¿Qué es lo que quiere el pueblo?

Por Adán Hilario Suazo Molina
Coronel de Aviación (Retirado)

La frase estándar que utilizan la mayoría de los políticos y los autonombrados representantes de la sociedad civil, para remachar sus intervenciones públicas es: El pueblo quiere… tal o cual cosa, desconocemos, cómo llegan a estas conclusiones, cómo hacen para percibir esos deseos o cómo comprenden toda la gama de motivaciones, expectativas y necesidades que definen nuestros sentimientos del pueblo y solamente usurpan nuestros genuinos deseos. No obstante hay algunos elementos predecibles y muy evidentes, enfundados en las grandes necesidades de supervivencia humana, que poco se mencionan.

La democracia es como el paraguas que soporta toda la serie de maniobras y actuaciones políticas que se hacen en su nombre, hasta el límite de la mentira. “El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio”, dijo Sir W. Churchill, sin duda esta aseveración nos describe con claridad, uno de los errores que se cometen, al tratar de sostener artificiosamente el sistema, ya que la atención ineludible hacia el pueblo o al soberano como suelen llamarlo, es solamente necesaria el día de la votación, como también lo afirmó míster Winston: “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”.

Volviendo a nuestra peculiar forma de hacer política, ahora estamos enfrascados en las famosas reformas a las leyes de los procesos electorales, ya se ha logrado algo al respecto, sin lugar a dudas es necesario para garantizar la transparencia y vendrán sin duda más cambios sobre el tema; pero el dilema es permanente: ¡servirán de algo estas maniobras!

Sin temor a equivocarnos, el cambio corresponde a algo mucho más sencillo; algo enmarcado en las habilidades humanas blandas, las cuales se centran en las relaciones interpersonales y el sentido común, preguntémonos: de qué sirve crear o modernizar leyes, sistemas y organizaciones, si el principal componente, el factor humano no es capaz de asimilarlo, optimizarlo y difundirlo.

Las fallas han existido desde siempre, nuestra idiosincrasia lo estipula; pero el asunto fue alterado y remarcado, desde que el comandante Hugo, comenzó a sembrar la idea del ALBA en la cúpula del gobierno del Poder Ciudadano, proceso que culminó con los acontecimientos de sustitución presidencial ya conocidos.

¿Estaremos tan lejos de que las heridas sanen?, de que le demos vuelta a la página y busquemos un nuevo amanecer. La oposición claro que es parte de los pesos y contrapesos, es necesaria y oportuna y además es carácter alterno, buena si es constructiva, con propuestas y correctivos; pero cuando hay sangre en los ojos y solo odio e insulto emana de unos y otros, sencillamente todos se multiplican exponencialmente en el pueblo, es la de nunca acabar; esto es lo que tenemos hasta el momento; nos produce vergüenza, estamos en la cola de Latinoamérica en casi todo y por mucho esfuerzo que haga cualquier gobierno, si el ambiente que encuentra es, que en el acto de instalación, ya le están serruchando el piso; hay muchos ejemplos históricos, de autodestrucción de países, por fanatismo político o por querer imponer sistemas y doctrinas fracasadas, hay que tomar consejo, ver alrededor y estudiar la historia.

Ante la manipulación que ejercen políticos y unos que otros autodenominados representantes de la sociedad civil, es necesario que recapacitemos nosotros, el pueblo, sobre: qué queremos y qué no queremos. Nos atrevemos a decir que lo que aspiramos es muy sencillo, se trata de cosas básicas como ser: paz, seguridad, trabajo, educación, oportunidades, pero estando conscientes que el gobierno es solo un facilitador y que somos nosotros los que moldeamos nuestro destino.

En el sentido contrario, lo que menos deseamos es la priorización de la política ante cualquier cosa, a tal grado de que se ha convertido en una situación continuada y enfermiza que nos distancia y nos aparta de nuestro futuro común.

La política no es mala, si es dirigida y orientada a alcanzar y fortalecer la democracia.

Sin duda se alcanzarán acuerdos, se cambiarán leyes. Pero, si esto es para continuar una dinámica moderna de las mismas actuaciones: campañas continuas, candidaturas prematuras, movimientos partidarios internos, elecciones internas, elecciones primarias, elecciones generales, balotaje y acto seguido continuar el mismo círculo vicioso. Nos preguntamos como pueblo, ¿qué tiempo nos quedará para vivir?