La Comunidad del Anillo

Por PG. Nieto
Asesor y Profesor C.I.S.I.

Se trata de la primera novela de la trilogía “El señor de los anillos”, escrita por Tolkien. El señor oscuro, Sauron, la personificación del mal, forja el “anillo único” con una inscripción: “Un anillo para encontrarlos, atraerlos, y atarlos en las tinieblas. Un anillo para gobernarlos a todos”. ¿A qué se refiere? Al “poder único”.
El anillo es el hilo conductor de la metáfora sobre el mal y el poder. Muestra cómo condiciona a las personas que lo pretenden, y cómo transforma a quienes lo poseen, hasta destruirlos. Tolkien también escribe sobre otros nueve anillos sometidos al “anillo único”, porque el poder necesita de una estructura de poderes subordinados a su servicio.
En las sociedades el poder visible es el político, el poder oculto es el económico que busca migrar al político para controlar ambos. No hay político que llegando pobre al poder, sea pobre cuando lo deja. Aquellos que desde el poder económico alcanzan el poder político, y viceversa, conforman la “Comunidad del Anillo”.
«Poder» procede del latín, “tener la capacidad”. Entre sus atributos se encuentra “mantener la iniciativa”, obligando a la oposición a colocarse a la defensiva o ir a remolque. Sin capacidad de iniciativa no se tiene el poder. Los partidos políticos son estructuras creadas mediante reglas democráticas para acceder y mantenerse en el poder. Ocurre que, quien posea el “anillo único” y quiera conservarlo violentando el marco legal, necesita confabularse con una estructura subordinada, los nueve anillos de “poder sometido” que describe Tolkien.
Nuestra reciente historia política es el vivo ejemplo. En el 2009 “Mel” trató de conservar el anillo manipulando el marco legal. Su pueril excusa fue una consulta popular que ordenó al INE, siendo el TSE el órgano competente. Incluso tenía preparado el decreto que vinculaba el resultado de la encuesta a la Asamblea Constituyente. Fracasó al no contar con el apoyo de otras estructuras de poder subordinado. En el 2017 fuimos condenados a repetir la historia que no aprendimos porque: El poder se apodera de la mente de quien lo posee y de quienes lo pretenden. “Un anillo para atraerlos y atarlos en las tinieblas…”.
Tuvimos una campaña electoral hipócrita. Los partidos de la oposición, en lugar de abstenerse y denunciar internacionalmente los comicios, participaron voluntariamente convencidos de que obtendrían el anillo. Solo después, cuando pierden la urna presidencial, rechazan el proceso electoral por ilegal e inconstitucional, olvidando que fueron cómplices por aceptarlo previamente, evidenciando la patología del poder. Así lo expuso la representante de la Unión Europea, Marisa Matías, cuando buscaron el amparo de la comunidad internacional. Son hechos… aunque «choriflautas» los tergiversen.
Comenzado el segundo año de legislatura estamos en campaña. Una aberración que promueve la clase política, permite el TSE, y satisface a los medios ante la profusión de titulares y portadas. Pan (poco) y circo (mucho) para el pueblo. Del anterior proceso los cantamañanas repiten su “predicción de la pitonisa”: «El Partido Nacional no puede volver a ganar las elecciones.
Si las gana es con fraude. ¿Las ganó? Eso prueba que hubo fraude». Silogismo malicioso de parvulario. Decía Einstein: “La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar”. No pudiendo haber cambio sin ideas, ni ideas sin inteligencia, la oposición fracasada muestra sus carencias…
Esperando el plebiscito que respalde la segunda vuelta y la reelección presidencial, “Mel” se desmarca nuevamente de la “Coalición Babel”, como hiciera cuando utilizaron a la ONU para el timo del diálogo. Arroja a la arena política a su pupilo, para que, junto a su hijo, vayan agarrando experiencia y desvíen la atención mediática. Mientras, tras bambalinas, va penetrando las estructuras de los nueve anillos, el poder subordinado, a cambio de la “Pax romana”.
Nasralla, corrupto ideológico confeso, repite: “Esta lucha ya no es de partidos políticos, es del bien contra el mal”. Para el presentador la campaña no va de política (no sabe), va de filosofía y teología (de eso tampoco). Presume porque “el 80% del pueblo le apoya”. Un periodista le preguntó por la procedencia de ese dato, respondiendo: “Muy sencillo, cuando voy por la calle, 8 de cada 10 personas con las que me cruzo me dan su apoyo”. ¡Guau! Cree que en política se interactúa con la gente como si fueran espectadores de su concurso X-0.
“A los políticos les saco ventaja, ellos son públicos, yo soy popular”. -Maradona-