El reflejo de la historia

Por: Rafael Jerez Moreno
Twitter: @RafaJerezHn
Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla. Los apagones no son nuevos en política, tampoco los familiones.
Nos situamos en la elección presidencial de los Estados Unidos Mexicanos en fecha 6 de julio de 1988. La Comisión Federal Electoral omitió el deber de dar a conocer resultados preliminares a las siete de la noche debido a presuntas “fallas técnicas”. El principal candidato opositor, Cuauhtémoc Cárdenas inició su cruzada denunciando fraude electoral. Una semana después, en medio de la incertidumbre, la Comisión informó que el ganador era Carlos Salinas de Gortari, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), institución que llevaba más de cincuenta años en el poder.
Carlos Salinas, conocido por muchos como el “presidente inteligente”, graduado en Harvard, inició su gobierno acompañado de una camada de intelectuales denominados “tecnócratas”. Su gobierno estuvo manchado por el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el flamante candidato a la presidencia del PRI para las siguientes elecciones que paulatinamente intentó desmarcarse de su entorno político. Como dicen, una vez adentro, es casi imposible salir. Después de finalizar su sexenio, Carlos Salinas se autoexilió en Irlanda debido a varios cuestionamientos en su contra, aún cuando el PRI asumió un nuevo gobierno bajo las riendas de Ernesto Zedillo, quien fue nominado por el mismo Salinas.
Raúl Salinas de Gortari, hermano del presidente. O mejor dicho, “el hermano incómodo”, ejerció algunos cargos gubernamentales durante el gobierno de su hermano, y el del anterior del expresidente Miguel de la Madrid. Era un funcionario con cartera, por supuesto. En marzo de 1995, después de que su hermano finalizó su mandato presidencial, la Procuraduría General de la República de México acusó a Raúl de enriquecimiento ilícito por una cantidad de 224 millones de pesos, además de ser el presunto responsable intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, y excuñado de los hermanos Salinas, quien se mencionaba sostenía conflictos políticos y personales con Raúl. El hermano incómodo estuvo diez años privado de la libertad, cumpliendo una condena de veintisiete años debido a este caso. En 2005 salió de prisión y en 2013 fue misteriosamente exonerado de sus procesos penales vigentes en materia de enriquecimiento ilícito.
Increíble, ¿verdad? El parecido con la novela hondureña. Transcurren las décadas y ahora presenciamos la historia de las dinastías locales, que llegan al poder para asegurar el futuro de sus hijos, y el de los hijos de sus hijos. No hace falta nombrarles, pues “todos nos conocemos”. Algunos ya salieron del poder y quieren volver mientras pernoctan en el Congreso Nacional. Otros, estuvieron, se aprovecharon, quieren volver y el statu quo no se los permite. Otros están, colocaron al familión a lo largo y ancho de la administración pública, y quieren seguir “cuatro años más”.
Por ahora, el poder les está dando lo mejor que tiene para ofrecerles, dinero e inmunidad. Pero, la vida tiene una forma muy peculiar de ponerlo todo en su lugar. Y así será y no haya apagones o curva alguna que pueda revertir una condena en la Penitenciaría Nacional. Aprovechemos las lecciones de la historia.