Por Óscar Lanza Rosales
olanza15@hotmail.com
He leído un interesante ensayo, el pasado 5 de mayo, en el diario La Jornada, de México: “Caravanizando la Migración: Una perspectiva desde México”, cuyos autores son el sacerdote católico, Alejandro Solalinde Guerra, fundador del albergue para migrantes Hermanos en el Camino y nominado al Premio Nobel de la Paz en 2017; y la doctora Guadalupe Correa-Cabrera, docente, experta en el tema y autora del libro Los Zetas Inc.
Les hago un resumen de este ensayo, cuyos autores señalan que desde octubre de 2013, comenzaron a identificar una nueva dinámica en las migraciones, un extraño incremento de menores no acompañados en el albergue. Y en el marco de la caravana “Abriendo las Puertas a la Esperanza”, al entrevistar adolescentes y familias en México y algunas ciudades de Estados Unidos (EU), se detectó en estas conversaciones, que “alguien” regó el rumor en algunas regiones de Centroamérica: la posibilidad real de llegar a EU a través de la petición de asilo. La comunicación fue efectiva y parecía ser parte de una campaña orquestada.
A pesar que los abusos contra los migrantes han continuado, el ascenso de Donald Trump a la presidencia de EU, prometiendo la construcción de un muro fronterizo, y la aplicación de las leyes migratorias con mayor rigor, la migración irregular no se ha detenido. Muchas personas en Centroamérica han continuado en busca del “sueño americano” sin importar los enormes peligros de las rutas migratorias. Aún reconociendo la precaria situación que vive Centroamérica, el incremento en el flujo migratorio de los países al sur de México, en los últimos meses (entre octubre de 2018 y abril de 2019), no tiene precedente. Pero, ¿por qué este aumento tan significativo, si las condiciones económicas y de seguridad no han cambiado fundamentalmente?
Los autores nos recuerdan que en el verano del 2014, en la “crisis de los menores migrantes no acompañados”, a la que le siguió la reacción de las autoridades de EU buscando el apoyo de México, a petición del gobierno de aquel país, la administración presidencial de Peña Nieto respondió a través de la implementación del llamado “Plan Frontera Sur”.
México se convirtió desde entonces en el policía vigilante de su frontera con Centroamérica, lo cual tuvo consecuencias muy negativas, tanto para el país como para los migrantes. Dicha política promovió mayor violencia y abusos contra los migrantes y refugiados en territorio mexicano. De forma irónica, los traficantes de personas, las autoridades corruptas y las organizaciones criminales se beneficiaron ampliamente de este nuevo modelo.
Con el inicio de caravanas desde octubre pasado, se ha demostrado que los movimientos migratorios masivos no son de naturaleza orgánica, ni espontáneas en esencia; es decir que no resultan de la ocurrencia de desastres naturales (como el huracán Mitch) o de crisis políticas (como las de Venezuela y Nicaragua). No obstante lo anterior, los autores reconocen el efecto de los factores expulsores de la migración, como la violencia, la extrema pobreza y la falta de oportunidades en sus países de origen. No minimizan de ninguna manera estas condiciones.
La caravanización de la migración centroamericana y de otros países, ha tenido un impacto negativo para la estabilidad en México, su tejido social y su economía. Al mismo tiempo, pone en enorme riesgo a mujeres, niños y a los migrantes más vulnerables que deciden viajar en caravana dadas las condiciones del trayecto y la presencia de traficantes de personas y otros actores criminales en las rutas y en las mismas caravanas.
México ha quedado en medio de la tragedia centroamericana y del anunciado muro de Trump y su irracional política migratoria. México parece ser el país más afectado de todos. Parece muy extraño que las voces mexicanas no sean invitadas a participar en el debate organizado por la prensa internacional, en que los medios de comunicación estadunidenses dominan la conversación, y algunos migrantes centroamericanos “seleccionados” por ellos mismos, cuyos testimonios parecieran ser, “destacar la tragedia centroamericana sin hablar de las otras causas que provocan la migración en caravanas”.
Mientras tanto, las redes de defensores tradicionales que brindan apoyo a los migrantes en México siguen trabajando con intensidad y compromiso, aunque en condiciones cada vez más difíciles y operando albergues a su máxima capacidad.
A la par de las caravanas ha surgido un discurso distinto con respecto a la migración irregular en los EU. Un discurso que parece distorsionar la realidad, y sirve a intereses económicos y políticos de distintos grupos que promueven y financian las caravanas, y crea al mismo tiempo una crisis en México.
Continuaré.