Tito Asfura entre la espada y la pared

Por: Carlos Medrano
Periodista

El actual alcalde capitalino, yo diría el personaje más carismático en la actualidad, con su vestimenta particular (jeans, burros y camisa azul), con su ronca voz y su afable manera de tratar a sus semejantes, se ha ganado a una enorme cantidad de hondureños, sin necesidad de la publicidad que tradicionalmente han necesitado sus antecesores y políticos de turno.

El famoso “Papi a la orden”, irrumpió en la política de manera atípica, perdió en su primera aspiración por la alcaldía de Tegucigalpa y Comayagüela y luego avasalló en las elecciones en las que Juan Orlando Hernández salió electo Presidente de la República.

Inició cortando los hilos de la corrupción que estaba aferrada hasta en el último rincón del ente edilicio, cortó la desproporcionada publicidad y empleomanía que Ricardo Álvarez tenía en una gestión que poco o nada hizo por el bienestar de los capitalinos, sino endeudarla y llenarla de escándalos vergonzosos como el del Trans 450, del que todavía estamos esperando su arranque.

Luego de no ver casi ninguna obra importante y significativa que alivie el asfixiante tráfico, “Papi” inició a habilitar algunos tramos a “medio palo”, dejados en Tegucigalpa, y a construir soluciones viales, haciendo el diario vivir de los capitalinos más agradable.

Además, impulsó obras en barrios y colonias como empedrados, más agua, alcantarillados, reparación de calles y avenidas, bacheo, solo para mencionar algunas de las obras que de manera masiva y sin propagación ha desarrollado el dinámico personaje.

Hoy Asfura se ha convertido en uno de los políticos más magnánimos del país, pero además, casi la única carta de triunfo de su partido político, quien se encuentra en un proceso de desgaste natural, luego de más de 8 años en el poder, agobiado por los escándalos de corrupción, malos manejos en la campaña reeleccionista y una crisis económica asfixiante.

Sus potenciales rivales políticos, Mauricio Oliva, presidente del Congreso Nacional, ha demostrado capacidad de diálogo y concertación, pero sin ningún carisma nacional; Reynaldo Sánchez es un político prefabricado, no arrastra a nadie; y Ricardo Álvarez cuenta con una figura gastada, manchada y sin ninguna probabilidad.

El camino está allanado para que “Papi a la orden” sea el próximo candidato del Partido Nacional de Honduras, con posibilidades de ser presidente de la República, pero en primer lugar, será él quien deberá tomar la trascendental determinación, pues hasta lo que yo he sabido, el edil quiere seguir como alcalde de la capital.

Una de las ventajas que le acompaña es que a pesar de tener un partido “gastado y deteriorado”, “Papi” estaría enfrentando a una oposición más fragmentada que nunca, un Partido Liberal peleando como “perros y gatos”, un partido Libre ya “embarrado” y en maridaje con el partido de gobierno y un Salvador Nasralla con una imagen que continúa en decadencia.

Si Nasry Asfura decide buscar la Presidencia de la República, sus probabilidades son altísimas de llegar, su trabajo y hechos lo acreditan como una persona de cambios, honesto y comprometido con las metas que se propone.

Ganaría las próximas elecciones, sin ningún problema, siempre y cuando la oposición siga dispersa, y que su partido y actual Presidente de la República logren sortear varias acusaciones que podrían seguir dañando su imagen nacional e internacional.