias azotan a los más desposeídos y ese es el caso del pequeño Marvin David, quien sufrió quemaduras en el 70 por ciento de su cuerpo y ni las condiciones económicas ni de salud son adecuadas para su óptima recuperación.

La miseria llegó de la mano de la tragedia a la vida de la familia de Marvin David Chávez Ayestas, quien a sus 15 años se enfrentó a una de las peores pesadillas de cualquier ser humano, quemarse en vida. Alrededor del 70 por ciento de su cuerpo está desfigurado, el otro porcentaje fue el escogido para recoger injertos y cubrir las más profundas heridas dejadas por el fuego. Su recuperación no ha sido fácil, ya que la miseria lo obliga a trabajar y vivir en las peores condiciones de salubridad.

La mayor parte del día se la pasa en la terminal de transporte de Danlí, que en los últimos años ha sido su centro de trabajo, donde hala mercadería, maletas o hace mandados. El día que lo hallamos no había logrado ganar dinero para comer, pero sí para hacer el viaje a Tegucigalpa, a su cita médica, ya que le prometieron operarlo y recuperar su sonrisa.

A tres meses de su accidente, Marvin David debe pedir en la terminal para poder ir a sus citas médicas en la capital.

LA TRAGEDIA

“Fue hace tres, cuatro meses, que me pasó esto; yo estaba dormido y como en mi casa no hay energía, la candela se cayó y agarró fuego el colchón, yo estaba dormido y hasta que mamá me despertó, ya iba para el hospital quemado y con mi cara inflamada; en Tegucigalpa estuve dos meses en el hospital”, relató.

“Yo aquí me llevaba en la terminal, recogiendo maletas, para ayudar en la casa y poder comer, siento mucha vergüenza porque la gente me queda viendo, no puedo mover mi mano, no cierro mi boca y tampoco cierro mi ojo”.

“No quiero quedar así, quiero ser de nuevo normal; mire, con el dinero que la gente me regala le doy a mamá para comer y ajustamos para las citas en el hospital y mañana (jueves) me toca una cita. Si quiere la puedo llevar a mi casa”, propuso muy motivado Marvin David.

Fue así que no pudimos negarnos, terminamos el almuerzo que compartíamos en la terminal de Danlí, luego que unos amigos de la zona nos habían advertido del lamentable caso. Nos dirigimos a la mal llamada colonia “El Chorizo”, área verde o invasión de la colonia Eben-Ezer, un lugar donde había familias en extrema pobreza.

Francis Selenia Chávez.

ES DURO RECORDAR…

Marvin David fue nuestro guía hasta el último rincón, los malos olores invaden el ambiente y nos sentimos obligados a preguntar si ya habían comido. “Apenas hoy les di algo de frijoles con tortilla de desayuno, creo que será hasta la cena que lograremos algo y luego a dormir”, contó Francis Selenia Chávez, madre del infortunado Marvin David.

“Soy madre de seis hijos y vivimos de una pequeña venta de encocadas y lo poco que Marvin recoge; es duro recordar ese día, pero yo estaba haciendo cena y Marvin ya estaba dormido, no tenemos energía porque dicen que vivimos en zona de riesgo y por eso no nos dan el pegue de luz y tampoco de agua”, explicó.

“Compramos a un lempira el botellón de agua hasta para lavar y pagamos cinco lempiras por cargar el pequeño celular que tenemos para las tres casitas (covachas de maderos y láminas de zinc), la mía y de mis hermanas”.

“Cuando pasó esto, nadie se había percatado y lo miré y le daba con las manos para quitarle las llamas, ese día no había ni agua aquí y los vecinos trajeron agua para apagar las llamas, yo terminé con mis manos quemadas”, narró la vendedora de dulces. (CR)

SIN MEDICINAS
RECUPERARSE, ¿UN SUEÑO IMPOSIBLE?
Selenia Chávez, la madre del infortunado Marvin David, recordó que el niño “estuvo dos meses hospitalizado, pero no ha quedado bien, no tenemos las condiciones para comprar tanto medicamento; mañana (jueves) vamos de nuevo a cita y no tenemos para comprar o darle los cuidados que necesita”.

“Necesitamos de mucha ayuda hasta para poder tener un techo o poder tener una letrina, un bono de ayuda para llevar mis hijos a la escuela, mire que Marvin apenas logró el primer grado porque hemos sido muy pobres, a esta familia no le han llegado ayudas porque dicen que vivimos en zona de riesgo, pero no tenemos a dónde ir”.

Los pequeños, en evidente estado de desnutrición, andan descalzos, no hay uniformes y tampoco útiles escolares. Ese día no había un fuego encendido para preparar alimentos y tampoco la esperanza de una cena. Los problemas de salud, económicos y de vivienda en la familia no tienen respuesta y menos aún el cuerpo quemado de Marvin David, que resiente la ausencia de sus medicamentos y las precarias condiciones donde se desarrolla su recuperación, entre mendigar y la falta de vivienda digna.