Odisea de los marginados (Galería y video)

Por: José María Leiva Leiva.

“Capharnaum”, es el tercer largometraje de Nadine Labaki, la hermosa y talentosa actriz, guionista y realizadora libanesa que ya nos había sorprendido primero con “Caramel” (2007), y luego con “¿Y ahora adónde vamos?” (2011). No en vano “Capharnaum”, resultó la ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes de 2018, recibiendo además una ovación de al menos 15 minutos de duración de un emocionado público entregado a reconocer la calidad de su obra cinematográfica.

La película compitió días atrás para optar al premio Oscar en la categoría de mejor película extranjera, junto a «Roma» de México (que resultó la vencedora), «Cold war» (Guerra fría) de Polonia, «Obra sin autor» de Alemania y «Un asunto de familia» de Japón. Y en honor a la verdad, debo decir, que también merecía esa estatuilla tanto o más que “Roma”. El título de la película, “Cafarnaúm”, hace referencia a un pueblo pesquero de la antigüedad situado en Galilea, en Israel, a orillas del mar de Galilea. Fue uno de los lugares elegidos por Jesús de Nazareth para transmitir su palabra.

Más tarde, el término fue empleado en la literatura francesa, para denotar el caos y afirmar que todo está al revés y en completo desorden, y no es para menos contemplando lo que vemos en este melodrama que mezcla el documental con la ficción, pues Nadine se inspira en el sufrimiento de los niños migrantes ilegales, a quien el sistema les ha fallado, además de abordar otros temas básicos como los matrimonios forzosos, el tráfico de personas, la niñez, la familia como infierno y tabla de salvación, las relaciones humanas en tiempos de desamparo y necesidades vitales en peligro.

Ambientada en Beirut, Líbano, encontramos una pobrísima familia disfuncional (además renca de la cabeza) que a pesar de vivir hacinados y en condiciones deplorables, no tienen inconvenientes para seguir trayendo hijos al mundo, condenados a la miseria desde su nacimiento. En este ambiente caótico, más bien un cuchitril destaca Zain (una increíble y portentosa actuación de Zain Al Rafeea, digna de cualquier reconocimiento internacional), un chaval de aparente 12 años (pues no consta registro exacto de su natalicio) que resulta más listo que el hambre, y que sobrevive a los peligros de las calles de la ciudad, donde debe robar todo lo que pueda para dar de comer a sus hermanos más pequeños.

Tras sufrir el constante maltrato (físico y psíquico) de esa monstruosa pareja que dicen llamarse “padres”, y luego que estos decidieran vender a su hija de 11 años a un mercader, y así agenciarse un sustento, Zain opta por huir hacia la nada sobreviviendo a través de su ingenio, hasta toparse con Rahil (Yordanos Shiferaw), una refugiada etíope que lucha sin éxito por lograr el permiso de residencia, y a su bebé, Yonas (Boluwatife Treasure Bankole), a quien terminará cuidando, sobre todo a partir del momento en que Rahil sea detenida por la autoridad.
El cuadro humano que viven entonces estas criaturas desgarradas por los hechos o el destino, es demoledor. Zain no puede ni con su vida, muchos menos con la suerte del pequeño que terminará siendo entregado a un mafioso traficante de recién nacidos, todo ello en medio de impactantes escenas que por un lado desprenden una enorme ternura, y un profundo calor humano, y por otro nos muestra una sociedad indolente que viendo la tragedia de estos pequeños arrastrados a su suerte, no hacen absolutamente nada por intentar siquiera remediarlo.

Después de esto, Zain regresa a Beirut con el propósito de recoger unos papeles para embarcarse para Suecia. Pero al ser descubierto por sus padres sigue sufriendo el mismo maltrato. No obstante cuando se entera que su hermana murió a consecuencia de daños ocasionados en la alcoba por relaciones con su marido, toma un cuchillo y sale a vengarse de éste. Le deja mal herido y es capturado y sentenciado a 5 años de prisión. Así mismo, Zain busca la justicia en un juzgado y demanda a sus padres “por haberlo traído a este mundo donde ni se respeta ni se reconoce su dignidad; Por obligarlo a vivir en la pobreza extrema, moral y física…incluso solicita que esa justicia prohíba a sus padres tener más hijos”. Su abogada es Nadine Labaki.

En la vida real, Zain Al Rafeea, el niño protagonista del filme, llegó al Líbano con su familia en 2012, tras huir de la guerra que asolaba su ciudad al sur de Siria. Al vivir en uno de los barrios más pobres de Beirut, Zain no podía ir a la escuela y se veía expuesto a menudo a situaciones de violencia, tales como vive el protagonista de esta película, que cuenta con actores no profesionales, cuatro de estos refugiados. Ello, llevó a Nadine Labaki a conocer su historia y a ofrecerle el papel protagonista. Ahora, Zain y su familia han sido reasentados en Noruega donde han comenzado una nueva vida.

Por último vale la pena enfatizar algunas opiniones destacadas de la crítica, veamos: “Cafarnaúm es un incómodo y a la vez bello e hipnótico retrato social…Un filme de inusitada belleza plástica, sacando poesía hasta de los rincones más sórdidos que retrata con una mezcla de ironía y realismo. (https://burgosdijital.net) Eduardo Nabal. “Acusarán a Labaki de manipuladora del sentimiento, de hacer pornografía con el desamparo de los más débiles, y otras tonterías más. En mi caso ha logrado el estremecimiento, que sienta en carne viva lo que les ocurre a sus desgraciadas criaturas. La mirada y la expresividad de Zain Al Rafeea te arañan el alma. No he visto una interpretación tan conmovedora, magnética y veraz como la suya en todo el cine que ha ofrecido el festival de Cannes” (edición 2018). Carlos Boyero: Diario El País.

«Un filme que hace del exceso su forma melodramática y el resultado es emocionante. No puedes apartar la mirada de los actores infantiles…es imposible no admirar esta película, llena de trucos, es cierto, pero también repleta de aciertos dramáticos.» Salvador Llopart: Diario La Vanguardia. «Una desoladora historia de infancia ultrajada con un tono entre realista y popular, apelando a veces a un exceso de sentimentalismo pero capturando en toda su crudeza las vivencias mostradas”. Quim Casas: Diario El Periódico. Por mi parte, voy a emplear una sola palabra: ¡BRILLANTE!

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