De mis memorias 70 años después 2/2

Por: Mario Hernán Ramírez

Como decíamos ayer…

Con la llegada del general Juan B. Alemán a la dirección de la Penitenciaría Central, cerró sus puertas definitivamente a la Escuela Vocacional Marcos Carías Reyes y con ello, por supuesto, la salida de los jóvenes internos y algunos profesores que impartían clases de historia, matemáticas, castellano, etc., como don Federico Leiva Larios, don Héctor Pineda Ugarte, don Rafael Jerez Alvarado, don Federico Canales, de afuera, y los internos Augusto C. Villafranca, Simón Molina Ramos, Arturo Morales Chávez, Quintero, Peralta, Cortés y otros que se escapan en la infiel memoria.

Los seis oficiales que mencionamos anteriormente habían salido con sus respectivos diplomas que los certificaban no solo como miembros activos del Ejército, sino también como maestros en el oficio que cada uno había escogido.

Ese mismo año, 1949, nació la Escuela de Cabos y Sargentos en el mismo lugar donde funcionó por años La Artillería, que condujo el general Calixto Carías. Antes, en 1945 había nacido la Escuela Básica de Armas y en 1954 se fundó el Primer Batallón de Infantería, consolidándose así la parte primigenia de lo que hoy son nuestras FF AA. Muchos oficiales de por aquél entonces habían estudiado en Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador, Chile, Argentina, Brasil y otros países amigos de Honduras entre quienes destacaban Armando Velásquez Cerrato, Raúl Galo Soto, Agustín González Triminio, Roberto Martínez Ordóñez, Marco Tulio Mendieta, Rigoberto Araque y muchos más, tanto de infantería como de aviación.
Durante la administración del general Luis Bográn, allá por 1883, se fundó la Escuela de Artes y Oficios, cuya enseñanza desde el comienzo fue extraordinariamente notable, ya que quienes egresaban de la misma salían preparados como cualquier ingeniero civil, con la atenuante de que también los mejores oficios ahí se practicaban. Esa escuela hoy se conoce como Instituto Técnico Vocacional Luis Bográn, que funciona en Comayagüela.

Pero bien, volvamos a la Marcos Carías Reyes. En 1948, una misión militar británica visitó las instalaciones de dicha escuela y como recuerdo de esa memorable visita, colocaron una urna al pie de uno de los monumentos que habían esculpido en piedra algunos reos con vocación artística; en esa urna, además de consignarse los nombres de todos los alumnos de por entonces, se colocaron los periódicos de la fecha, algunas “pachas” de aguardiente, otros documentos importantes, además de depositar algunas libras esterlinas y monedas hondureñas, de las que circulaban en aquella época, con la condición que fuese abierta dicha urna en el año 2048, o sea cien años después; sin embargo, hace un poco más de cuarenta años un alto oficial de las FF AA que llegó a la dirección de la Penitenciaría Central, fue informado e inducido de que en dicha urna se conservaba un tesoro de gran valía, por lo que el señor de referencia a hurtadillas y en horas de la noche ordenó la apertura de la misma, no encontrando más que lo que dejamos señalado líneas arriba y robándose así, algo que en su momento sí hubiese sido un verdadero acontecimiento histórico.

En la escuela aludida funcionaban dos pabellones, uno asignado a los muchachos cuyos padres los internaban por su mala conducta, por carecer de recursos o falta de apoyo paternal; empero, la otra conocida como “la civil” operaba bajo un régimen diferente, pues quienes la integraban eran jovenzuelos que habían caído en las garras del delito y estos eran objeto de una vigilancia especial, pues hasta sus dormitorios eran separados de los demás.

En los recintos de ese antiguo caserón hoy abandonado completamente merced a los destrozos que el tristemente célebre Mitch (1998) causó a sus instalaciones, conocimos a tres personajes que se disputaban el liderazgo centroamericano a nivel delincuencial; Herber Rang Altamirano, un hombre de contextura sólida, más bien atlética porque era un experto en el deporte del básquetbol, originario de El Salvador; José León Sánchez, quien logró fugarse, no se sabe aún cómo, pues en aquél entonces las medidas de seguridad eran inexpugnables; sin embargo, este hombre de origen costarricense, permaneció veinte años encarcelado en la llamada “Isla de los hombres solos”, que queda en el pacífico, entre Puntarenas y Nicoya en aquel país, por haberse robado la corona de la Virgen de Los Ángeles, patrona de aquella nación, la que se encuentra en la basílica de Cartago, al pie del coloso El Irazú en Costa Rica.

Por Honduras se disputaba ese liderazgo el recordado Juan Murra quien pereció ametrallado en Chiapas, cuando asaltaba un tren de pasajeros que entrelazaba México y Guatemala. De Rang Altamirano ignoramos su final.

En tiempos de Villeda Morales se intentó rehabilitar a los muchachos y jovencitas de conducta irregular a través de la Junta Nacional de Bienestar Social, creando donde actualmente funciona el Instituto Aguilar Paz un reformatorio para las hembras, el cual dio excelentes resultados pues de allí egresaron notables damas con diferentes oficios de la más alta factura.

Se hicieron los primeros intentos con los varoncitos en los predios de Jalteva, sin resultado alguno, pues no había vigilancia y estos se fugaban a la hora que les daba la gana.

Hoy día, el actual gobierno parece ser que ha tomado en serio el asunto de la delincuencia juvenil, y allí mismo, en Jalteva, se levanta un gigantesco edificio que servirá para rehabilitación de este material humano que mañana será un orgullo para la patria, ya que independientemente del edificio en referencia, según sabemos, existen alrededor de cien manzanas de terreno para montar talleres y granjas agrícolas de diferente naturaleza.