¡El Vaticano es imprescindible!

Por Oscar Antonio Oyuela Castellón

El Vaticano además de fuente espiritual es factor de poder de masas y líder en los procesos de transición de dictaduras hacia procesos democráticos. Sin duda le resulta difícil enfrentar la crisis interna que hoy atraviesa la Santa Sede con decenas de denuncias contra sacerdotes pedófilos, algunos fallecidos y otros encarcelados, el propio papa Bergoglio ha condenado el comportamiento de curas y obispos abusadores de monjas y actos de discriminación denunciado por organizaciones de diferentes órdenes religiosas de la Iglesia, todo esto resta imagen y prestigio al Vaticano, sin embargo, con lo que está ocurriendo internacionalmente frente a Venezuela es urgente y necesario que la Iglesia tenga protagonismo definitivo para evitar se siga agudizando la crisis humanitaria que hoy alcanza dimensiones inconmensurables y con posibilidad que un ejército continental arrase con todo y deponga al dictador y sus secuaces de alto rango militar que al final del río de sangre inocente terminaría con algo parecido o peor a lo que ocurrió con el dictador panameño de Noriega, que no obstante de haber sido reiteradamente advertido que lo mejor que podía hacer era renunciar al cargo y convocar al pueblo a la mayor brevedad a nuevas elecciones antes del uso de la fuerza, el milite dictador optó por la terquedad, envalentonado por creer que tenía el apoyo de la dictadura Castro-comunista de Cuba en alianza con los líderes del Cartel de Cali, amenazó en un fogoso discurso con machete desenvainado, con hacer uso de las “fuerzas armadas en defensa de la soberanía nacional y la dignidad del pueblo panameño dispuesto a morir frente a una eventual invasión extranjera”. Los resultados fueron desastrosos, decenas de miles murieron y el cobarde dictador fue capturado cuando se escondía en el sótano de un convento, luego sometido a juicio ante los tribunales de justicia estadounidense, encarcelado en prisión de máxima seguridad hasta que cumplió con su larga condena para luego enfrentar a la justicia francesa que lo condenó a prisión por un tiempo más hasta que retornó a su país a responder por las acusaciones que se le imputaban en los tribunales de justicia, pasó un tiempo en la cárcel, por sus quebrantos de salud bajo vigilancia, se le permitió cumplir la condena en su casa de habitación hasta morir sin pena y sin gloria, que es lo que estamos pensando, podría ocurrirle al dictador Maduro y su caterva de maleantes militares, si la situación crítica que vive Venezuela continúa prolongándose, y para que esto no ocurra, la única alternativa viable para que haya una transición de la dictadura a la democracia es con la inmediata participación del Vaticano. Muchos no estarán de acuerdo con esto porque han criticado la conducta pusilánime que ha demostrado el papa Bergoglio al tolerar que Zapatero de España, Torrijos de Panamá y Fernández de República Dominicana en contubernio con Samper, secretario general de UNASUR, maniobraran para boicotear las propuestas de la OEA y darle mayor respiro a la dictadura de Maduro, además, para nadie fue del agrado que el Vaticano enviara delegación a los actos del ascenso del segundo período del dictador, cuando la comunidad internacional había denunciado el fraude electoral presidencial realizado sin la participación de observadores internacionales, aunque el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin intentó justificar que la Santa Sede tiene una posición de “neutralidad positiva en la crisis de Venezuela”, lo que desde luego, a nadie convenció. El papa podrá ser abanderado de la Teología de la Liberación interpretada desde una perspectiva marxista como lo hizo el obispo Leonardo Boff de Brasil y Gustavo Gutiérrez del Perú en aquel momento que en Buenos Aires hacía lo propio el cardenal Bergoglio y en Nicaragua se desempeñaba como titular del Ministerio de Cultura el sacerdote Ernesto Cardenal que fue amonestado por Juan Pablo II en su viaje pastoral a Managua, pero el papa Francisco no puede sustraerse a los fundamentales principios en los que se sustenta la Iglesia Católica.

La crisis tiende a prolongarse en la medida que todos quieren algo del pastel con esas kilométricas reuniones en la OEA, en la ONU en la UE, Rusia y China, el Grupo de Lima sin México del populista AMLO, que pretende convertirse en el líder centroamericano mediador de la crisis cada vez creciente de Nicaragua y que junto al presidente de Uruguay y los gobiernos populistas que aún quedan pretenden meter las narices para beneficiar al régimen dictatorial de Maduro. El Vaticano aún con todas las críticas que se le han formulado por apartarse de aquellos postulados que caracterizaron al papado de Juan Pablo II, a estas alturas del tiempo de esa crisis venezolana que está matando todos los días a niños y ancianos por enfermedades como efectos colaterales del hambre y la desnutrición sin sumar las balas asesinas de policías y militares que están cegando preciadas vidas de jóvenes que anhelan vehementemente el retorno de la libertad y de la democracia, no queda otra salida que pedir auxilio al Vaticano para que con la ayuda de los otros actores internacionales se ponga fin a esta tragedia sin precedentes en la historia contemporánea continental.