Amor y etanol

Por Carolina Alduvín

El mundillo bohemio y literario de nuestra capital ha despedido con pesar y respeto a la poeta conocida como Juana Pavón. Admirada por su sinceridad y absoluto repudio a muchos convencionalismos y, menospreciada exactamente por las mismas razones, dependiendo de a quién se pregunte. Una vida polémica y llena de sufrimiento, de acuerdo a los relatos de quienes la conocieron de cerca; aparentemente feliz y despreocupada para quienes superficialmente supieron de sus anécdotas más notorias en establecimientos culturales y de esparcimiento.
Sin duda muy querida por sus amigos, la publicación en San Pedro Sula de su primer poemario en 1994: “Yo soy esa sujeto”, salió a la luz pública por el esfuerzo unánime de sus amigas, según nos reporta una especialista. Ya hace poco más de 20 años, había sido operada y sobrevivió a un cáncer de colon; en aquel entonces, tanto sus amigos declarados como anónimos, se unieron para prodigarle un homenaje en un acto solidario sin precedentes, celebrado en el Teatro Manuel Bonilla, con cerca de 400 personas reunidas para presenciar una gala artística en la que desfilaron los mejores intérpretes nacionales, con el propósito de recaudar suficientes fondos para la artista. Acción que fue emulada por sus coterráneos del sur, tributando otro homenaje en Choluteca.
En sus poemas más destacados como: Juana la loca, Morir de risa, Nada de nada, Choluteca, Los golpes nacieron contigo, Llegué sobre la carne, Dos niños, Una niña, Desconcierto, Mi hombre ideal, Tegucigalpa, De una vez por todas, Deseos irreverentes, Exacta, Maldad y locura y la propia Nosotras, Esas sujetos; reflejó sus sentimientos y concepciones, ironías y frustraciones; anhelos y nostalgias que dibujan su personalidad y manera de concebir la vida. Una de sus frases, la que más sintetiza su visión y posición política que asume sin mayor crítica, es aquella en la que afirma que en este país solo es posible vivir bajo la influencia del amor o del exceso de etanol. No como fórmula escapista, sino como una realidad cotidiana con la que el público puede estar parcial o totalmente de acuerdo.
Como muestra:
Morir de risa
Aquí donde vivo/ estoy muriendo.
Esta agonía lenta/ trae paranoias/ cólera/ remordimientos/ excusas/ un no lo vuelvo a hacer.
Aquí me muero de hambre/ de frío/ de angustia.
Un miedo a todo./ ¡Carajo!, estoy muriendo.
¡Ay, cómo quisiera/ morir de risa.
Desconcierto
Caminando, caminando/ me encontré con una rosa/ me dijo:/ ¿Quieres mi olor?/ le dije:/ siento tu olor.
Caminando, caminando,/ me encontré una tigresa/ me dijo: ¿quieres mi fiereza?/ le dije:/ Estoy acostumbrada a la fiereza.
Caminando, caminado/ me encontré con una roca/ no me dijo nada./ La tomé entre mis manos/ y me di con ella en la cabeza.
Finalmente, un sensato mensaje para aquellos preocupados por el qué dirán:
Te van a criticar por lo que eres, por lo que no eres y por lo que creen que eres. Por lo que haces, por lo que dejas de hacer. Por lo que dices, por lo que no dices. Sé tú y por sobre todo vive.