Por: José María Leiva Leiva
Con excepción de ese churro comercial titulado “Black Panther”, nominada entre otros apartados, ¡a mejor película!, esta temporada de premios suele caracterizarse por magníficas obras cinematográficas, unas basadas en hechos reales (pasados y presentes), otras en temas biográficos, sólidos guiones (originales o adaptados), colosales intervenciones de sus protagonistas estelares, y por supuesto, un implacable trabajo de dirección, tal es lo visto en “El vicio del poder”, “Infiltrado en el KKKlan”, y “¿Can you ever forgive me?”.
Así, los filmes citados, compiten con todo mérito en las diferentes categorías de la edición número 91ª de los Oscars de Hollywood, cuya gala se celebrará el próximo domingo 24 de febrero, día en el que se desplegarán las alfombras rojas de la velada, por la que desfilarán las estrellas más rutilantes del firmamento cinematográfico. Black Panther, dirigida por Ryan Coogler (“Creed: La leyenda de Rocky”), fue creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1966, durante el apogeo del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos. Y no me cabe ni la menor duda que esta nominación se deba entre otras cosas al aprovechamiento de los fantásticos efectos visuales de hoy en día.
A la obtención de jugosas ganancias del mercado, que consideran al cine como industria del entretenimiento, y no menos importante, gracias al contexto cultural actual; es decir, la lucha por los derechos raciales y de igualdad de género. Aspectos de la tolerancia y la convivencia social con los que me muestro a favor decididamente, pero de aquí a considerar precisamente a esta película como una de sus referentes para incluirla incluso en esta importante categoría que hace repaso a lo que se supone son las mejores cintas del año, me parece un error desmesurado que compromete el buen gusto y la seriedad de la Academia, encima que le quita espacio a otras obras cinematográficas de mejor y probada calidad.
Cuenta la historia de T’ Challa, un insulso Rey y de su próspera Wakanda, aislada, camuflajada y muy avanzada tecnológicamente, cuyo poder reclama un pariente cercano que se considera el elegido al trono, lo que hace peligrar todo el destino de esta nación africana y del mundo. No en vano la crítica ha dicho: “Demasiada contradicción para una película más aplaudida por sus intenciones, todas buenas, que por sus resultados”, o bien esta: “Mucha monarquía, poca diversión: el debut más desaprovechado de un personaje Marvel”. Así de sencillo.
Con mejor criterio valorativo, las otras seis nominaciones de esta película son: Mejor banda sonora original, Mejor canción original: “All the stars” de Kendrick Lamar, Mejor diseño de producción, Mejor diseño de vestuario, Mejor edición de sonido y Mejor sonido. Por otro lado, Adam McKay (“La gran apuesta”), nos presenta “El vicio del poder”, los entretelones del poder político en los estados Unidos.
“Vice”, cuenta en clave de drama sarcástico la historia política de Dick Cheney en los Estados Unidos. Un papel sobresaliente de Christian Bale, que lo pone a las puertas del Oscar al Mejor Actor, encarnando a Cheney, “un callado e inquisitivo burócrata de Washington, que ejerció silenciosamente un inmenso poder y acabó convirtiéndose en vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush (interpretado por Sam Rockwell), con consecuencias para su país y el resto del mundo que aún se dejan sentir hoy en día”, convirtiéndose por ejemplo, en uno de los máximos impulsores de la Guerra de Irak.
“Es un lugar común de la política norteamericana decir que el puesto de vicepresidente no comporta poder alguno: decir incluso que es honorario es un eufemismo. Correcto, a menos que el presidente sea alguien como Bush hijo y que el “vice” sea Dick Cheney: entonces la ecuación del poder de la nación mejor armada del mundo se convierte en un arma de destrucción masiva… No se pretende humanizar a Dick Cheney sino explicar el funcionamiento del Himalaya de la presidencia americana con la misma urgencia narrativa que imprimió, digamos, Martin Scorsese, a sus mejores crónicas de la mafia” asegura Antonio Weinrichter en https://www.abc.es/play/cine/
“Infiltrado en el KKKlan”, dirigida por Spike lee, está ambientada en los años 70, una época de agitación social y de lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos. Narra con hechos reales la historia de Ron Stallworth (John David Washington, hijo de Denzel Washington) un detective afroamericano del departamento de policía de Colorado Springs, que logra infiltrarse como un supremacista blanco en el KKK, para denunciarlo, particularmente, recabar información sobre un atentado, junto a su “alter ego”, Flip Zimmerman (Adam Driver), que termina dando la cara y exponiendo la vida ante la organización delictiva.
Finalmente destacar el fascinante duelo interpretativo de Melissa McCarthy y de Richard E. Grant en “¿Can you ever forgive me?”, de Marielle Heller, en el mejor papel que le hemos visto a una hasta ahora desafortunada McCarthy, interpretando con notoriedad a Lee Israel, la biógrafa superventas de famosos (y amante de los gatos) que se ganó la vida en la década de los 70 y 80 realizando las biografías de artistas como Katharine Hepburn, Tallulah Bankhead, Estée Lauder o la periodista Dorothy Kilgallen.
No obstante, en época de crisis de creatividad y estancamiento literario, comienza a falsificar cartas de escritores y celebridades fallecidas con el fin de cancelar sus múltiples deudas. Cuando las falsificaciones empiezan a levantar sospechas, Israel, siguiendo el consejo de su cómplice y amigo, Jack (inconmensurable Richard E. Grant) roba y vende las verdaderas cartas de los archivos sin imaginar lo cerca que el FBI está por atraparle.