Atleta Mailo Núñez:

**Ver el avance de los atletas con discapacidad son cosas que llenan
**En el deporte paralímpico no vale el “pobrecito”, vale el que entrena
Transcurrían los años 70 en Comayagüela, cuando por las entonces polvorientas calles del barrio Villa Adela un pequeño niño chelito era visto corriendo de arriba abajo o montando en bicicleta de forma incansable.
Con tan solo 10 años se ganó el calificativo de “loco” por parte de sus vecinos, debido a que diariamente se desplazaba al parque La Isla, para recoger a un grupo de personas ciegas con las que corría por todas las calles del Distrito Central.
Han pasado 40 años y a Mailo Núñez, de 56 años, todavía se le ve en cualquier instalación deportiva entregado al deporte, pero sobre todo, a ayudar a quienes más lo necesitan, personas con capacidades especiales, con sueños y metas.
Los deportistas paralímpicos desde hace cuatro décadas son entrenados por Núñez en diferentes disciplinas; siendo instructor de decenas de atletas que han destacado no solo a nivel nacional y centroamericano, sino en el ámbito mundial.
¿Cómo fue su niñez Mailo?
Mi niñez fue bien bonita, porque nos íbamos a correr a El Obelisco, a El Birichiche o al estadio Nacional; tenía varios vecinos ciclistas como el famoso Pompilio Flores y crecí con Bryan y Edgardo Handal, Marco Ruiz, Fernando Andino, todos eran ciclistas y por eso me hice ciclista, puedo decir que en Villa Adela me hice deportista y por eso el vínculo con el triatlón.
¿A qué edad se vinculó de lleno al deporte?
Antes de los 12 o 13 años yo andaba corriendo y en bicicleta por toda Villa Adela y la gente le decía a mi mamá que estaba loco, pero era una cuestión bien bonita, bien sana y para ese entonces comencé a trabajar con ciegos y los niños con síndrome de Down en el estadio Nacional y después con proyecto de niños de o en la calle de Unicef y contraparte de la alcaldía en los barrios en vías de desarrollo.
¿Y cómo comienza a trabajar con personas con capacidades especiales?
En ese entonces, se necesitaban voluntarios en el estadio Nacional y yo estaba chiquito, pero una persona que nos dirigía, me dijo: “… Yo te miré que vos corrés bien…” tenía temor, pero a la vez lo hice y desde entonces tengo ese vínculo con Olimpiadas Especiales y entre los años 89 y 90 estoy con el Comité Paralímpico, que trabaja con todas las discapacidades, ciegos, parálisis, parapléjicos, amputados, discapacidad intelectual, con todas.
¿Pero, qué fue lo que le atrajo para decidir entregar su vida a esa labor?
Era la falta de apoyo, en ese momento no había mucha gente que quisiera participar como voluntario, pero realmente lo que me llevó a dedicarme a esto es que me sentía solo, porque mi papá fue un hombre con tantos hijos, pasaba en Güinope, donde tenía una finca y mi madre fue padre y madre, había un vacío en mi vida que lo llené estando en esa actividad, el tiempo lo pasaba en el estadio Nacional.
¿En aquel tiempo el deporte paralímpico no estaba tan organizado?
No, no estaba organizado, Olimpiadas Especiales manejaba todas las discapacidades, hoy solo es para niños con discapacidad intelectual, especialmente símdrome de Down, desde 89 o 90 se forma el Comité Paralímpico.
¿Y los estudios?
Lo combinaba, estuve en la Escuela Lempira y también seis meses en la Escuela Juan Raudales de Güinope, después me hice bachiller en el Instituto San Pablo, también estuve en el Central; en mi tiempo libre me buscaban porque sabían que a mí me gustaba correr, yo me hice corredor en el estadio Nacional y también jugaba fútbol con niños “canillitas” que vendían periódicos en El Obelisco, ahí aprendí a jugar.
¿Jugó fútbol?
Sí, incluso el periodista Diágenes Cruz, que en paz descanse, Jimmy Arturo Rodríguez y Carlos Grez, que están vivos, me mandaron a hacer una prueba al Motagua y me sacó Carlos Jurado, en ese momento no estuve bien orientado en el tema, yo quería quedarme y de ahí pasé al Curacao de segunda división, el señor Paco Ávila me abrió la puerta.
¿Y por qué después decidió el atlestimo en lugar del fútbol?
Ya estaba yo orientado en olimpiadas y ahí me necesitaban en la Escuela para Ciegos. Me fue mal en el Motagua, en el Curacao me fue bien, pero nunca despegué, ahí conocí a Benneth (Eduardo) cuando iniciaba, un gran tipo, tenemos una buena amistad; lo que pasa es que en el fútbol se necesita tener un padrino para avanzar. Bueno, entonces ese fue el tema.
¿Usted es un iroman, cuéntenos sobre eso?
Sí, soy el más viejo en Honduras; un ironman es alguien que nada 3,800 metros, 120 kilómetros en bicicleta y 42 de full maratón, corriendo.

Al lado de su madre, Ovidia Alvarado Moreno, quien logró sobrevivir al cáncer.

Casi cuarenta años ayudando a personas con capacidades especiales. ¿Así es?
Tengo 40 años de estar en Olimpiadas Especiales, tengo 30 años de estar en Amor en Acción también, estuve 35 años en la Escuela para Ciegos, tengo 37 años de estar en el asilo de inválidos del Hospital San Felipe.
¿A cuántas instituciones de este tipo apoya?
A todas, a todas las que tienen deportes y atletas con discapacidad, también a aquellos atletas que no están vinculados a ninguna asociación o escuela, los agarro de la calle y son parte ahora del Comité Paralímpico.
Cualquiera diría que gana mucho dinero con tanto trabajo…
Sí, pero todo es “ad honorem”, antes me pagaba en la Escuela para Ciegos, donde comencé ganado 500 lempiras, también trabajé en el Centro Artesanal e Industrial para Ciegos de Santa Lucía, donde ganaba 600 lempiras, pero prácticamente es un voluntariado, igual en el Arca de Honduras, en la Fundación Hondureña para el Niño con Cáncer, Operación Sonrisa.
¿En todas esas instituciones conforma equipos de baloncesto y atlestismo?
Sí, conformamos los equipos de baloncesto, atletismo y de otros deportes como natación y realizamos juegos locales, no nacionales, porque significaría de toda Honduras.
¿Pero también ha estado al frente de selecciones nacionales?
Sí, la primera selección nacional que conformamos fue la de atletismo, que competimos a nivel de la región y también fuimos a competir a Argentina. Después formamos la de fútbol en 1987 que fue a competir a El Salvador y luego los hermanos salvadoreños vinieron a Honduras y jugamos el parque La Isla, fue un espectáculo, fue un evento lindo donde se cantaron los himnos por la Banda de los Supremos Poderes, después se organizó la selección de baloncesto, luego han habido otras y ojalá que de aquí a 40 años se haga réplica y el deporte crezca.
¿Qué se necesita para que crezca?
Yo creo que es voluntad y ser desafiante a la vida, porque las condiciones todos sabemos que no son las óptimas, pero si nos enfriamos y nos desanimanos no se hará nada.
¿Hay apoyo de los gobiernos?
Muy poco, ahora hay iniciativas, el presidente actual se está proyectando, está en pinitos, pero esperamos que se cumpla y a la larga el deporte paralímpico tenga un presupuesto ya establecido del que cada grupo pueda disponer para poder desarrollarlo. El deporte paralímpico es igual que el olímpico, la meta y la filosofía de los grupos es igualar o superar al olimpismo.
¿Qué cargo tiene dentro del Comité Paralímpico?
Actualmente yo soy un simple entrenador de atletismo y de fútbol, que es lo que me apasiona, también de natación, de todo soy voluntario. Le agradezco al presidente del Comité Paralímpico Juan Francisco Membreño, también por tomarme en cuenta y querer sacar esto adelante.
Junto a su esposa Elvia Reyes y sus hijas Elvia María y Sofía Alejandra.

¿En qué destaca más Honduras en los Juegos Paralímpicos?
En atletismo, hemos llegado a un cuarto lugar, el deporte no es tan costoso, por ejemplo como el fútbol, solo se requiere un par de tenis, una calzoneta y un camiseta.
¿Qué es lo que más le llena de este voluntariado?
Los pequeños detalles son la inspiración de la vida, ver que los esfuerzos, los avances y los desafíos de los atletas con discapacidad cómo pueden crecer, con solo tocarlos y decirles: “… vamos usted puede…” esas son las cosas que llenan.
¿De qué vive Mailo, si todo este voluntariado es ad honorem?
Soy terapista, me gané una beca para estudiar un curso intensivo en Japón en deporte de alto rendimiento e hidroterapia, le agradezco a Cybex porque me da la oportunidad de dar terapias en la piscina y además doy clases independientes, de eso vivo y viajo a Estados Unidos para traer equipo de terapia y venderlo.
Además de motivación, miro que le da cariño a sus atletas…
Sí, yo le debo tanto a Dios, porque me ha dado esa oportunidad de compartir, de vivir, no solo con los discapacitados, sino con los adultos mayores y uno de ellos es uno de mis mejores amigos, se llama Jorge Wilberto Membreño Callejas.
¿Hasta cuándo se ve en esto?
No sé, hasta que Dios me dé vida. Me hace sentir bien de haber aportado y seguir aportando granitos de arena para que el deporte paralímpico crezca, porque ahí van los mejores, ahí no vale el “pobrecito”, vale el que entrena y nosotros tenemos sesiones de trabajo de dos horas en la mañana y dos horas en la tarde, todos los días.
¿Y el tiempo a la familia?
Es bien difícil, yo sé que he abusado y le pido perdón siempre a mi esposa y mis hijas por el tiempo, ellas me hablan de balance. Una vez intenté retirarme, pero no me sentí bien, lo hice un mes, pero yo me metí a esto y el deporte paralímpico ha crecido tanto que si dejas de entrenar una semana se te cae el programa. Pero en esto toda mi familia se ha involucrado, ellas me ayudan.
¿Cuál es la meta de Mailo Núñez en todo esto?
Dejar un legado, que vengan otras personas y hagan réplica de las cosas buenas, porque en Honduras hay cosas buenas, no solo recursos, hay todo un potencial en el verdadero hondureño, en el pueblo y apoyar todos estos proyectos humanitarios de deporte y que vaya creciendo y se desarrolle.
¿Qué mensaje le manda a las personas con capacidades especiales que no tienen un apoyo como el que usted brinda?
Hay que darles ánimo y que ellos mismos tienen que buscar integrarse, nosotros estamos todos los domingos en la pista de la Villa Olímpica, de 2:00 a 5:00 de la tarde, para que se prueben en jabalina, en pruebas de velocidad, en fútbol, que se acerquen y que las esperanzas son las últimas que se pierden y ahí tendrán a alguien que siempre los va a recibir.
¿Qué te ha faltado hacer en tu vida?
Estar más tiempo con mi familia, mi esposa y mis hijas, así como con mis hermanos.