GANAR TIEMPO Y LOS CONEJOS

ESE Nicolás pasa sacando conejos del sombrero. Cuando los estudiantes y opositores venezolanos andaban protestando en las calles y la salvaje represión desatada acumulaba cadáveres por todos lados, para sofocar el nerviosismo de la OEA y de la pasiva comunidad internacional, accedió a dialogar con los quejosos. En una ocasión convenció al Vaticano interceder, en pláticas eternas que a nada condujeron, solo al rompimiento de compromisos que adquirió con los obispos y la Santa Sede. Por ello ahora que le pide al Papa volver a mediar, el pontífice le dirige una carta como “señor Maduro” y no “señor presidente”, recordando aquellos malogrados ensayos de diálogo. ¿Cómo un país tan rico, con reservas inagotables de crudo puede llegar a la ruina? Ni pasándole la más destructiva trituradora. A medida que la crisis hace estragos, año a año se produce una hemorragia imparable de capital humano. Un éxodo sin precedentes de desesperados huyendo de la miseria y la desbocada violencia, mientras mueren de hambre los que quedan atrapados en su calvario.

Otra vez las manifestaciones multitudinarias en distintas ciudades. Escandalosos videos colgados en las redes sociales de los asesinatos a sangre fría dirigidos por su guardia pretoriana. Los fieles generales –a los que repartieron la comercialización de los recursos estratégicos del país para evitar que se rebelen– no se le zafan ni ahora que les ofrecieron amnistía. Por si las dudas, cuentan con oficiales rusos y cubanos por balseras diseminados en todos los batallones. En esa otra ocasión –cuando no encuentran salidas al conflicto solo se les ocurre empujarlos a que se sienten a platicar, como lo que ahora propicia el Secretario General de la ONU y el grupo de contacto de los que se lavan la manos– en la OEA resolvieron montar otro simulacro, con el Zapatero español y otros “ocho con yo” de facilitadores. El español coronó inclinándose al oficialismo. Al final de cuentas las rondas de diálogo –como anfitrión el presidente de República Dominicana– acabaron igual que antes. Ni un mínimo de garantías para una contienda electoral. Un ardid que le permitió a la autocracia ganar tiempo, en tanto divagaba a la comunidad internacional de la montaña de cadáveres y de las demás violaciones a los derechos humanos. Para regresar con más fuerza a reprimir y encarcelar a los opositores. En las únicas elecciones más o menos creíbles que convocaron, la oposición ganó el control de la Asamblea Nacional. Un adorno inútil, ya que Nicolás con jueces obedientes que anulaban todas sus resoluciones la tuvo de jarrón de adorno.

Con los grupos opositores divididos, peleando entre ellos el protagonismo de la estrategia, saca otro conejo del sombrero. La convocatoria a una Constituyente para desmontar todo el sistema, cambiar la Constitución que dejó el finado a gusto propio y con el mismo tribunal electoral sometido –donde la doñita que puso, cuenta los votos a su manera– y luego comicios anticipados, aprovechando el soberano molote de la oposición, para continuar en el poder. Ninguno de los partidos acude a esos comicios, salvo un iluso que se presta a la jugada. Nicolás –sin vigilancia objetiva del proceso, sin observadores de afuera, llenando cajones de papeletas previamente marcadas y contando los votos él solito– les mete capote. Ahora que intenta tomar posesión, bajo el liderazgo del imperio, la mitad del mundo le niega legitimidad. El Grupo de Lima no llega a la toma de posesión solo México, desenvainando la Doctrina Estrada de la no intervención le lanza un salvavidas. Ah y el uruguayo que se declara imparcial organiza en Montevideo una cumbre de europeos e hispanos que impulsan el “grupo de contacto” para gestionar ayuda humanitaria y convencer a Guaidó que se siente a hablar con Nicolás. Como a la ayuda humanitaria ofrecida por el imperio y otros países solidarios con la angustia venezolana, Nicolás la tilda de “show para la invasión”, saca otro conejo.

Los rusos le mandan un cargamento de ayuda humanitaria que recibe con euforia, pese a que unas horas antes decía que “los venezolanos a nadie le están ‘mendingando’”. (El término culto según la RAE es “mendigar”, pero eso solo es otro disparate en medio de tantos otros). El último conejo es que reta a Guaidó a que convoque elecciones para barrerlo. Pregunta. ¿Con las mismas garantías al proceso electoral como hasta ahora, o nuevas reglas del juego que aseguren comicios libres, vigilados y transparentes?